Diego Sancho (@SanchoDiegoo)
No sé ustedes, pero en
estos días he visto muy mal fútbol. Excluido el inciso de ligas europeas en el
fin de semana, no puedo evitar la desazón balompédica que me he llevado. Si
usted solo observó el partido de su selección por pasión, haga el ejercicio de
ver otro del mismo torneo de forma objetiva.
Incluso equipos que tienen
ya atados por peces gordos del Viejo Continente a sus mejores figuras han
mostrado incapacidad colectiva para funcionar por una idea de juego. Ni hablar
de esos seleccionadores que se jactan de haber hecho dos docenas de módulos de
trabajo. Sale al campo un equipo que no involucra a sus laterales en la
elaboración de juego, como si esos mismos adolescentes que intentan potenciar
su carrera en este torneo no tuviesen que innovar en su respectivo rol.
La sorpresa más notable:
el juego de Bolivia, una ojeriza por la pelota impresionante. Hay equipos que
juegan al pelotazo para luego presionar en bloque al lugar del posible rebote,
pero estos chicos no achican siquiera. Pese a que solo hayan tenido poco más de
dos semanas de preparación, permitir, a nivel federativo, exponerse al continente
de esta manera debe ser vergonzoso.
Hablaba antes del
desentendimiento colectivo. Como cosas positivas no puedo resaltar equipos sino
destellos individuales. Cracks de proyección, pero que fomentan la mediocridad
grupal buscando sorprender al graderío plagado de agentes en busca de “nuevas
joyas”. Estoy seguro de que un funcionamiento eficaz y de equipo le va a servir
más a un país que buscar potenciar a las estrellas.
El calendario del torneo
es un maratón físico inédito dentro de sus jóvenes carreras. Brasil y Perú
jugaron cuatro partidos en ocho días. Por supuesto, hubo rotaciones de los
técnicos para evitar esfuerzos sobrehumanos. Además, a uno le sentó mejor que a
otro, Brasil se clasificó luego del tercer partido y Perú fue el primer
eliminado. La presión a la que estos jóvenes fueron expuestos fue brutal.
Europa cada vez va demostrando a nivel internacional
que hay un abismo entre su juego y el sudamericano. Ya en el Mundial de Clubes
empiezan a colarse africanos y asiáticos ante el ganador de la Champions
League. Y la liga china se va inflando de dinero como un músculo con
esteroides. Si el cortoplacismo sigue cundiendo en las mentes de los
federativos, América va a empezar a ser la tercera fuerza contienental en el
fútbol. Piensen en todo el talento que se está
dejando de aprovechar para que eso suceda.
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