Diego Sancho (@SanchoDiegoo)
Si hay algo que impera en los cuerpos técnicos en el siglo actual es el estudio
de rivales. Esta temporada existió la tendencia (que casi fue moda) de la línea de 3 en el fondo en pro de laterales. Podríamos
resumirla como “la temporada de los laterales”, hubo un sinfín de equipo en
Europa que adaptó este sistema. Los análisis pormenorizados cada vez son más
sofisticados, y no solo sirven para ganarle al rival de turno, sino para
entender por qué el rival juega de un modo y no de otro.
Antes el fútbol no era así. Obviamente había un “espía” del equipo rival,
pero hace medio siglo las transmisiones grabadas no se conseguían con la
facilidad de hoy, estaban lejos de verse en alta definición y había que viajar
a otro país a hurgar casi clandestinamente algún entrenamiento. Simplifiquemos:
antes no había internet.
En parte por eso es que tendencias como el catenaccio, el fútbol total holandés o la viveza criolla del Estudiantes de La Plata tricampeón de la Copa
Libertadores parecían insondables. Ya para aquel Milan de Sacchi, a mediados de
la década de ochenta era más fácil conseguir casetes de sus partidos para
descifrar su línea defensiva alta, era más fácil prevenir los cambios de
paradigmas.
Hoy vemos revolucionarios en el fútbol quedarse con mucho menos que los de
antes. Fenómenos como Klopp, Sarri, Sampaoli o Nagelsmann estuvieron al margen de alzarse con un trofeo
este año. En otro tiempo quizá hubiesen dominado su fútbol local por años, pero
actualmente quedan reducidos a un puesto en la Liga de Campeones. Más que ser
un revolucionario, hay que entender a qué juega el rival para saber neutralizarlo.
En ese sentido, hay pocos cuerpos técnicos que estudian mejor a sus rivales
que el de Massimiliano Allegri. O por lo menos que lo demuestren en la cancha
como su Juventus. Antes de llegar a Turín sus equipos no se identificaban con
un estilo determinado, más bien por un planteamiento camaleónico alrededor de
la temporada. Esto no es dado solo por la maleabilidad natural de las
plantillas, sino que hay planteamientos en los que conviene cambiar el dibujo o
el ritmo de ciertos partidos.
En esta edición de la Liga de
Campeones venció al único de los revolucionarios de las cinco grandes europeas
que salió campeón de su país: el Mónaco de Jardim. Lo hizo con una
superioridad de como si hubiese estado preparando los 180 minutos de acción por
años. Al Barcelona lo superó hiriendo
sus debilidades en la ida (3-0) y neutralizando sus fortalezas en la vuelta (0-0),
en una exhibición de juego sin balón histórica, muy notable aún para los
cánones más itálicos.
Es importante destacar la capacidad para defenderse sin
necesitar el balón. Son de los pocos equipos que son dotados para sostener
períodos largos defendiendo sin verse desbordados cerca de la zona de
finalización.
Para poder avanzar tan categóricamente por el continente es importante
tener un grupo de futbolistas amplio. Allegri es muy flexible con el uso de sus
jugadores porque no quiere que su escuadra sea solo buena en la contra o en
circuitos de pase. Sino en ambos, así el contrario sabe que de una forma u otra
lo pueden sorprender. Desde Rincón hasta Higuaín,
los todos los sudamericanos de la Vecchia
Signora son importantes.
Estamos hablando de un equipo que agota todas las instancias para ganar,
desde el estudio del rival, la elección pluralista de varios elementos para
mantener a la plantilla unida y comprometida con la institución y adaptándola a
cada contexto. ¿Será que de tanto neutralizar revoluciones, lo de Allegri en la
Juventus sea otra forma de revolución? La concepción casi total de todos los
escenarios para posibles de un partido, para sacar el resultado.
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