Diego Sancho (@SanchoDiegoo)
“Cuando te enfrentas a
jugadores de alta calidad, el gran problema es su capacidad de asociación.
Individualmente puedes frenarlos con las ayudas defensivas, porque salen de un
defensa, pero quizás no de dos. En cambio, si a la rapidez y definición suman
compenetración, entonces te destrozan.” Gregorio Manzano
Quizá la claridad con la que Universidad Católica es bicampeón en Chile es
un poco difusa por el dominio que tuvo Deportes Iquique en gran parte del
torneo. Muy a pesar de haber sido goleado 2-6 en el norte por los hoy reyes del
balompié nacional, conviene ponerse a pensar si este dominio cruzado es casual
o causal. En ello, la intención de estas líneas.
Deportes Iquique es lo que Universidad Católica no. Se trata de un colectivo
capaz de interpretar y llevar a cabo una idea (Iquique) y otro que tiene buenos
jugadores que juntos son compatibles para varias fases del juego. Un equipo, por
nombradía y calidad, es mejor que otro; pero no pueden asirse de una estrategia
determinada para justificar su éxito. Simplemente en el que sus miembros se
ayudan entre sí para que sus debilidades individuales no salgan a flote.
Conviene aclarar que solo poner buenos –y caros- jugadores en cancha no es
la fórmula perfecta en este deporte. Cierto, la jerarquía de los exponentes del
equipo está en la órbita de la selección (Nicolás Castillo, Cristopher
Toselli, José Fuenzalida) y elementos que han competido en la cima de continentes
(Diego Bounanotte y Enzo Kalisnky). Pero el mérito del entrenador está en
canalizar sus talentos en pro del colectivo.
Se ve a Nicolás Castillo como bastión de la temporada. Y sí, es la punta
del sistema. Sin duda un delantero que sabe ganarse la posición y posesión con
espontaneidad o impertinencia respectivamente es un plus para cualquier equipo.
Acierto del profesor Salas en colocar un extremo en cada flanco para facilitarle
contextos. Sobre todo Fuenzalida, que en su carril es un puente entre la zona
de cuidado defensivo y de vértigo ofensivo.
La dosis de humildad de los extremos para adoptar posiciones de retaguardia
y presionar también es representativa. Noir y Fuenzalida han sabido cumplir
esta conducta. Otro hombre clave es el argentino Kalinsky que con sus
conducciones ayuda a salir jugando a sus compañeros del fondo. Jugadores que
aclaren la salida son basales, pues su compatriota Buonanotte no tiene
comparación entre su juego sin pelota y con él.
Lo de Buonanotte merece un párrafo aparte porque combina efectividad con
plasticidad. No hace una de más, quizá porque está por encima de la liga local,
pero la hace. Resultadistas y románticos gozan verlo jugar, gambetear, definir
y ver cómo se exhibe en cada gesto técnico. Prolonga la mística estela del
futbolista argentino que se llama Diego.
Los grandes jugadores con los que cuenta Universidad Católica calzan a la medida. Crean un equipo dinámico, el mejor del país, en el que la suma de los talentos no es mayor al todo. Para los casos en los que esto no sucede, utilizarán percha, para que la idea entre incómoda e insegura en los botines de los futbolistas.
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