Joaquín Fernández (@JoaquinFerOK)
Pegado a una de las bandas, como los viejos wings, Cristian Pavón se ganó el cariño de la hinchada xeneize gracias a su desequilibrio en velocidad y de sus gambetas para sortear a rivales. Ascendió dos veces consecutivas con dos clubes distintos; el talento de Kichán -como lo apodaron Córdoba- parece no haber llegado a su techo y, al ritmo que evoluciona su juego, no falta mucho para que emigre a Europa.
Pavón es un
extremo izquierdo incisivo, eléctrico y desequilibrante que, poco a poco,
ha ganado el olfato goleador. Por su velocidad, posición y parentesco físico se
lo podría comparar con Lavezzi. Es muy habilidoso y, sobre todo, muy
veloz. Su capacidad de desbordar es increíble y, cada vez que tiene la
oportunidad, hace gala de un magnífico uno contra uno. Posee conducción de
pelota en carrera que genera problemas a los defensores rivales, ya que la
tarea de robarle el balón en velocidad -sin cometer una infracción- parece ser
imposible. Su variedad de regates son una herramienta más a la hora de
jugar en el uno contra uno y trata de medir su uso.
Físicamente se
lo ve frágil; roza los 1'70 cm y es muy delgado, pero nada de esto es un
impedimento ya que sabe aguantar muy bien la pelota y tiene un buen salto para
cabecear pelotas aéreas. Al principio le costaba terminar las jugadas.
Rompía la defensa rival con sus miríficos arranques en velocidad, pero
terminaba definiendo mal u optando por hacer alguna acción que la jugada no le
demandaba. Algo que parece lógico en un chico que ahora tiene 20 años y que
parecía dejarse llevar por sus impulsos de querer pasar a todos. En Boca notaron
que aún tenía que trabajar en esos aspectos y, con el tiempo y trabajo,
dosificó su toma de decisiones.
No se esconde ni se queda quieto en la cancha. A veces se tira mucho contra la banda, pero es este límite de la cancha una herramienta que conoce a la perfección y sabe usar a su favor. Depende mucho de que los mediocampistas lo sepan utilizar bien. Claramente es beneficiado a la hora de contragolpear, ya que saca lo mejor de él con su velocidad y control de pelota. Sabe picar bien a los espacios vacíos y mete miedo cuando tiene espacio y arranca en velocidad con la pelota en sus pies. Su desborde es muy peligroso y Boca no lo ha podido aprovechar del todo debido a la ausencia de un nueve de área con el que se tenga que descargar, pero con Tévez se ha asociado positivamente y, cuando se juntan, pueden hacer estragos en la defensa rival. Pero todo estas virtudes que tiene fueron, en su mayoría, fruto de su trabajo y práctica perseverante desde que era tan sólo un niño.
Su infancia
Oriundo
de Anisacate, un pueblo cordobés de unos 3 mil habitantes, Cristian Pavón
demostró desde pequeño su amor por el fútbol. Cuentan sus allegados que de
niño se despertaba y se iba todo el día a jugar a cualquier cancha de fútbol
con su pelota, quien parecía ser su mejor amiga. Creció en el seno de una
familia humilde donde era el menor de tres hermanos y, como asegura su familia y
su ex entrenador, Cristian era el que menos creían talentoso con la pelota.
Hasta casi abandonó el fútbol cuando la familia no podía pagar los boletos de
colectivo para que él y uno de sus hermanos viajen diariamente a
jugar a la capital de Córdoba. Cristian encontró la manera de seguir, demostró
en su pueblo de qué estaba hecho y a temprana edad entrar en las inferiores de
Talleres.
En la T logró
formarse futbolísticamente. Con el correr del tiempo, Kichán -como lo apodaron
en el equipo cordobés- comenzó a vislumbrar que tenía madera de grande. Se hizo
rápidamente su camino al equipo mayor, donde con tan sólo 17 años debutó y fue
la revelación del conjunto que logró ascender a la B Nacional.
Paralelamente fue convocado por Humbertito Grondona para la sub-17 y también
sorprendió en los partidos que jugó con la albiceleste. Tras estar en la mira
de los equipos más importantes de la Argentina por su excelente campaña en
Talleres, en el 2014 -a tan sólo dos meses de debutar profesionalmente- fue
vendido a Boca por 14 millones de pesos, plata que sacó a Talleres de la
quiebra. El club xeneize decidió cederlo a Colón de Santa Fe para que pueda
foguearse antes de pasar a Boca. En el club Sabalero fue, otra vez, una de las
figuras y piezas fundamentales del equipo que logró el ascenso a la
Primera División. Después de esos dos años de crecimiento, le tocó el enorme
desafió de pasar a Boca, donde el Vasco Arruabarrena, decidió contar con él
para la temporada entrante.
En Boca le esperó una temporada de locos. Su primer partido en el 2015 fue el superclásico de verano, donde jugó de maravilla y asombró a todos con su desborde alígero, pero se vio frustrado cuando Vangioni lo lesionó en una falta muy polémica. Se quebró el quinto metatarsiano y quedó afuera de las canchas hasta la séptima fecha del campeonato, donde hizo su debut oficial al ingresar contra Huracán. Su debut goleador llegó en su tercer partido, ante Lanús. La mayor de las sorpresas llegó cuando entró a tan sólo 23 minutos del final y marcó el primer gol del superclásico, contra River, en La Bombonera. Un sueño cumplido para el cordobés. Meses más tarde lograría ser parte del equipo que salió campeón del campeonato local y de la Copa Argentina. Doblete en Boca con tan sólo 19 años.
Durante ese año
en Boca, Pavón fue un arma para Arruabarrena, pero por decisión del técnico
nunca logró afianzarse como titular. Recurría a él para que entre en los
segundos tiempos y apenas lo ponía de titular en partidos menos
trascendentes, como en la Copa Argentina. Para muchos un gran error del
entrenador, para otros sólo lo quería llevar de a poco en el mundo Boca, ese
micromundo que devoró la carrera de más de una promesa que no pudo asentarse a
las exigencias del club, su gente y a la presión de los medios de
comunicación. Además de no tenerlo tan en cuenta para el 11 principal,
Arruabarrena lo intentó usar en ocasiones como una especie de volante o lo
ponía por la derecha, cuando el mismo jugador confesó que no se sentía cómodo
en esas posiciones. Es por esto que el cambio de técnico, en este 2016,
parece haberle dado mucha más soltura en sus participaciones.
Con la llegada
de los mellizos Barros Schelotto a la dirección técnica de Boca, Pavón
logró tener otro rol en el plantel. Guillermo -ídolo Xeneize que salió campeón
de todo con la 7 azul y oro- parece haber acomodado un poco más al cordobés,
quien parece aprovechar a alguien que jugó en la misma posición que él en Boca,
que se consagró y es ídolo de la institución. Consejos de un ídolo para
con una promesa del fútbol argentino.
Pavón lleva en
Boca 21 partidos oficiales y, hasta el momento, 8 goles anotados, incluyendo el
gol récord al más rápido del club -en 12 segundos le arrebató la hazaña a
Walter Temer-. Su desempeño en la eliminación de Boca en semifinales de
Libertadores fue lo mejor del conjunto xeneize; si bien su doblete no pudo
evitar la derrota ante Independiente del Valle, el estadio entero coreó su
apellido para mostrar agradecimiento a la entrega y a sus goles. Su gol ante
Nacional de Uruguay es, junto al que marcó ante River en su primer superclásico
oficial, el más importante que ha logrado hasta el momento, por lo que
significó -metió a Boca en semifinales en un partido durísimo-. Pero claro,
todos sabemos que a este pibe de 20 años todavía le queda mucho por delante.
Posiblemente su futuro esté en el fútbol extranjero, como marca la costumbre de
los clubes argentinos de tener que vender toda promesa futbolística al mercado
europeo. Ante el interés de clubes como el Porto, PSV y el Inter de Milán
-entre otros-, la dirigencia de Boca ya le renovó el contrato hasta el 2020 y
tazó su pase en 18 millones de euros. Así que hagan la fila y saquen la
billetera para llevárselo.
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