La
vida da vueltas. Y en el fútbol, más aún. De igual forma, las revanchas para un
futbolista se presentan en cada partido. A veces tarde, pero llega. Como a
Gustavo, que esperó 12 años para tener la suya.
Foto:
Getty Images
Luis Gonzales (@Luchvr)
El estadio Garcilaso de la Vega lucía repleto en la final del Descentralizado. Se acaba el año 2001 y las 22 000 personas en el recinto se mezclaban entre camisetas rojas y azules. Un día después de navidad, Cienciano y Alianza definían el título en el Cusco. Los ganadores del Apertura y Clausura, respectivamente, forzaron los penales tras 210 minutos y seis goles en partidos de ida y vuelta. La final —o el campeonato entero— tenía un agregado especial: era el año del centenario blanquiazul.
Llegada la cuarta ronda, el rubio Ernesto Zapata,
delantero de Cienciano, tenía frente a frente a un portero uruguayo que
disfrutaba de uno de sus pocos partidos completos en el año. Con el brazo
izquierdo, Gustavo Roverano sacó el remate de Zapata a su poste derecho. La
figura del partido de vuelta atajó de todo ese día. El último penal lo marcó el
histórico Waldir Sáenz. En los 100 años del club, Alianza Lima se coronaba
campeón y gracias al portero Roverano. Tras ese campeonato, la felicidad se le
iría apagando.
De Montevideo a Lima
Gustavo es de Villa del Cerro, un barrio de la
parte citadina de Montevideo. Se hizo portero a los 9 años por necesidad. “Era mediocampista. Un día faltó un portero,
jugué en el puesto, me gustó y me quedé”, revela. Debutó profesionalmente a
los 17 años en el Club Atlético Cerro. Ahí atajó durante siete temporadas.
Luego pasó por Chile, Colombia, regresó a Uruguay y finalmente llegó a Perú en
el 97. Deportivo Pesquero fue el primer club peruano en el que atajó.
En el desaparecido club de Chimbote estuvo dos años,
en donde compartió equipo con un joven de 18 años llamado Claudio Pizarro. “Era muy profesional, entrenaba muy bien a
su corta edad”, cuenta sobre el máximo goleador extranjero de la Bundesliga.
Luego llegaría a Alianza Atlético para pasar una temporada en Sullana. En el
2001 fichó por Alianza Lima.
El idilio en Matute
“Cuando me llamaron para
jugar en Alianza Lima no lo pensé dos veces. Siempre quise jugar por un club
grande como Nacional y Peñarol en Uruguay”, comenta sobre su llegada al club limeño. Pero fue
Waldir el verdadero artífice de su fichaje. “Cuando
estaban fichando, habían porteros en lista. ‘Kanko’ Rodríguez me propuso recomendar
a Roverano a los directivos y así lo ficharon”, revela ‘Wally’.
Llegó como un buen refuerzo, pero no le fue
sencillo hacerse un espacio. En todo el Apertura de ese año quedó relegado en
el banco. Además, el cupo de extranjeros le impedía aparecer en el equipo
titular. Una pequeña oportunidad apareció hasta el comienzo del Clausura. A
raíz de una huelga de jugadores por parte de la Agremiación, Alianza se vio
obligado a prescindir de algunos elementos del equipo. Es así que, pese a
quedar entre los últimos lugares de la segunda etapa, accedieron al play off con Cienciano. Roverano atajó
el partido definitorio, fue figura y se hizo un espacio en la memoria de los
hinchas por ser parte del equipo campeón en el Centenario de la institución.
El momento no podía ser mejor. Hasta la oportunidad
de representar a Perú estuvo cerca de él. ‘Pacho’ Maturana y Paolo Autuori,
entrenadores de la Selección, tuvieron acercamientos con él. A pesar de la
propuesta, le era imposible: había jugado con una Selección juvenil de Uruguay,
hecho que le impedía vestir otra camiseta. “Me
arrepiento de haber jugado por Uruguay”, señala.
La temporada siguiente a la obtención del título,
Gustavo tuvo un gesto muy significativo hacia el club: se nacionalizó peruano
para ceder un cupo de extranjero. Además, rechazó una oferta de exterior “por amor a este club”. Se ganó el
corazón de la afición y un puesto en el once principal. Su santiamén duró una
temporada. Solo una.
Fin
de la relación
La debacle inició a finales del 2003. Una nueva
huelga amenazó la estabilidad del club de La Victoria. ‘El Viejo’ —apodado así por sus
compañeros— tenía un año más de contrato. El inminente despido de jugadores
parecía no tener el nombre de Roverano en lista. “Me
encontraba de vacaciones en Uruguay y cuando volví, me dijeron que tenían que
reducirme el sueldo. No tenía problemas en negociar. Entonces, sin motivos, me
sacaron”, aclara. Si ya
su salida era polémica, el presidente del club dijo que el uruguayo tenía un
problema sicológico. Salida poco honorable para un portero que sacrificó muchas
cosas con tal de quedarse. Aquí comenzaría la etapa que denomina como ‘la peor
de su carrera’.
En los siguientes cinco años, pasó por la misma
cantidad de clubes, entre lesiones y suplencia. Su rendimiento bajó
considerablemente, llevándolo a equipos de bajo nivel. Su único apoyo fueron su
esposa y sus dos hijos. No olvida su salida de Alianza Lima. Lo marcó tanto que
se prometió a si mismo que volvería. Tenía claro que alguna vez regresaría. “Si en ese momento no hubiera salido de
Alianza, hasta ahora seguiría trabajando en el club”, dice convencido. ‘El
Viejo’ acabó su carrera en el 2008, defendiendo a Real Garcilaso.
Preparando el regreso
Dos años antes de su retiro, se tituló como
entrenador. Tras el final de su carrera como futbolista, tomó prácticas en
equipos pequeños, siendo asistente técnico en algunos casos —ascendió
a Primera con José Gálvez— y entrenador —en la
Universidad San Marcos—. Pero su mayor experiencia llegaría en el 2012.
Tras haber realizado un excelente papel en el
Mundial de Sudáfrica y haber llegado a la final de la Copa América al año
siguiente, Paraguay sufría la baja del ‘Tata’ Martino, artífice de la mejor
campaña guaraní de la última década. La búsqueda de un nuevo entrenador tuvo
consecuencias en las últimas Clasificatorias, teniendo a tres técnicos en
cuatros años. Uno de ellos fue Gerardo Pelusso.
Gerardo Pelusso y
Gustavo Roverano en Alianza Lima, en el 2003. (Foto USI)
Gerardo y Gustavo se conocieron hace 22 años en
Uruguay, cuando uno comenzaba su carrera como entrenador y el otro, como
guardameta. En el 2003, Pelusso fue entrenador de Roverano en Alianza Lima
hecho que acrecentó la amista. Nueve años después, en julio, el estratega, que
venía de dirigir a Olimpia, asumió como técnico de una desesperada Selección
paraguaya y recurrió a Gustavo para que sea su asistente y entrenador de
porteros. Apenas obtuvieron una victoria en ocho partidos en el camino a Brasil
2014. En julio de 2013, Pelusso renunció como entrenador y junto a él, su
asistente.
De
vuelta a casa
La salida conflictiva de Guillermo Sanguinetti del
club ‘íntimo’ en el inicio del Apertura, apresuró la búsqueda de un nuevo
entrenador. A finales del año pasado, Roverano fue convocado por Ernesto
Arakaki, jefe de la Unidad Técnica de Menores del club, para asumir como
entrenador de la Reserva. Ambos fueron compañeros en el campeonato del 2003. A
mediados de mayo de este año, fue nombrado entrenador interino de primer
equipo. De esta forma, tras 12 años, iniciaría su revancha.
Su primer gran reto fue disputar el Clásico en su
segundo partido. Días antes, había debutado frente a Sport Loreto, de visita.
El encuentro frente a Universitario tuvo un marco pobre por el momento
institucional de ambos. Pese a ello, el portero del Centenario se quedó con el
resultado. Vencieron 1-0 con un golazo de Carlos Preciado. Esto dijo al
término.
Pasado el Clásico, el torneo entró en receso por la Copa América. Hecho que tuvo mucha influencia en el equipo por el desempeño de Christian Cueva en el campeonato continental. Lo que vendría después, marcaría el futuro del uruguayo en Matute: seis victorias consecutivas mostrando a un equipo rápido, con desequilibrio y mucho juego asociado, y buenos goles; igualando la marca de su viejo amigo, Pelusso, en el 2004.
La inminente salida de Cueva hacia el extranjero
presagió una baja importante para el equipo, pero apareció Willyan Mimbela, uno
de los jugadores más talentosos del torneo, pero de poca trascendencia en los
últimos años.
Roverano será
entrenador de Alianza Lima hasta fin de año. (Foto Alonso Paredes)
A falta de tres fechas para el final del Apertura,
Alianza disputa los primeros lugares. El desenlace tiene hasta cinco equipos en
la pelea. La revancha del Torneo del Inca sigue latente, como las ganas de
Roverano por completar su resarcimiento. “Regreso
al lugar donde siempre quise volver”, admite.
Fuentes: Wikipedia, Revista Blanquiazul, YouTube
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