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Por: Gabriel González (@Gabochini)

El regreso de Fernando Gago a los terrenos de juego alivió a muchos y nos alegró a todos, y más al volver en un nivel tan eclipsante.

Una de esas personas que respiran con el regreso del '5' xeneize fue Guillermo Barros Schelotto. Inmerso en un clongomerado de enigmas, sin referencias cooperativas y escaso de alternativas, el director técnico visualiza un horizonte claro y alentador al adherir en el sistema a "Pintita". Fernando fue la respuesta justa y necesaria para descifrar el código que el cuerpo técnico de Boca craneaba partido a partido. La réplica sentenciadora que no hallaba el cuadro boquense.

Acompañado de su reconocida visión de juego y excelso golpeo direcionado de la pelota, Gago aunó todos los problemas y los resolvió a través del orden representado por el pase, ese toque de balón con criterio que arma y desarma consecuentemente; arma y ordena la estructura y propuesta del equipo que defiende y desarma paulatinamente el plan del rival. La intención de contrarrestar pasa a un lugar insignificante por las acciones que puede cometer el mediocentro en cuestión de segundos.

Eso le pasó a Racing el fin de semana pasado. El equipo de Ricardo Zielinski llegó a La Bombonera con una clara intención: Presionar la salida rival, anular al único volante central contrario y obligar al portero a rifar la pelota, todo ésto con intención de ganar a cómo dé lugar la "segunda pelota", esa que tanto benefició al equipo albiceleste en el clásico de Avellaneda ante Independiente.

Por momentos, el plan le salía al ruso Zielinski. Guillermo Sara tiraba arriba la pelota al encontrar a sus alternativas de pase cubiertas (Vergini, Gago e Insaurralde) por atacantes de Racing. Boca, aturdido, no encontraba el hilo conductor que desarrollara la jugada. Ésto fue una constante durante el partido, algo que Boca supo sobrellevar al mando de Fernando.

Se entiende el fútbol como un juego inestable, donde se trata de medir y actuar según lo que requiera cada percance, y ésta inestabilidad marca, por supuesto, cambios graduales o repentinos en la acción. Todo condiciona. Y el condicionante primordial para la victoria de Boca (4-2) y desechar la estrategia de Racing fue Gago. Mientras los visitantes presionaban el predio boquense, el equipo de Schelotto, cuando se apoderaba de la redonda, aprovechaba cada espacio relegado para causar daño sobre el terreno contrario, y para fabricar ese incesante ataque, los pases de "Pintita" eran pieza fundamental.

Posicionamiento idóneo, envíos desestabilizadores y criterio para jugar fueron las armas de Gago para lastimar la retaguardia de Orión y compañía. Cuando "Pintita" la recibía, cada traslado/pase era intencionado, sea para apaciguar el ritmo del partido o para ser vertiginosos y hacer daño a la defensa visitante que, vale mencionarlo, no tuvo su mejor tarde. A leguas se evidencia cómo conoce ésta posición Gago. Su distribución aporta el orden necesario y sistematiza correctamente todo ataque xeneize. Punto para el mellizo en ésta. Cuando se lo cuestionaba sobre dónde iba a jugar el mediocentro, el DT respondía: "Lo voy a poner en la posición que lo vendieron al Real Madrid". Por los momentos le está funcionando, y creo que mientras Gago continúe en éste nivel, seguirá siendo así. Es su hábitat natural.

Por ahí se atrevieron a apodarlo el "Toni Kroos argentino" y, opino, el concepto no escapa tanto de la realidad. Gago, más alla de su capacidad cognitiva para interpretar el juego, aplica correctamente el manual de instrucciones en la práctica. El contexto, obviamente, sale beneficiado. Carlos Tevez, Pablo Pérez y Rodrigo Bentancur encontraron el aliado perfecto para jugar y liberarse de presiones que los encogían de hombros. Los delanteros resultan más abastecidos y llegan con más profundidad. Los defensores encontraron el soporte indicado para construir la jugada. En definitiva, Boca es más claro, directo y su entrenador está más satisfecho.


Visto lo visto, resulta imprescindible la presencia de Gago en la mitad de la cancha. Llegó, y Boca no volvió a ser el de otrora. Dinamismo, vértigo adecuado, capacidad grupal de asociación y apoyo son algunas virtudes que necesitaba el equipo de Guillermo. Por suerte, volvió Gago para ordenar los desajustes, desarropar la banalidad y mezclar las buenas intenciones para estabilizar el barco azul y oro.

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