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Diego Baquero (@DiegoBaco23)
Corría el mes de mayo de 1998 y en lo único en lo que por esos días se pensaba en la República Argentina era en el debut del seleccionado argentino, dirigido por Daniel Alberto Pasarella, en el Mundial en Francia frente a Japón. Sin embargo, en las oficinas del estadio Alberto J. Armando -mejor conocido como La Bombonera- Mauricio Macri, por entonces presidente del Club Atlético Boca Juniors, tenía otra preocupación: tras la salida de Héctor ‘El Bambino’ Veira, debía encontrar a quien sería el nuevo director técnico del equipo xenezie.

Ante le incertidumbre y muchos rumores, Macri sacó un as bajo la manga y se decidió por Carlos Bianchi, el 27 de mayo de 1998 el entrenador que ganó todo, Liga, Libertadores e Intercontinental con Velez Sarfield, firmó su contrato.

"Llegó un día con mucho frío en julio de ‘98 y dijo: 'Hola, soy Carlos Bianchi' y recién perdió en el '99" dijo Juan Roman Riquelme. Y así fue: el 3 de julio de 1998, en Tandil empezó su conducción y solo un año y 40 partidos después, el 6 de junio de 1999, perdió su primer partido.

A lo largo de esos 40 partidos, construyó un equipo corto, que presionara en campo ajeno, con mucho ataque por las bandas, pero, sobre todo un equipo solidario que forjó una estirpe ganadora que saldría a relucir en el año 2000 cuando todo el trabajo del entrenador y de aquel plantel de jugadores se consolidó con la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental.

El esquema siempre era el mismo: línea de cuatro defensores con laterales muy profundos, un volante de marca, dos volantes mixtos, un enganche, un wing y un nueve de área. Cambiaban los nombres, pero nunca la idea o la forma de jugar.


Y el partido más importante de aquel ciclo de Carlos Bianchi, el que lo llevó a lo más alto de la historia xeneize, fue el 28 de noviembre del 2000, en el estadio Yokohama de Tokio. "Lo tienen que disfrutar y dejar todo en cada jugada. Es una oportunidad única para un cierre de un ciclo que arrancó en el 98, en donde siempre fuimos protagonistas. Todos sabemos lo que nos costó llegar. Y no saben si volverán a tener otra chance como esta. No todos los días se tiene la chance de ser campeón del mundo" les dijo Bianchi en las horas previas al encuentro. El mensaje el plantel lo recibió de la mejor manera y consiguieron el anhelado objetivo.


Para esa, la cita más importante de la historia de Boca Juniors, Bianchi eligió en el arco a Oscar Córdoba; Jorge Bermúdez y Cristian Traverso actuaron como defensores centrales, Aníbal Matellan y Hugo Ibarra fueron los laterales; en el medio como volante central Mauricio Serna, por un costado José Basulado y por otro Sebastián Battaglía, Juan Roman Riquelme como enganche y los delanteros, Martin Palermo y Marcelo Delgado. 

En frente estaba el equipo campeón de Europa; el Real Madrid de Vicente del Bosque con Iker Casillas, Fernando Hierro, Roberto Carlos, Luis Figo y Raúl como sus máximas figuras. El equipo de los ‘galácticos’ que quería conquistar el mundo.

La idea táctica del ‘Virrey’ consistía en que, en defensa, había a como diera lugar contener el potencial ofensivo del Real Madrid con un bloque -mínimo- de siete jugadores: la línea de cuatro defensores más tres volantes. Por momentos, incluso, el enganche y los delanteros pasaban la línea de pelota y el bloque lo componían los 11 jugadores: se hacían impenetrables, y tenían la misión de presionar y asfixiar al Madrid ante sus embestidas ofensivas: recuperar el balón y buscar la espalda de la última línea defensiva merengue o darle el balón a Riquelme y que en él, reposara el equipo.

El 4-3 en defensa fue la fortaleza que permitió a Boca mermar el poderío ofensivo del equipo ‘galáctico’.
En el medio campo, la figura elegida por Bianchi fue el famoso ‘rombo’, con el volante central y el enganche como extremos verticales del mismo y los dos volantes mixtos como extremos horizontales de la figura. Serna, Basualdo, Battaglía y Riquelme eran el equilibrio del equipo, tanto en defensa como en ataque.


Finalmente, el triángulo ofensivo estaba compuesto por Juan Roman Riquelme, enganche y sostén futbolístico del equipo; Martín Palermo como centro-delantero luchando contra los dos centrales y Marcelo Delgado, quien se movía por todo el frente de ataque y atacaba la espalda de los laterales: Roberto Carlos y Geremi. 


El trámite del partido empezó siendo muy favorable para Boca Juniors. En solo 6 minutos ya se encontraba dos goles arriba del equipo español. Las dos anotaciones llegaron gracias a recuperaciones rápidas de Boca, con balones a la espalda de la última línea del Real Madrid (por lo general siempre adelantada) para aprovechar la velocidad de Marcelo Delgado. En el primero, es Matellan quien recupera y envía un balón a la espalda del lateral derecho del Madrid, Geremi, para que Marcelo Delgado ganase en velocidad y buscara el centro para le llegada de Martín Palermo. 

Balón largo a la espalda de Geremi que va a buscar Delgado para conectar con Palermo


Para el segundo gol, a tan solo 6 minutos de haber empezar el partido, Boca vuelve a sacar fruto de la presión asfixiante para recuperar el balón y es Riquelme esta vez quien con un exquisito pase de 45 metros deja a Palermo mano a mano con Casillas para vencerlo y decretar el 2-0. 

“Si uno se pone a pensar bien, Geremi y Palermo corren 100 carreras y Geremi gana 99 y solo una Palermo y Palermo ganó en la que tenía que hacer el gol” dijo Carlos Bianchi analizando el partido. Increíblemente Palermo, quien no tenía a la velocidad como una de sus principales características, gana la carrera al veloz Geremi y decreta el 2-0.

Envío largo de Riquelme a la espalda de Geremi. Martín Palermo empieza su carrera junto a él, pero le gana la posición y define ante Iker Casillas. 
Desde ese momento, el equipo blanco se lanzó al ataque con todas sus armas y el descuento no tardaría en llegar. A los 11 minutos, Roberto Carlos aprovechó un despeje del meta colombiano del equipo argentino y marcó el 2-1. Quedaban 80 minutos por delante pero el equipo de Bianchi, fiel a su estructura y su sistema sostuvo el partido con un trabajo defensivo brillante que por momentos apeló al contragolpe para no renunciar.

Por momentos, eran los 11 jugadores (Ibarra lateral derecho no entra en plano) quienes estaban por detrás de la línea de la pelota sosteniendo el resultado con presión a quien manejaba la pelota, pero también a los posibles receptores de la misma. 
Sin mayores apuros, con una solidez defensiva imponente, con una actuación de Juan Roman Riquelme consagratoria y con la efectividad que siempre caracterizó a los equipos de Bianchi, el Club Atlético Boca Juniors vencía al equipo que parecía invencible y se consagraba como campeón del mundo.

Lejana estaba ya esa fría mañana de julio de 1998 en la que Carlos Bianchi inició su ciclo como director técnico en Boca. Dos años y medio después él y su grupo de jugadores partían la historia del futbol argentino y sudamericano para siempre mostrando que, en una noche, se puede conquistar el mundo. 

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