Tanato
Cuarenta mil almas colmaban las gradas del estadio Olímpico Universitario la noche del viernes 23 de agosto de 1963. Los agentes de la policía municipal estaban alertas en medio de aquel cóctel explosivo de calor, multitudes, alcohol y pasión deportiva.
Cuarenta mil almas colmaban las gradas del estadio Olímpico Universitario la noche del viernes 23 de agosto de 1963. Los agentes de la policía municipal estaban alertas en medio de aquel cóctel explosivo de calor, multitudes, alcohol y pasión deportiva.
Damián
Gaubeka leía complacido los reportes de taquilla; la empresa que representaba
invirtió más de un millón doscientos mil bolívares organizando aquella pequeña
copa del mundo y la respuesta del público no podía ser mejor. Tres legendarias
escuadras se disputaban el campeonato: El Sao Paulo de Brasil, el Oporto de
Portugal y el Real Madrid de España. En el partido que se jugó el martes 20 los
muchachos del equipo merengue doblegaron a los lusos 2-0; pero aquella noche se
presentarían ante el Sao Paulo con una pata coja. Su jugador estrella el
argentino-español Alfredo Di Stefano debía conformarse con mirar las acciones
desde la banca por estar aquejado de tortícolis y un desgarramiento en el muslo
derecho.
La
orden del equipo médico era inapelable, esa noche debía descansar y al día
siguiente sus lesiones serían evaluadas en el hospital clínico. La ausencia en
la cancha de la Saeta Rubia, pareció afectar al equipo español que terminó
perdiendo 2-1 ante los cariocas.
La
noche había sido de jaleo; algunos hinchas pasados de tragos entraron sin pagar
y cuando se les pidió desalojar el área que ocupaban en la tribuna principal
desenfundaron armas y se enfrentaron a tiros con la policía. Al final del
partido, los jugadores de ambas selecciones fueron sacados del recinto bajo
fuertes medidas de seguridad hacia los hoteles en los que estaban hospedados.
Los revoltosos pasarían la noche en alguna fría celda y el resto de la
fanaticada tenía que esperar hasta el domingo 25 cuando se definiría un nuevo
encuentro entre españoles y portugueses.
Los
muchachos del Real Madrid fueron alojados en el hotel Potomac, una antigua
edificación de estilo Art-deco ubicada en la urbanización San Bernardino, más
parecida a una pensión familiar que a un hotel moderno. Al llegar del partido,
Alfredo Di Stefano cenó con su compañero y vecino de habitación, el uruguayo
José Santamaría. Pasada la medianoche se metió a su cuarto a descansar; por la
mañana sería sometido a una cura de ultrasonidos en el hospital universitario.
Di Stefano se quedó dormido pensando en su único hijo varón quien cumplía 8
años ese sábado; decidió que luego de salir del hospital iría a comprar algún
obsequio para enviárselo.
Genaro
Elizabeth y Pedro Gutiérrez, recepcionista y botones respectivamente otearon el
reloj por enésima vez; ansiaban que terminara el turno para retirarse a
descansar, eran las seis de la mañana; una hora más y serían libres. Afuera la
calle estaba desierta, la noche había estado relativamente calmada tomando en
cuenta que comenzaba el fin de semana. En ese momento un auto negro con tres
hombres a bordo se detuvo frente a la puerta del hotel. Dos de ellos
descendieron y entraron a la recepción. Los tipos eran bastante jóvenes y
delgados, uno que era más bajo y llevaba gafas oscuras preguntó a quemarropa:
–
¿Dónde esta Di Stefano?
Los
empleados del Potomac se miraron extrañados, era como muy temprano para visitas
de fanáticos. Al ver el gesto de Gutiérrez y Genaro, el otro individuo sacó una
billetera con una placa de metal.
– Somos
de la PTJ y por órdenes superiores debemos ver a Di Stefano para una
averiguación.
Ante
esto el recepcionista tomó el auricular para llamar a Di Stefano a la
habitación, pero los hombres lo impidieron diciéndole:
–
Déjelo, vamos a subir a decírselo personalmente. Y mirando a Gutiérrez le
ordenó:
–
¡Usted, acompáñenos!
El
botones no tuvo más remedio que ponerse en camino para guiarlos hasta donde se
alojaba el astro del Real Madrid. Uno de los “policías” tocó la puerta; adentro
Di Stefano dormitaba aún; al tercer toque abrió para encontrarse con aquella
extraña escena. El sujeto que hacía de jefe del grupo sacó la placa nuevamente
y le informó al futbolista que eran de la policía judicial y necesitaban que
los acompañara.
– Es
una simple averiguación, tiene que ver con los desordenes de anoche cuando hubo
tiros en el estadio; pero será breve. En 15 minutos ya estará de regreso.
Di
Stefano quiso llamar a Muñoz Luzarrera, directivo del club para notificarlo
pero los hombres se lo impidieron diciéndole que mejor se aligerara o lo
sacarían en pijama del hotel. Di Stefano terminó de vestirse y bajó. Cuando ya
salían del hotel, el futbolista en tono de broma les dijo:
–
Ustedes si que madrugan
–
Nuestra guardia es corrida – le contestó uno.
El que
fungía de chofer había movido el auto unos 50 metros más abajo; solo cuando
llegaron allí Di Stefano sospechó que aquello no tenía que ver realmente con la
policía porque el vehículo no poseía identificación oficial; sin embargo lo
abordó y cuando arrancaron, uno de los sujetos le indicó que había sido
secuestrado; pero que no se preocupara pues se trataba de una acción política.
Al escuchar aquello el deportista quiso oponer resistencia, mas ya era
demasiado tarde. Con voz calma le advirtieron que lo mejor para él era que se
portara bien. De inmediato le vendaron los ojos con esparadrapos y le colocaron
gafas ahumadas y un sombrero.
Mientras
esto ocurría, Genaro Elizabeth y Pedro Gutiérrez discutían si debían avisar a
la directiva del Real Madrid, al final decidieron dejar tranquilo el asunto,
aquello era cosa de la policía y Alfredo Di Stefano era un personaje muy
importante como para que le pasara algo. Lo mejor era esperar.
No
habían terminado de hablar cuando sonó el teléfono. Genaro corrió a atender y
lo que escuchó al otro lado de la línea le heló la sangre. Alguien que se
identificaba como militante de una organización clandestina le anunció que
Alfredo Di Stefano había sido secuestrado.
–
¡Carajo, Pedro! ¡Secuestraron al hombre! Hay que llamar a los del equipo y a la
policía.
El botones
se quedó de una pieza, Elizabeth marcó el número de Francisco Moraleja, el
delegado en Caracas del Real Madrid.
– ¿Qué
dice usted hombre? Fue lo único que atinó a decir Moraleja cuando recibió la
llamada del recepcionista; pensó en todo lo que implicaba aquello y se preguntó
¿Cuál sería la intención de secuestrar a Di Stefano?
Pronto
lo sabría, en ese mismo momento las redacciones de los principales diarios
recibían la candente noticia:
–
Buenos días, somos del destacamento César Augusto Ríos de las Fuerzas Armadas
de Liberación Nacional. Oiga bien lo que voy a decir porque no voy a repetirlo.
Esta mañana a las 6 secuestramos del hotel Potomac al fenómeno futbolístico
Alfredo Di Stefano. Pueden decir que se encuentra en perfectas condiciones. Las
razones políticas de este hecho las expondremos en su debida oportunidad.
Desde
una de las redacciones alcanzaron a preguntar
–
¿Pedirán ustedes rescate o piensan proponer algún canje?
–
Después les explicaremos – dijo la voz antes colgar –
La
organización clandestina
Las
Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) fueron fundadas en 1962 para
unificar los esfuerzos militares del Partido Comunista de Venezuela y el
Movimiento de Izquierda Revolucionaria; a lo largo de su existencia se planificaron
y llevaron a cabo una cierta cantidad de operaciones propagandísticas; entre
las cuales estuvo el secuestro sobre el que escribimos hoy. La ejecución estuvo
a cargo del Destacamento César Augusto Ríos, cuya dirección estaba en manos del
comandante Gregorio, es decir Luis Correa, el segundo al mando era un joven que
para la época dio mucho que hacer a las autoridades, Paúl del Río quien pasó a
la historia como Máximo Canales.
Correa
actuaba en representación de los comunistas y Canales de los miristas.
La
operación llevó el nombre de Julián Grimau, un histórico dirigente comunista
español fusilado por orden del dictador Francisco Franco al amanecer del 20 de
abril de 1963 y tenía como objetivo protestar contra los gobiernos de Rómulo
Betancourt y del mismo Generalísimo.
¿Por
qué secuestran a Di Stefano?
Siendo
el objetivo de sus operaciones llamar la atención del mundo; la venida a
Caracas de Di Stefano con el Real Madrid para participar en aquel campeonato,
le vino a los integrantes de las FALN como anillo al dedo.
A pesar
de que tenía 37 años cuando fue secuestrado y que ya estaba de retirada, la
Saeta Rubia, apodo que le endilgaron en 1947 estando en las filas del River
Plate, aún era considerado el mejor jugador del planeta.
Alfredo
Di Stefano quien nació en el viejo barrio de Barrancas en la porteña ciudad de
Buenos Aires el 4 de julio de 1926 tenía el sino del balompié. Su padre fue uno
de los fundadores del River y aunque soñaba con ver a su hijo graduado de
ingeniero agrónomo, éste terminó siguiendo sus pasos en el deporte. A los 6
años le regalaron un balón con el que se daba a placer en los ratos de ocio, a
los 14 jugaba con el Once y Venceremos, el equipo de su barrio; luego pasó a
las filas del Imán donde sus compañeros lo bautizaron Minelita por su estilo de
juego parecido al de José Maria Minella, astro de moda del River Plate; en 1943
ingresa en el equipo fundado por su padre y en 1945, con 19 años ostentaba el
titulo de Campeón Goleador de Argentina.
En 1946
es cedido por un año al Huracán F.C y al año siguiente de nuevo con el River
viaja a Ecuador con motivo del Campeonato Suramericano. En 1949 viaja por
primera vez a Europa a jugar un partido a beneficio del Torino.
Ese
mismo año ingresa al Millonarios de Colombia, equipo que lo contrata por 17 mil
dólares, con ellos permanece 4 años. El asunto de su contratación tuvo matices
oscuros debido a que los colombianos crearon el equipo violando las reglas del
fútbol internacional. Viene por primera vez a Venezuela en 1952 para jugar una
serie contra La Salle, El Botafogo y el Real Madrid. Ese mismo año va a España,
donde celebraban los 50 años del equipo merengue; es en aquella oportunidad
cuando se menciona por vez primera la posibilidad de su contratación por el
Real Madrid.
En 1953
Colombia es obligada a volver al redil de la Confederación Suramericana de
Fútbol y las estrellas que había contratado de manera irregular debían retornar
a sus equipos o ser traspasados. Alfredo Di Stefano fue transferido por el
River Plate al Barcelona; pero ya éste había negociado su ingreso al Real
Madrid. Ante esta disyuntiva los clubes tomaron una decisión salomónica: La
Saeta Rubia jugaría un año con un club y un año con el otro.
Al
final para quedarse en exclusiva con Di Stefano el Real Madrid ofreció 5 millones
de pesetas (250 mil dólares de la época). A raíz de su contratación, el club
español se alzó 5 veces con la copa de Europa y dos con la Intercontinental.
En 1956
el general Franco le concedió la nacionalidad española y en el 58 fue al
mundial en Suecia donde los españoles tuvieron su primera derrota ante los
brasileños y el mismo Di Stefano le pasaba el testigo de mejor jugador del
mundo al nuevo fenómeno: Edson Arantes Do Nascimento, posteriormente conocido
como el Rey Pelé.
En
1960, le fue concedida la Gran Cruz de Isabel la Católica por parte del
gobierno de España. Llegó por cuarta vez a Caracas el 17 de agosto de 1963 para
participar en aquella pequeña copa.
Cuando
el auto arrancó, el jefe del grupo ordenó al chofer tomar rumbo a la avenida,
en el trayecto Di Stefano trató de zafarse pero sus captores se lo impedían. El
futbolista protestó:
– Pero
che, si yo no soy político, soy un deportista.
Al rato
llegaron hasta una casa donde lo mantuvieron por espacio de una horas, allí le
dieron café y jugos. Sus compañeros del Real Madrid amenazaron con retirarse de
la copa en protesta por el rapto de su líder; al final a pedido del gobierno de
Venezuela decidieron mantenerse en el juego y cumplir con el compromiso del
domingo 25 ante el Oporto.
El
recién nombrado ministro de Interiores, Manuel Mantilla asignó 8 mil policías
para la búsqueda del secuestrado y ofreció rescatarlo en menos de 24 horas. No
quiso que la Dirección General de Policía (DIGEPOL) se encargara de las
operaciones, prefirió que eso quedara en manos de la PTJ.
A eso
de las 8 de la mañana del sábado 24, el futbolista desayunó jamón con huevos,
un vaso de leche y un par de naranjas. Luego se sentó a jugar una partida de
dominó con sus captores quienes constantemente mantenían comunicación con las
agencias internacionales de noticias. En Caracas los allanamientos y las
detenciones estaban a la orden del día y en Madrid los medios de comunicación
seguían minuto a minuto las incidencias del secuestro.
José
Legido masajista del Real Madrid recordó que el jugador debía concurrir ese día
al hospital universitario y manifestó ante los periodistas su deseo de atender
personalmente a Di Stefano donde lo tuvieran.
– Si
esos muchachos van a mantenerlo mucho tiempo con ellos, les pido que me lleven
junto a él. Actualmente esta sometido a tratamiento y el no seguirlo puede
hacerle mal.
En la
tarde del sábado Máximo Canales se puso en contacto con un reportero al que
ofreció declaraciones. Según el guerrillero, Alfredo Di Stefano se encontraba
perfectamente bien. Dijo que al principio estuvo muy preocupado pero que luego
entendió el sentido de la operación y que estimaba que el jugador se hallaba
satisfecho del trato recibido.
Luego,
ese mismo sábado Di Stefano fue cambiado hacia un lugar más seguro para los
guerrilleros. El domingo en la mañana llegó Máximo Canales a relevar a los que
se habían quedado el día anterior. En horas de la tarde las agencias transmitieron
un recado del futbolista para sus padres y para su esposa:
–
Queridos padres, querida Sara. Estoy bien. No me ha faltado nada y me atienden
muy bien. Espero verlos pronto. Un fuerte abrazo. Di Stefano
Luego
corrió el rumor de que el jugador estrella del Real Madrid sería liberado esa
noche antes del partido con el Oporto, tal hecho no se dio. El lunes en la
mañana sintió dolores articulares y fue atendido por un médico de la
organización clandestina quien le recetó “Sevinol” y puso a su disposición a un
masajista.
Alfredo
Di Stefano fue finalmente liberado a las 2:45 de la tarde del lunes 26 de
agosto de 1963. Sus captores lo llevaron hasta la avenida Libertador y le
dejaron instrucciones para que tomara un taxi hasta la embajada de España. Esa
noche estando aún cansado, el mejor jugador del planeta recibió a los
periodistas en la quinta “La Bermeja” lugar donde funcionaba la sede
diplomática para dar los pormenores del secuestro y la liberación.
Parte
de guerra final
Luis
Correa o comandante Gregorio, quien lideró aquella
operación, desarrolló posteriormente una carrera como escritor, guionista y
director de cine. Entre sus obras esta la novela testimonial FALN Brigada Uno;
en cine coronó trece producciones entre las que destacan Se
llamaba SN y Ledezma:
El caso Mamera. Falleció
el 25 de marzo de 2010.
Paúl
del Río o Máximo Canales, de padres españoles
republicanos nació en La Habana en 1943, llegó con su familia a Caracas un año
después. A los 20 años ingresó en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
donde se convirtió en un guerrillero legendario. Tenía el dibujo como afición y
con ellos ilustraba las publicaciones clandestinas de su organización. Años
después estando preso en la cárcel Modelo de Caracas, lo animaron a participar
en una exposición de la galería Viva México; la misma fue un éxito de crítica y
ventas, meses más tarde participó en otra exposición con igual resultado. Hubo
una tercera cuando estaba recluido en el cuartel San Carlos y de allí quedó
definitivamente enganchado; aunque no le gusta que lo llamen artista plástico
porque el término le suena cursi. Su escultura La Mano Mineral preside una
plaza frente a la sede de la OPEP en la ciudad de Viena.
Combatió
como voluntario contra Somoza en las filas del Frente Sandinista de Liberación
Nacional de Nicaragua. En el año 2005 fue a España para participar como
invitado de honor a la premier de la película “Real” en la que se narran cinco
grandes momentos en la historia del Real Madrid; uno de ellos fue el secuestro
de Di Stefano. El papel de Paúl del Río fue interpretado por el actor
venezolano Manuel Escolano. Hoy día Paúl se queja de que los promotores de la
película lo engañaron pues en la misma lo presentan como un viejo arrepentido.
Alfredo
Di Stefano, En 1966 anunció su retiro de la cancha debido a las constantes
molestias por una vieja lesión en la columna, sin embargo siguió vinculado a la
práctica del fútbol como entrenador del Boca Juniors, del Valencia, Rayo
Vallecano, Sporting de Lisboa, Castellón y el mismo Real Madrid. Aquel
año en su casa de Madrid concedió una entrevista al periodista cubano Raúl
Acosta Rubio en la que dejo entrever la posibilidad de abocarse a la crónica
deportiva.
En 1989
el semanario “France Football”, lo eligió como “Mejor Jugador de Todos los
Tiempos”. En 1990 fue nombrado Asesor de la Presidencia del Real Madrid. Di
Stefano está en la lista de los cuatro mejores futbolistas de la historia,
junto a Pelé, Maradona y Johan Cruyff. En 2010 el Real Madrid le concedió el premio
Alma 2010 por su trayectoria futbolística.
El
sábado 5 de julio de 2014, justo cuando salía de celebrar junto a familiares y
amigos, su cumpleaños número 88, Alfredo Di Stefano sufrió una parada
respiratoria como producto de viejas dolencias cardíacas. El lunes 7 del mismo
mes el mundo recibió la mala nueva de su muerte. Honor eterno a la legendaria
Saeta Rubia.
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