Juan Diego Quesada
En México hay
dinero, afición por el fútbol y jugadores con mucho talento. Sin embargo, su
Liga no termina de posicionarse como una de las más potentes del mundo por
algunos problemas estructurales que arrastra desde su concepción. El hecho de
que un empresario tenga más de un equipo, la disputa por los derechos
televisivos y el manejo caciquil de los árbitros o los contratos de los
futbolistas lastran el potencial de la competición.
La conocida
como Liga MX busca una
fórmula intermedia entre los campeonatos europeos y la NBA. El formato de
competición consta de dos campeones anuales y solo un equipo descendido. Hay 18
equipos que se enfrentan entre sí un torneo de Apertura y otro de Clausura. Son
por tanto 17 partidos en cada tramo de competición que, una vez acabado,
empieza lo que se conoce como liguilla. Se enfrentan los ocho primeros en
eliminatorias hasta que se disputa la final a doble partido. La última la
disputaron León y Pachuca, dos clubes con el sello del empresario mexicano
Carlos Slim, uno de los empresarios más ricos del mundo.
La imagen del dueño
de América Móvil, la mayor operadora de telefonía celular en América Latina, en
el palco del campo vino a demostrar que este es un asunto de unos pocos. Los
dos equipos de su propiedad competían por un cetro que ya era suyo antes de que
el árbitro diese comienzo al partido. El Grupo Televisa también tiene acciones
en el América, uno de los equipos con más historia del campeonato, y Necaxa,
ahora en la segunda división. La sospecha de amaño, de que no hay una disputa
honrada cuando estos equipos se enfrentan entre sí, es inevitable. El
espectador no sabe si está viendo alta competición o lucha libre de
enmascarados que han acordado en los vestuarios quién caerá a plomo en el
tercer asalto.
La
multipropiedad es un tema que se viene discutiendo largo y tendido en la
federación. La idea es erradicar esta práctica para 2015, pero el asunto no se
antoja sencillo. Los dueños de más de un equipo se saltan la ley colocando a
hombres de paja como presidentes.
La cifra de
asistencia a los estadios es buena en comparación con otros países americanos.
La llegada a Querétaro de Ronaldinho, a sus 34 años,
hace que su equipo llene el campo allá por donde pase. Según la consultora brasileña
Pluri, en la temporada 2013-1014 fue la quinta Liga con más espectadores del
mundo, solo por detrás de Alemania, Inglaterra, España e Italia. Los estadios
mexicanos tuvieron una afluencia media de 22.000 aficionados por partido, un
50% de la ocupación. Los precios de las entradas, en comparación con los de la
Liga española, por ejemplo, son bastante bajos. Un partido del América en el
estadio Azteca puede costar de media 10 dólares.
Los horarios están
hechos para no entenderse. León, el principal equipo de Slim, solo se
retransmite por televisión de pago. Un aficionado sin cable que no pueda ir al
estadio solo podrá verlo jugar de visitante, cuando se enfrente a equipos que
ofrezcan sus partidos en abierto. Estar pendiente de los resultados de la Liga MX
es más un esfuerzo que un disfrute.
http://deportes.elpais.com/deportes/2014/11/17/actualidad/1416184144_799662.html
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