Eduardo Ustariz en @ElDoradoMGN
Hace no tanto tiempo, era
muy común y para celebrar la imagen del mediocampista de más jerarquía en el
sistema yendo a recoger el balón al pie de otro futbolista, o bien dicho
futbolista llevárselo a los pies al cerebro. Cruyff, cuando era entrenador y esa
práctica era de lo más común, piense usted en Michel Platini, Carlos Valderrama
o el mismo Johan, llamó a este tipo de escenas jugadas de cartero. Cruyff, que
es el padre del fútbol que se juega hoy día, basaba sus equipos en dos
conceptos fundamentales: ritmo y posición. A través de ellos, mostró Cruyff,
uno podía crear espacios y desorganizar al rival cuando atacaba y, como
consecuencia, defender mejor, más fácil y en menos metros. Vio el futuro
treinta años antes. Cali y Santa Fe jugaron como si no se hubieran
enterado.
El gran problema del
Deportivo Cali, y se ha dicho en este espacio con anterioridad, es su
incapacidad de cambiar de ritmo para desordenar al contrario. Esto tiene que
ver con el posicionamiento y la falta de movimiento de sus jugadores por
delante de la línea del balón para crear pases posibles. El Cali trata de
manejar un discurso con pelota que se enreda cuando el poseedor del esférico se
ve sin opciones de pase y tiene que ralentizar y ralentizar la jugada hasta que
el pase es forzado y fácil de defender. Esa fue la constante de anoche y de ahí
tantas pérdidas de balón.
Y fue así porque el Cali
juega con posiciones redundantes, con Mayer Candelo como paradigma de esto: el
’17’ se mueve mucho en busca de la pelota, pero lo hace acercándose a ella como
un obseso. El resultado es que quien tiene el balón ve como Máyer se le acerca
y puede pasársela, aunque también ve como con su movimiento Candelo lo tapona,
como si fuese un rival, y lo deja sin otra opción que entregarle el balón.
Máyer se ofrece y recibe, pero el Cali pierde metros que el rival gana, y, ya
con el balón en los pies, Candelo se encuentra con dos problemas: el primero,
es que no tiene espacio para maniobrar ni líneas de pase que mejoren la jugada
porque su compañero más cercano está en la misma posición que él; y el segundo
es que Máyer, al no perfilarse adecuadamente para recibir y jugar, queda
obligado a hacer una jugada a más tiempos de los que tendría que tener si sí lo
hiciera, facilitando la presión contraria y quitándole ritmo al juego de su
equipo. Pasó toda la noche.
El otro caso es el de
Sambueza, quien se mueve poco y mal, y por eso le cuesta tanto encontrar
recepciones limpias por dentro. Lionel Messi seguramente es el futbolista más
marcado del planeta, y aun así el argentino logra recibir la pelota libre en
zona de castigo la mayoría del tiempo. Eso hace parte de su inmenso talento.
Sambueza, que tiene muchísima calidad con el balón en los pies, adolece de
movimientos que le aseguren recibir la pelota en posición ventajosa. Anoche esa
limitación de Sambueza también le costó metros y ritmo a su equipo e hizo que
Santa Fe, que ni con la suplencia regala un centímetro por pura intensidad,
defendiera sin tener que realizar esfuerzos intelectuales de más: todo físico y
de voluntad.
El que sí supo, por
ratitos, ganarle metros al Cali desde su posición y sus acciones con pelota,
fue Andrés Roa. Sus internadas al centro, sus desmarques hacia la despoblada
zona de delanteros y sus ataques fantasma a espaldas de los mediocentros de
Santa Fe, sí forzaron intelectualmente a Santa Fe. Lo obligaron a tomar
decisiones y por ahí el Cali tuvo una vía de ataque que desaprovechó pues el
resto de compañeros de Roa no supieron imprimirle el ritmo que la jugada
requería. Mucho mejores en ese sentido, Aguilar, Jown Cardona y Benedetti.
Alternaron alturas y jugaron con un nervio distinto, y el Cali, que va sobrado
de calidad, creó ocasiones para ganar el partido incluso holgadamente.
También porque Santa Fe en
ataque es todo lo contrario que defendiendo. Su ocupación de espacios en
ofensiva también es redundante y parsimoniosa, sobre todo con un Omar Pérez
excesivamente lento como conductor y el enigmático fútbol de Jorge Obregón
arriba. Si Santa Fe quiere optar al título, tendrá que ver como logra
transformar su seguridad defensiva en contragolpes de nivel. Si el Cali quiere
ganar la décima, tendrá que mejorar mucho.
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