Horacio Zimmermman
Perú venció 2-1 a Paraguay
en el Estadio Nacional. Una victoria nunca es mala; sin embargo, el partido
dejó algunos apuntes a tomar en cuenta:
A)
Primer tiempo.
En ataque: La cantidad de
delanteros importa siempre que haya capacidad de asistirlos. Perú inició con
tres (Vargas, Deza y Guerrero); no obstante, estuvieron incomunicados del medio
campo. Ni Ramírez ni Velarde fueron capaces de habilitarlos. Perú resultó un
equipo predecible en ataque. La acción individual fue la única alternativa
posible al no encontrar ninguna opción en la asociación del juego, pasó de ser
una alternativa a una necesidad (el primer remate a portería rival fue de
Guerrero a los 44’). La falta de imaginación le puso límite a las pretensiones
del equipo. No tuvo ni desborde por los lados, ni agudeza en el pase interior,
ni desequilibrio individual. A Perú le costó practicar un fútbol elaborado. Fue
mejor en el segundo con un fútbol más directo.
En
defensa: Un equipo muestra debilidad en defensa cuando un error
individual en cualquier sector del campo repercute en el aspecto defensivo. No
fue una constante, pero sí un problema para Perú cada vez que falló el pase. Le
costó recomponer su montaje defensivo cuando perdió el balón. En total, Perú
concedió seis opciones de gol a los paraguayos en la primera etapa. La sexta
fue el gol de Santa Cruz. Un apunte que perjudicó: la lentitud de Velarde y
Ramírez en el eje central. Otro: Ballón no cumplió dos funciones: ni quitó ni
elaboró. Escondido para el pase, nulo para la principal tarea que su puesto
supone: robar el balón. Ayer no quitó más de tres pelotas.
B)
Segundo tiempo.
Hubo un punto de
desequilibrio: la expulsión de Guerrero. La historia hacía suponer que el
equipo, acusado casi siempre de fragilidad anímica, se hundiría. La lógica es y
sigue siendo: si once contra once nos cuesta, diez contra once es imposible.
Perú, sin embargo, y en lugar de dedicarse a reclamar, optó por revelarse
contra la adversidad. Se mostró empeñado en revertir la historia. Se rebeló
contra su pasado. Y ganó con dos goles de Ascues, un futbolista que claramente
da más en ataque que en defensa. ¿Por
qué mejoró Perú? Porque ganó desequilibrio individual con Carrillo;
capacidad de asistencia con Benavente (dio el pase gol a Ascues en el primer
tanto) y equilibrio defensivo con Atoche (robó más balones que Ballón en menos
tiempo en cancha). Es decir, todo lo que no pudo concretar en la primera etapa
con diferentes intérpretes. No obstante los goles, y el resultado, estos
intentos heroicos se valoran únicamente en el aspecto anímico. En lo
futbolístico, Perú aún está lejos de la competencia de primer nivel. Hacen
falta más que diez minutos heroicos. No se puede tapar el sol con un dedo.
Extraído de El Comercio
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