Ads (728x90)


Armando Peña (@SoyArmador)

Oriundo del pueblo Aragua de Maturín en el estado Monagas,  orgulloso de sus orígenes  y de los logros que ha conseguido en su corta y prometedora carrera. Renzo es un ser humano sencillo, familiar, trabajador, creyente,  enfocado, obsesionado por la superación dentro y fuera de las canchas. Nació en 1994 y actualmente es jugador del Real Valladolid en España

Sus inicios dentro del fútbol se remontan en el equipo de su municipio, el Atlético Piar, inició en las categorías inferiores y con apenas 15 años jugaba Segunda A, la pasión por el deporte fue inculcada por su padre: “Él jugó fútbol y mi pueblo es muy futbolero. Me llevaba mucho al estadio, las personas a mi alrededor les encantaba. Mi padre me regañaba cuando no iba a entrenar, esa insistencia siempre en los entrenos o cuando me iba a jugar futbolito con mis amigos y no iba a las practicas.” Además jugaba campeonatos vacacionales en su localidad: “El equipo se llamaba Cedeño, igual que el nombre de mi calle.”

El  talento innato de Zambrano lo llevó a un módulo Sub 17 de la Selección, probó y quedó, fue el primer paso para catapultarse: “De Monagas fuimos ocho jugadores, era un módulo en Puerto La Cruz aproximadamente de 30. Sólo quedamos dos de Maturín, Jesús O’Dell  y yo. Era el menor de todos ellos tenían 16 y yo 15 años. “Allí empezó a escribir su propio camino en el balompié  venezolano.

Luego de asistir al suramericano sub 17 de Ecuador en el 2011 las puertas comenzaron a abrirse, el salto fue a la filial del Deportivo Anzoátegui, después cumplió un sueño al llegar al Monagas SC,  un periodo de tres años donde vivió felicidades y tristezas con el equipo de su estado natal, apenas con 18 años debutó en Copa Sudamericana pero también sufrió el descenso de los azulgranas.

“Les gusté mucho y nunca me bajé del bus”. Y es que Renzo se ganó la confianza del cuerpo técnico de la selección y continúo el proceso generacional al estar en el Suramericano sub 20 de Argentina. En ambos campeonatos Marcos Mathías fue el encargado de dirigir a la vinotinto, tanto en el 2011 como en el 2013. 

Su habilidad en el terreno evidencia la técnica privilegiada que posee: ágil, habilidoso, dinámico, tiene buen pase, lectura de juego, sacrificio, un futbolista polifuncional. Habita la totalidad del mediocampo: “Desde pequeño jugué allí, siempre me gustó atacar y defender, por izquierda, por derecha o en el centro, cuando estuve en equipos profesionales los entrenadores me ponían en una posición u otra, pero siempre en el medio”. Se acostumbró a cumplir de acuerdo las labores que le encomendaban, pese a caracterizarse por su estilo ofensivo, la contención es un puesto donde no desentona, algunos lo consideran un todocampista, pero él sabe dónde exhibe su mejor versión: “Me gusta participar mucho con la pelota, me quedo con el puesto de ocho.”

Ha tenido varios técnicos que le han dejado una enseñanza, para cada uno de ellos tiene palabras de agradecimiento: “Desde Juvencio Betancourt, Marco Mathías, Fabián Bazán; Alí Cañas, Saúl Maldonado. De todos me encariñé y me llevo un aprendizaje”.

Admiraba a grandes jugadores como a Zidane y a Ronaldinho, aunque no duda en responder quien es su ídolo “es Dios.” Tomando en cuenta que su ejemplo a seguir siempre lo encontró en su padre. Zambrano es consciente de las correcciones y mejoras que tiene que hacer para crecer:  “Uno nunca termina de aprender, tanto en la vida como en el fútbol. Todos los días es de aprendizaje, me falta mucho por madurar y recorrer".

Mantiene como consigna que lo realmente importantes es mantener y no simplemente llegar a una meta, las constantes luchas para sobrepasar las adversidades las enfrenta respaldándose en sus experiencias:  “El enfoque nunca se tiene que perder, mantener los ojos en el objetivo con responsabilidad y mucho sacrificio. Dios ve todas esas cosas y al final te da la recompensa de todo los que has hecho".

Paciente y lleno de convicción, no deja de un lado los inconvenientes de la profesión que eligió: “La carrera del futbolista no es fácil, la gente solo ve cuando estamos en la cancha, pero no ve lo que pasa fuera, momentos perdidos, lejos de su familia y hay momentos en que uno piensa en dejar e irse a su casa. El desánimo muchas veces estuvo, y va estar presenta no solo en el fútbol sino en cualquier aspecto de nuestra vidas.”


No obstante la perseverancia lo ha llevado a cosechar importantes frutos a su corta edad, apenas con 22 años ya ha jugado Copa Sudamericana, Segunda y Primera División en Venezuela, emigró a la filial del Valladolid y en su segundo año debutó con el primer equipo.  En las categorías inferiores de la selección cumplió los ciclos sub17 y sub 20, esperando la oportunidad en la mayor. Sin mucho ruido espera desplegar su éxito a nivel internacional. 

Publicar un comentario