Sin ser parte del once
constante en el Sudamericano ni tener minutos en el Deportivo Táchira, Nahuel
Ferraresi asaltó el puesto del central derecho titular de Venezuela en el
Mundial Sub-20. Sorprendió a todos, porque su nivel fue de esos jugadores que
están destinados a hacer grandes cosas. Terminó jugando 720 minutos de forma
brillante e imponente. Apareció en las lista de muchísimos como una de las revelaciones
del torneo. Y llamó la atención de varios clubes, entre ellos al City Football
Group (Manchester City, New York City FC, Melbourne City FC, Yokohama F.
Marinos y Club Atlético Torque).
Ferraresi vivirá su
primera aventura en el Club Atlético Torque, de la Segunda División de Uruguay,
donde contará con sus primeros minutos como profesional. Y la intención es que
viaje en enero para formar parte del plantel del New York City FC. Todo
dependerá de su rendimiento.
Creció jugando de
delantero y volante ofensivo, aunque, en Nueva Chicago y Vélez, se le colocó de
central por su altura, desde ahí aprendió y se asentó; pero sobre todo se
consolidó en esa posición con la Sub-20 de Rafael Dudamel.
Una de sus mayores
virtudes es su técnica (recibir, conducir y tocar), donde se convierte en una
pieza influyente durante el partido, sobre todo una herramienta importante en
la iniciación de cada jugada. Tiene pausa, algo de regate y mentalidad para ser
vertical, su intención es brindarle a su equipo la posibilidad de avanzar
líneas, ya sea por arriba o abajo, pero que esos pases ofrezcan ventaja.
Muestra virtudes con
espacios reducidos (anticipación, cierre de líneas y posicionamiento) y también
a campo abierto (anticipación, cobertura y velocidad al espacio); pero en ambos
contextos pueden aparecer sus defectos (poca fuerza en el choque, medir mal el
riesgo y descuidar su zona). Debe ganar (calma para saber cómo y cuándo actuar
y en dónde, y también físico para ir mejor en el cuerpo a cuerpo) para poder
convertirse en un central con condiciones de élite.
Va a vivir su primera
experiencia como futbolista profesional, con 18 años, en la Segunda División de
Uruguay, la “calma” que se le exige para medir de mejor manera sus acciones,
también se le pide para que, con paciencia, supere etapas, porque la idea no es
pensar que ya mañana puede jugar en la selección mayor de Venezuela o en la
Premier League de Inglaterra.
Lo positivo es que
Ferraresi es un futbolista con conciencia, liderazgo y personalidad – y con apenas
18 años –. Sabe que el camino para aprender va a ser largo y que la intención
es educarse en los entrenamientos y compitiendo. Analizar su juego y corregir
sus errores es la dirección para potenciar su lectura de juego, convertirse en
un jugador de élite y en el central del futuro de Venezuela.
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