Adolfo Ríos (@adolfoarios)
La Copa América Centenario se acabó para Paraguay en
un abrir y cerrar de ojos. El gusto amargo que dejó el último combo de
eliminatorias previo al certamen, se prolongó en la cita continental, al
extremo que representó el punto final al ciclo de Ramón Díaz, dejando a la
Albirroja con una gran incertidumbre de cara al futuro.
La fórmula de arropar a las prominentes figuras
jóvenes con desgastadas figuras experimentadas como las de Villar, Da Silva o
Haedo no resultó efectiva en esta ocasión para el cuerpo técnico encabezado por
Díaz. El falso discurso de renovación de la selección (más allá de que la misma
se encuentra en medio del inevitable proceso de recambio) queda evidenciado con
el hecho de que la convocatoria de jugadores como Piris Da Motta y Tonny
Sanabria o la titularidad de Gustavo Gómez, sólo hayan sido posibles debido a
las bajas por lesión de Ortigoza, Santa Cruz y Pablo Aguilar, respectivamente.
El cuerpo técnico sabía de la importancia de esta Copa, tal como había
asimilado la de Chile 2015, campaña con la cual se había ganado un cierto
respaldo de cara al proceso eliminatorio. ¿Las diferencias? Aquí ya no se
estaba empezando un ciclo, se llegaba con el peso de los 4 puntos perdidos en
el último combo premundialista, los habituales caprichos que tiene todo cuerpo
técnico pero que en acumulación hastiaron a la afición y finalmente los
resultados, que no acompañaron.
Ramón Díaz había construido su onceno base en Chile
2015, con un clásico 4-4-2 que resultó efectivo en varias ocasiones, pero su
Selección se asemejó siempre a un alumno perezoso, aquel del que se sabe su
capacidad pero que con más empeño y regularidad hubiera conseguido mejores
resultados. Los empates de 2-2 ante Argentina (en Copa América 2015), Ecuador y
Brasil sobre la hora (en Eliminatorias) y la insuficiente reacción tardía en el
1-2 ante Colombia en la actual Copa reflejan trabajo hecho a medias. La
Albirroja dejó la sensación de ser capaz de competir ante los rivales más
pintados de la región, pero en ninguno de los casos terminó de completar el
trabajo. Finalmente, las únicas 3 victorias conseguidas en los 20 partidos jugados
bajo el mando de este cuerpo técnico, fueron logradas ante Jamaica, Venezuela y
Bolivia, por márgenes mínimos y con tantos conseguidos gracias a complicidades
de los rivales.
En relación a lo estrictamente futbolístico y a la
Copa Centenario, la Selección Paraguaya tuvo déficits puntuales en todas las
zonas del campo:
En el arco:
Se sigue recurriendo a Justo Villar a sus casi 39
años. Anthony Silva y Diego Barreto no han podido consolidarse como
guardavallas de nivel internacional y resulta preocupante la ausencia de alguna
figura emergente en esa posición, en la que Paraguay siempre ha tenido a
grandes referentes.
En defensa:
La ubicación de Bruno Valdez como lateral derecho
había sido fructífera en Chile 2015 y en algunos partidos de eliminatorias,
pero era cuestión de tiempo que se denotaran las flaquezas de un jugador
forzado a jugar lejos de su puesto de oficio. Que Paulo da Silva y Victor Ayala
también hayan tenido que cumplir el mismo rol en esta Copa, deja en evidencia
el pecado de no haber considerado a Jorge Moreira, de buen presente en Libertad,
siendo este uno de los mayores caprichos del cuerpo técnico. Lo positivo: la
consolidación de Gustavo Gómez, ratificando su gran presente en Lanús y con una
eminente transferencia a Europa en puertas; gran nivel del que debería ser el
sustituto natural de Da Silva en el proceso de recambio.
En el mediocampo:
La ausencia de un volante con habilidades naturales
de recuperación, que ya se había sufrido ante Brasil tras la lesión de Richard
Ortiz, se repitió en Estados Unidos. Victor Cáceres, lejos del ruido en el
fútbol de Qatar, tampoco fue considerado. Robert Piris da Motta es un buen
valor en la posición pero aún necesita de mayor rodaje en el campo
internacional, por lo que su desempeño resultó insuficiente. Celso Ortiz está
habituado a jugar como interior en el AZ Alkmaar, pero como sus prioridades no
son defensivas, también se vio superado. No dejó de llamar la atención las
pocas chances otorgadas a Rodrigo Rojas, quien mantiene con regularidad un buen
nivel en la posición desde hace un año. En cuanto a los volantes ofensivos, Derlis
González siguió con su bajón y no logró ser el mismo de un año atrás, a pesar
de que se reconocen su potencial y capacidad. Se ganaron figuras individuales
como Miguel Almirón y Oscar Romero, en quienes se centran las esperanzas de la
afición paraguaya de cara al futuro.
En la delantera:
El sector que termina dejando la estadística más
negativa del equipo: el conjunto paraguayo convirtió un solo gol en tres
juegos, y el mismo no fue anotado por un delantero. Darío Lezcano, como
referente descubierto en el proceso eliminatorio, fue el que tuvo más minutos
pero tuvo sus chances claras y las desperdició. Se intentó también con Jorge
Benítez y Tonny Sanabria, pero se vio muy poco de ambos, muy estáticos y
fácilmente absorbidos por las defensas rivales. Nelson Haedo tuvo unos 15
minutos para el olvido en el debut. Juan Iturbe, la gran apuesta del cuerpo
técnico contra viento y marea, recién mostró cosas interesantes en los minutos
finales ante los locales, con algunos desbordes por la banda, pero que no pudieron
ser aprovechados por sus compañeros.
A nivel colectivo, se vieron claras instrucciones
del cuerpo técnico de salir con el balón dominado al ras del piso con los
defensores, pero con mediocampistas poco voluntariosos para encontrar espacios se
volvió a recurrir de forma natural a los pelotazos de antaño, hasta que el
déficit fue corregido recién en el segundo tiempo del segundo partido con la
positiva incorporación de Victor Ayala. No se pudieron consolidar sociedades en
ataque, por derecha ante la ausencia de un lateral de oficio y por el centro
con el estatismo de los delanteros. Fueron contadas las excepciones por
izquierda con algunas proyecciones de Samudio en sociedad con Romero, Almirón o
Iturbe. En líneas generales, un equipo muy largo que dejó la sensación de poder
haber hecho más para sacar provecho de la superioridad ante Costa Rica en los
primeros 45 minutos y del hombre demás ante los Estados Unidos en la segunda mitad.
La Albirroja sigue en carrera a Rusia 2018 con sus
chances intactas, que deberán ser capitalizadas por el nuevo cuerpo técnico que
llegue. Se espera que este sea un maestro más exigente, que obligue a efectuar
las tareas en tiempo y forma. Destacados alumnos como Oscar Romero, Miguel
Almirón, Derlis González, Tonny Sanabria, Gustavo Gómez, Robert Piris y otros
les esperan con ganas para graduarse con honores en el escenario internacional.
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