Tras
consagrarse bicampeón de América, Estudiantes de la Plata sabía que debía
afrontar la final intercontinental contra un rival de enorme jerarquía.
Enfrente tenía al Milan de Italia, un equipo conformado por las grandes figuras
de la selección italiana.
El
primer partido se jugó en San Siro y el Pincha no llegó bien. El Bocha Flores
jugó sus últimos 90 minutos antes de operarse de la rodilla, Bilardo con dos
costillas fisuradas, y un plantel que acusaba la fatiga y el cansancio físico
de una exigente competencia. En consecuencia el Milan ganó 3 a 0, prácticamente
asegurándose la obtención del título.
La vuelta
El
partido de vuelta se jugó en la Bombonera, desbordada de público, y el cotejo
pasó a la historia por su rudeza: “La página más negra del fútbol argentino”,
tituló la revista El Gráfico.
Al
propio Giani Rivera, autor del gol que le dio el título al Milan, le abrieron
la cabeza entre Aguirre Suárez y Echecopar. Muchos años después declararía que
se trató de una guerra y no de un partido de fútbol.
Lo
cierto es que Estudiantes jugó con los dientes apretados, abusó de la pierna
fuerte y ganó por 2 a 1. Aunque no le alcanzó para igualar el resultado global.
Justo
ese año se comenzó a implementar la diferencia de gol, dejándose de lado el
tercer partido ante igualdad de puntos.
El partido se disputó el 22 de octubre de 1969. Ese día Estudiantes formó con Poletti, Eduardo Manera, Aguirre Suárez, Madero, Malbernat, Bilardo, Romeo, Togneri, Conigliaro, Taverna y Verón.
Los
goles para el equipo de Zubeldía fueron anotados en el primer tiempo por
Conigliaro a los 43 minutos, y tan sólo un minuto después llegaría el segundo,
marcado por Aguirre Suárez, quien se iría expulsado a los 24 minutos del
segundo tiempo, junto a Eduardo Luján Manera a 5 minutos del final.
Las repercusiones
Los titulares de los diarios |
Aquel
tristemente célebre episodio, en el cual el Gobierno se escudó en el frágil
argumento de lavar la imagen del país cuando sólo se había tratado de un
partido de fútbol, pasó a la historia.
El
gobierno militar de Juan Carlos Onganía pretendió dar un ejemplo de buena
conducta metiendo presos por treinta días a los dos expulsados y al arquero.
Además Aguirre Suárez fue suspendido por 30 partidos, Manera por 20 y Poletti
recibió una sanción de por vida por parte de la AFA, aunque el tambaleo
posterior del régimen le valió el indulto. Asimismo, Poletti contó años después
que en la previa, un capellán del ejército los había incitado a obtener la
victoria a cualquier precio. El golero indicó que Onganía pretendía la victoria
argentina para tapar la crisis que le había desatado el Cordobazo. Después de
que los jugadores ligaran cárcel y suspensiones el cura no dio la cara.
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