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Gustavo A. Laguardia (@AKD_GustavoL)

   En 1981 el efecto Boca-Maradona y el torneo ganado por los 'Xeneizes' resultó demasiado relevante para el fútbol argentino y demasiado 'ninguneante' para River que, "ni lerdo ni perezoso", contrató a Mario Alberto Kempes para amortiguar tanto efecto devastador, y que de la mano de Alfredo Distefano pudo coronarse campeón del Nacional 1981 y equiparar un poco las cosas.

      Aquel ya tan lejano regreso de un ídolo al fútbol argentino parecería no tener nada que ver con el regreso de referentes e ídolos que volvieron en los últimos diez años por amor o "por la camiseta", tal cual ellos mismos lo expresaron en su momento. Es más, durante los '80 y los '90 se pensaba en el ambiente 'futbolero' que si un astro regresaba a su país, era por algo asì como "robar", porque se entendía que este regreso estaba asociado a lesiones, cansancio, sobre-edad o a un muy bajo nivel y, en cierta manera, algunos "casos" justificarían tales prejuicios. De hecho, casi ningún jugador regresaría después de haber alcanzado el máximo nivel en Europa.

      Sin embargo, algo pasó en los últimos diez años en la Argentina que marcó una notable diferencia entre aquellos equipos que pudieron recibir al ídolo que regresaba solo por amor a su club y a su camiseta, y los demás equipos sumergidos en la actualidad de los convencionales mercados de pases.

      En el 2006 Juan Sebastián Verón regresó a Estudiantes de La Plata, "su Estudiantes", bajo las premisas anteriormente dichas, y "los Pincha-ratas" ganaron el Torneo local frente a un rival que hasta podía ser dirigido 'desde un helicóptero'. Posteriormente, el equipo de gran protagonismo en el país, se alzaría con la Copa Libertadores 2009, y 'casi' le arrebataría la Intercontinental al Barcelona de Messi y 'Pep' Guardiola, pero 'la pulga' lo impediría en el final de aquel memorable partido. Hoy "la Brujita" es el actual Presidente de "su Estudiantes".

       En el 2012 un Newell’s, al borde de la promoción y entre los 'peores' del fútbol local, produjo el regreso de Martino, Heinze, Maxi Rodríguez, Scocco y Bernardi (hoy su actual D. T), y recuperó el protagonismo y la competitividad, logrando además, un esperado titulo local que no se le daba desde el 2004 con Gallego en la conducción.

       En el 2014, un Racing que terminaba de concretar la peor campaña de su historia (33 puntos en 38 partidos) gestionó con éxito el regreso de Diego Milito a la institución y, mucho antes de lo esperado o lo soñado, consiguió el título de Campeón del Torneo Transición, 13 años después del eterno "paso a paso" con 'Mostaza' Merlo.

      Mientras tanto en el 2011 y en el 2013 se produjo el descenso de River e Independiente quienes apelan a "viejos" ídolos para que vengan a "dar una mano", y de esta manera aparecieron jugando el Nacional B Cavenaghi y el Chori Dominguez para los de la banda roja y Montenegro e Insùa para los de Avellaneda, alcanzando ambos regresar a la máxima división con el aporte de sus referentes e ídolos.

      En 2015, un Boca plagado de refuerzos de gran valía, entre quienes se destaca Daniel Osvaldo, quedó fuera de la Copa Libertadores casi de manera 'traumática' por motivos que son de público conocimiento, y se quedó mirando como su eterno rival lo eliminó en 8vos y avanza, casi de un modo tranquilo, hacia la final de la Libertadores, justamente, lo que constituye la obsesión de cualquiera que pueda identificarse con el club de la Rivera.


      Entonces vuelve Tévez, vuelve "Carlitos", vuelve el jugador del pueblo, vuelve el ídolo. ¿Por qué vuelven los ídolos? No vuelven como volvió "el matador" en 1981 (no debería ser así), vuelven por amor a la camiseta, sino no deberían volver. Vuelven por amor y porque saben que aún tienen algo de lo mejor de sí para dar que pueda marcar una diferencia, y si no que lo digan Estudiantes, Newell's y Racing, los más beneficiados en el siglo 21 del regreso de sus ídolos, del regreso de los que volvieron solo por amor.

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