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Diego Sancho (@SanchoDiegoo)

Derlis González, ese chico que en la temporada pasada hizo gol en el mismísimo Santiago Bernabéu y levantó a un país en su primer año con la selección, de la cual ya es protagonista. Un wing multiuso que solo esta en el fútbol ucraniano por ser adquirido días antes del inicio de la Copa América. En el torneo continental se mostró como la flamante estrella paraguaya.

Génesis de un crack

Al centrarnos en sus primeros pasos profesionales nos damos cuenta de que es un ejemplo de excelente gestión de talento. Se desarrolló como bebé bien amamantado: su etapa más próxima al nacimiento se dio en el seno del balompié nacional. Comenzó en Rubio Ñu, donde llamó la atención de los mejores clubes del país. Un convenio con Benfica, para entonces dueño de su ficha, pudo hacer que Guaraní y Olimpia contasen con sus servicios. Siempre escalando acorde a su categoría; siempre titular.

Luego llegó a la liga suiza, embajada de talento sudamericano para adentrarse en el Viejo Continente. Jugó en el Basilea, el mejor de los helvéticos, donde jugó la Champions League e hizo desastres junto a Embolo. La clave de su boom es que se mantuvo en un entorno idóneo para consumar su formación competitiva. 

Enfrentarse a González supone una daga al costado, y sin saber a cuál. Juega por ambos flancos y los puede alternar varias veces por partido. Lo podemos ubicar merodeando el área, el dorsal “10” sudamericano no posee mucho juego de construcción. Sus mejores movimientos brotan en espacios reducidos y con margen para recibir balones largos. Suma más goles que el extremo del fútbol común dado a su golpeo de balón desde diferentes perfiles. Con bajones físicos  de efímeras proporciones, requiere máxima concentración a la hora de enfrentarlo.

Versatilidad ante los grandes

Pese contar con dotaciones e interpretaciones acertadas, pero su mayor atributo es la sinergia con sus compañeros. Es muy altruista y no estorba funcionalmente a otros elementos. En Copa América, Ramón Díaz le dio ingreso perdiendo 2-0 ante Argentina y el partido quedó tablas. Esa vez jugó por la derecha y luego ante Brasil por la izquierda. En ambos compromisos no ralentizó su rendimiento. Hace que cualquier equipo gane intensidad ofensiva.

Su arsenal de recursos apunta a no quedarse como un destello copero. Sin embargo, la exigencia cortoplacista del formato suele acoger las mejores versiones de futbolistas irregulares; pinceladas fosforescentes de un cuadro de tonos opacos. Por más bien que le veamos jugar, en Ucrania puede accidentar su competitividad.

Díaz va de entrada y esta corto de estrellas o jóvenes promesas, por eso esgrime su potencial con seguridad. Es el primer sello auténtico de su período, querrá consolidarlo.

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