Agustín Vigo (@Agusvigo)
A medida que el torneo
avanzaba, la Selección Argentina iba mejorando en su rendimiento y sus números
estadísticos también. Messi como gran figura en todos los partidos que
participó, Banega como socio de Lionel y la defensa en conjunto fueron los
puntos más altos del equipo de Martino que hasta la final mostró un avance en
su idea de juego. El mejor partido fue en semifinales contra Estados Unidos,
donde la posesión estuvo cerca del 70 %, la claridad ofensiva, la presión y el
ataque rápido marcaron grandes diferencias con los norteamericanos que no
tuvieron tiros al arco.
Uno de los pilares del
equipo fue la defensa, Romero indiscutido titular, Mercado, Otamendi, Funes
Mori y Rojo (opacada su actuación por la expulsión ante Chile) sólidos en todos
los partidos y coronados con gran rendimiento de los centrales en la final.
Apenas le convirtieron dos goles en seis partidos disputados. Responsables
además de la presión en campo contrario y la salida desde el fondo para llegar
hasta Banega, Messi, Gaitán, Lamela, Augusto con pelotas claras.
El mediocampo marcado por
el buen torneo de Mascherano, Augusto Fernandez y Banega. Ever fue el mejor
pasador de Argentina con 367 correctos y 29 incorrectos y Mascherano lo siguió
de cerca con 338 y 31. También Javier fue el líder en recuperaciones con 26, lo
cual marca que sigue siendo el equilibrio del equipo durante el ataque y la
presión posterior a la pérdida de pelota. Sin embargo en la final la calidad y
cantidad de bajo considerablemente, Chile le quitó la pelota durante mucho
tiempo y cuando la perdía había una presión muy fuerte sobre los receptores
argentinos.
Gonzalo Higuaín fue el
segundo que más remató al arco, 14 disparos totales con cuatro goles, seis al
arco y cuatro afuera. Lamentablemente en el momento de la final se dio uno de
los disparos afuera en la única chance que se le presentó para convertir causa
de un error de Chile. Hasta la final Gonzalo había tenido muchas chances
gracias a la fluidez en el manejo de la pelota Argentina y la claridad de los
pases ofensivos, sin embargo en el juego definitivo sólo tuvo una chance
producto de la presión chilena y la dependencia de Messi para atacar.
Messi, el mejor jugador
del equipo, goleador, líder en asistencias, remates al arco y gran figura. Cada
vez que tocaba la pelota algo podía pasar a favor de Argentina. Disparó 18
veces, convirtió cinco goles y asistió en cuatro oportunidades. Fue el jugador
que se hizo cargo del equipo, logró una muy buena conexión con Banega y todos
sus compañeros se apoyaron en él para atacar. Tanto fue así que durante la
final la única forma posible de convertir parecía que dependía de una
genialidad de Lionel, siempre rodeado de camisetas chilenas y con muchas faltas
recibidas (19 en todo el torneo y 13 en la final).
En conjunto argentino
terminó con muy buenos números, líder en goles (18), disparos (76), asistencias
(11) y segundo en pases (3378) detrás de Chile. Asimismo fue el equipo que más
faltas recibió con 98. Buenas estadísticas en conjunto que no se reflejaron en
el partido final que viene siendo el gran problema de Argentina hace muchos
años, con buen nivel en los torneos a medida que los mismos avanzan pero con un
rendimiento que cae en el encuentro decisivo. Quizás por la presión que ejercen
los rivales, por algún aspecto psicológico que juega en contra, porque se
intenta modificar la forma de jugar o por mera fortuna. El merecimiento no
lleva a ganar partidos pero si de algo estamos convencidos los argentinos es
que éste equipo se merece un título más que cualquier otro y hasta lograrlo no
descansará.
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