El año 2009 pudo haber cambiado la historia
del fútbol colombiano. Corría el segundo gobierno de Álvaro Uribe Vélez y el
conflicto armado pasaba por horas tensas. No había tiempo para tomar un respiro
periodístico. En el ámbito deportivo, fueron doce meses modestos, más allá de
los campeonatos mundiales de Cecilia Baena
(patinaje), Diego Rosero (patinaje), Juri Alvear (judo) y Rodrigo Acevedo (triatlón).
El Mundial de Sudáfrica había sido echado por la borda y la atención hacia el
fútbol disminuyó. Aun así, sin saberlo, alguien en los Alpes suizos puedo haber
hecho un viraje letal. En las carreteras de Annecy, Francia, Reinaldo Rueda
volvía luego de visitar un campo de entrenamiento que utilizaría la Selección
hondureña previo a la Copa del Mundo 2010. El entrenador cafetero, junto con el
jefe de delegaciones catrachas, fue impactado por un conductor que manejaba con
exceso de velocidad. El vehículo donde viajaba rueda se volteó. Aun así, ambos
salieron con vida. El entrenador del año para el diario El Espectador vio el final
muy de cerca.
En una de las zonas más afectadas por el problema
de narcotráfico -Cali-, nació Reinaldo Rueda Rivera el 16 de abril de 1957. No
todos nacen con la virtud de los dioses sobre los pies. El hoy experimentado DT
jugó de manera amateur y universitaria, sin mayor trascendencia. Sus estudios
en Educación Física y Deportes los compartió entre Colombia y Alemania. El
alemán es uno de sus fuertes.
Hoy,
seis años después de haber sufrido un accidente a 8.604,41 km de su país, le
toca revivir la situación desde otra arista. Encaminado a conseguir su primera
Copa Sudamericana, vivió directamente el accidente de Chapecoense. Aquella
fortuna habida en Alta Saboya no se le replicó de la misma forma. Duelen las
víctimas, como también duele no haberse jugado una final que prometía ser de
infarto.
A nivel de éxito, su paso por Deportivo
Cali, Deportivo Independiente Medellín, las selecciones juveniles colombianas (fue tercero en el Mundial Sub 20 de Emiratos Árabes Unidos),
la Honduras absoluta y la Ecuador de mayores, no se compara con lo hecho en
Atlético Nacional de Medellín. De “amarrete” fue calificado en su etapa previa
en la meridional. Totalmente opuesto a lo mostrado posteriormente con el
verdolaga.
Si de definir con una palabra el juego
del polémico Nacional se trata, dinámica es la primera que se viene a la mente
de quien redacta estas líneas. La movilidad no se pierde, ni siquiera porque la
plantilla profesional de su equipo tiene hasta 31 jugadores. No es nuevo, el
gran abanico de futbolistas en habitual en los clubes cafeteros.
Una idea clara de juego ha llevado al Nacional de Rueda a cuatro títulos. Tres nacionales y uno internacional se cuentan en el palmarés de un club que ha tratado de limpiar su imagen social, incluso teniendo una línea de transparencia (01-8000-11-11-77). No importa que Sherman Cárdenas, Edwin Cardona, Sebastián Pérez o Alexander Mejía se hayan ido, siguen jugando a lo mismo.
En el ciclo de Reinaldo Rueda, la
veteranía de Alexis Herníquez se ha conjugado con la juventud de un Marlos
Moreno. 26.5 años, en promedio, tiene un equipo que presume y garantiza ser el
mejor de América y que tendrá su pequeña revancha de no poder disputar la Final
de Copa en el Mundial de Clubes.
El Atlético Nacional de Rueda vale cada
uno de los centavos de los 23 millones de dólares en los que se les valora,
según Transfermarkt. La vida le dio otra oportunidad a Reinaldo y vaya que lo
ha aprovechado.
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