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Roy Galdos (@chinodelarisa)
En todo el proceso de Ricardo Gareca al mando de la selección peruana, cada partido, cada resultado, cada situación adversa, ha servido para que el grupo conozca mejor sus virtudes y limitaciones. Hubo puntos de quiebre en distintos tramos del camino, y eso sirvió para que el equipo se fortalezca.

Por tal motivo, el empate en Wellington ante Nueva Zelanda, pese a ser uno de los dos partidos definitorios por el boleto a Rusia, no debe ser la excepción a la regla. Sobre todo, además, porque analizar lo visto en el Westpac Stadium nos va a ayudar a encontrar algunas soluciones para el partido en Lima.

 Nueva Zelanda/DT: Anthony Hudson (5-3-2)


Perú/DT: Ricardo Gareca (4-2-3-1)

CONOCIMIENTO PREVIO PARA CORTAR CIRCUITOS
Algo quedó claro desde el primer minuto de juego: Anthony Hudson envió a sus jugadores a tapar las salidas por el lado de Yoshimar Yotún. Esa presión al mediocampista del Orlando City, sin ser constante, fue suficiente para incomodarlo y sacarlo del partido. Ya había pasado ante Colombia en Lima cuando Abel Aguilar y Carlos Sánchez se encargaron de cercarlo para no darle margen para pensar. Eso, evidentemente, perjudicó al mediocampo peruano ya que es en esa zona en donde se inicia el juego asociativo que plantea Ricardo Gareca.

Yotún no se sintió cómodo ante la recia marca neozelandesa (especialmente la de Kosta Barbarouses, Marco Rojas y Clayton Lewis). El codazo a Winston Reid – que sin ningún problema pudo significar su expulsión – reflejó el sentir del ex Sporting Cristal: impotencia y ansiedad.

Los pases filtrados de Yoshimar, que en otras ocasiones fueron más precisos, terminaron yendo al vacío. Renato Tapia, su acompañante en la primera línea, también se contagió de esa ansiedad e imprecisión, cometiendo así algunas faltas que favorecieron al juego de los ‘All Whites’: tomaron oxígeno y adelantaron sus líneas para alejar el peligro del arco de Stefan Marinovic.

Como solución a ese problema, Christian Cueva retrocedió algunos metros para intentar fungir de enlace en ese desconectado mediocampo rojiblanco. Sin embargo no sirvió de mucho. Michael McGlinchey, quien se multiplicó en más de una ocasión durante el primer tiempo, lo referenció muy bien. Los únicos momentos en los que su retroceso surtió efecto, fue cuando logró asociarse con Edison Flores, Miguel Trauco y Jefferson Farfán (cuando este se recogía).

Desde el arranque Kosta Barbarouses, Marco Rojas y Clayton Lewis se encargaron de acortarle los espacios a Yoshimar Yotún. El ex Sporting Cristal no se sintió nada cómodo.

En imagen Yoshimar Yotún aguantando la recia marca de Kosta Barbarouses y Marco Rojas.

¿Y AHORA QUÉ HACEMOS?
“Nosotros tenemos una forma determinada de jugar para ganar. Tenemos un cómo”, comentó Ricardo Gareca previo al choque en Wellington. Y nadie dudó de eso. Durante su proceso, con resultados buenos y malos, Perú afianzó una identidad de juego que representó el sentir de su técnico: elaborar por abajo, triangular, hacer paredes, asociarse y que eso los lleve al gol. Bueno pues, ante Nueva Zelanda no se pudo completar el trabajo.

Los pupilos de Anthony Hudson se cerraron en su área durante gran parte del partido. Así, encontrar líneas de pase fue difícil. Sumémosle que, como está firmado en el punto anterior, la selección peruana perdió claridad para asociarse sin su mejor hombre en el mediocampo. Ante esto, queda como trabajo para ‘El Tigre’ encontrar un plan B bajo la manga. Los remates de larga distancia parecen ser una solución circunstancial – ya funcionó en Lima para resolver un duro partido ante Bolivia –, pero ni siquiera se ejecutaron ante los ‘All Whites’ (salvo un par de disparos; de Yotún y Flores).

Así se defendió Nueva Zelanda: los 5 defensores bien marcados en su última línea, apoyados por Michael McGlinchey; el mediocampista del Wellington Phoenix se incrustaba entre Winston Reid y Michael Boxal.

DOMINIO SIN SORPRESA
La mayor virtud que tiene la selección peruana en ataque, es la conexión que se arma entre sus tres volantes ofensivos: Christian Cueva, Edison Flores y André Carrillo. Ante Nueva Zelanda ese tridente lució desconectado pese a tocar entre ellos en varios pasajes del partido.

La característica movilidad que muestran los tres solo se manifestó en el primer tramo del partido. Cruzaban entre sí y se asociaban. Sin embargo, sin el apoyo de los laterales para generar sorpresa a las espaldas de los laterales-volantes neozelandeses, ni Edison Flores ni André Carrillo pudieron trascender. Este último, quizás el que mayor desequilibrio individual tiene después de Cueva, tampoco resolvió bien en jugadas que pudieron prosperar mejor si hubiera tomado mejores decisiones (se enredaba en sus amagues o retrocedía el balón cuando tenía espacio para desbordar).

Aquí también una respuesta al hecho de que Jefferson Farfán solo haya sido alimentado a través de centros que se perdían entre los centrales blancos. Con una defensa bien cerrada en su área, la movilidad de los cuatro de arriba era una obligación.

Con Jefferson Farfán bien referenciado, los centros al área se hacían inútiles. Nueva Zelanda aglomeraba más jugadores ante situaciones como esa.

Cuando Aldo Corzo subía, solo era para darle continuidad a la jugada por ese sector, más no para romper a las espadas de Deklan Wynne.

SENTIDA AUSENCIA
Pareciera que la selección peruana no pudiera vivir sin él. Aunque en situaciones como esta es mejor no mencionar a quienes no están, es imposible que no se hable de la ausencia de Paolo Guerrero. Es más que un nueve para la blanquiroja, y se sintió ante Nueva Zelanda.

Jefferson Farfán, quien reemplazó a Guerrero, no encontró en el partido las condiciones necesarias para explotar sus virtudes jugando como nueve. En Rusia viene haciéndolo en esa posición, sin embargo, el planteamiento de Yuri Semin le favorece a ‘La Foquita’ porque le permite tener espacios para encarar a los defensores rivales y así anotar; hasta asistir si se le da la oportunidad. Jugando para Perú, con un planteamiento de propuesta ofensiva y un rival replegado, no halló esos espacios: Winston Reid, Michael Boxal y Tommy Smith, lo referenciaron muy bien dentro del área, incluso, llevándolo a friccionar constantemente.

Si en el Estadio Nacional se presenta un partido como el del viernes, la solución puede estar, en generar superioridad a través de la movilidad. Farfán, si es que repite jugando de nueve, debe tomar como lección lo vivido en Wellington.

Winston Reid era el primero de los tres defensores en marcar a Jefferson Farfán. El atacante del Lokomotiv no se sintió cómodo ante la brusca marca neozelandesa.


Jefferson Farfán aguantando la dura marca Michael Boxal. Los defensores neozelandeses desestabilizaron al ex Alianza Lima mediante la fricción y el choque.

LAS SEGUNDAS JUGADAS
Si Nueva Zelanda encontró en el segundo tiempo espacios para generarse al menos un par de ocasiones de gol, fue porque el ingresó de Chris Wood conjugó con el poco control del partido por parte de la selección peruana. El partido no tenía rumbo a favor de los de Ricardo Gareca, y ante la desesperación por encontrar la ventaja, se terminó perdiendo la poca claridad que tenía el equipo para rotar el balón.

Ahí aparecieron Kosta Barbarouses y Ryan Thomas para sorprender al aprovechar las segundas jugadas; esos rebotes que en el primer tiempo eran interceptados por Renato Tapia. En Lima, al parecer, Wood estará desde el vamos. Lo que supone mayor cantidad de balones largos para que el delantero del Burnley se gane la vida ante Rodríguez y Ramos. El nivel de atención tiene que ser mayor.

Una jugada que aparentemente no significaba mayor peligro, terminó en un disparo violento de Ryan Thomas. Pudo ser el 1 – 0.

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