Roy Galdos (@RRGaldos)
Está
demás recordar siempre, que las Eliminatorias sudamericanas son las más
atípicas y complicadas del mundo; Perú y Ecuador lo saben muy bien. A pesar de
sus distintas situaciones en la tabla de posiciones, ambos equipos llegaban al
partido en el Estadio Nacional con la urgencia de recuperar los puntos perdidos
en la fecha anterior: Perú ante Bolivia en La Paz y Ecuador recibiendo a Brasil
en Quito.
Luego
de no poder robar puntos en La Paz, la selección peruana urgía de una victoria
en casa. Más allá de lo que eso significara en la tabla de posiciones, los
dirigidos de Ricardo Gareca necesitaban recuperarse anímicamente en base a lo
que desarrollaran futbolísticamente en el terreno de juego.
Por
su parte, Ecuador, que en un principio contaba con un colchón considerable de
puntos a su favor, las circunstancias cambiantes de las Eliminatorias y sus
malos resultados dictaban que no llegaba en buen momento: en todo el 2016 no
había podido sumar de a tres, y visitaba Lima con dos derrotas consecutivas a
cuestas.
Desde
que al árbitro colombiano Wilmar Roldán dio inicio al partido, ambas
selecciones empezaron a mostrar movimientos que durante el primer tiempo sería una
constante. Sobre todo Ecuador.
Los
de Gustavo Quinteros, llevaban el juego hacía un lado, para poder liberar al
extremo que se encontraba libre por el otro sector. Esto generalmente se empezó
a ver más con Jefferson Montero que con Enner Valencia, un jugador más
acostumbrado a jugar en la posición de Felipe Caicedo.
Con
las aproximaciones de Ecuador por ese sector, el mediocampo peruano tuvo mayor
participación ocupando los espacios que Aldo Corzo o Cristian Ramos dejaban
cuando Jefferson Montero buscaba internarse por el lado izquierdo. Renato
Tapia, que de los mediocampistas es el que más labores defensivas cumple,
buscaba incrustarse como un quinto central.
Además,
los desbordes de Montero siempre buscaban terminar en un centro esperando la
llegada de Miler Bolaños o Felipe Caicedo.
Algo
que se ha convertido en una constante en la selección peruana –y sobre todo en
un partido tan acelerado-, es que los centrales se saltaban la línea media a
través de balones largos para Paolo Guerrero, con la clara intención de que el
delantero del Flamengo pueda aguantar el balón aéreo y esperar la llegada de
Christian Cueva.
Al
inicio y durante muchos pasajes del partido fue muy recurrente ese recurso
por parte de los defensores, sobre todo cuando con el correr de los minutos
Ecuador empezó a ejercer mayor presión en la línea defensiva peruana.
Siempre
que Jefferson Montero recibía por el sector derecho peruano, buscaba llegar
hasta la última línea, sacar el centro y esperar la llegada de los futbolistas
ecuatorianos que llegaban para poblar el área local. No siempre encontraba
receptor el balón, pero al ser una constante durante los primeros minutos, fue
la vía por la que más peligro llevó Ecuador.
Más
allá de las aproximaciones, tanto Gallese como Domínguez no tuvieron mayores
intervenciones. El partido durante muchos pasajes se tornaba trabado, no solo
por los choques y las fricciones, sino por las imprecisiones en las que caían
los futbolistas debido al ritmo acelerado del partido. Poco transito del balón,
por lo que no había un claro dominador del juego.
El
gol de Christian Cueva a los 19’ vía penal, no influyó demasiado para que el
partido deje de ser impreciso. Ecuador, con el marcador en contra, fue más
agresivo en la presión. Así se generó la infracción para el centro de Miler
Bolaños y posterior gol de Gabriel Achilier para decretar el empate.
El
1 – 1 fue escrito por dos pelotas detenidas, sin ningún equipo como dueño del
partido y con sin intervenciones de uno de los porteros, ya que los goles
nacieron de jugadas estáticas.
El
correr de los minutos solo trajo como resultado un partido igual de entrampado
y con pocas asociaciones. Cuando una de las selecciones quería mantener la
posesión, el juego cortado y brusco seguía siendo parte del partido. De esta
manera el empate solo reflejaba los goles del partido, más no el desarrollo del
mismo. En Perú el balón pasó pocas veces por Yoshimar Yotún y Renato Tapia, por
lo que a los de Ricardo Gareca les fue más complicado poder enlazar el mediocampo
con los jugadores ofensivos.
En
el arranque del complemento, Ecuador asumió una posición más expectante y
distinta a la del primer tiempo. Cedió el balón a Perú y buscó la posibilidad
de generarse los espacios a través de algún posible error. Por su parte, Perú
pudo asociarse más cuando Yotún y Tapia participaron más de las jugadas. Cuando
el balón pasaba limpio por los dos, era menos complicado asociarse con Christian
Cueva y los extremos. En líneas generales, cada equipo con su posición en el
terreno de juego, empezó a tener más espacios para lograr lastimar al otro.
Perú,
con un poco más de paciencia que en la primera mitad, pudo gestar mejor las
jugadas; solo le faltaba estar más preciso en el último pase para que, ya sea
Guerrero, Cueva o Benavente, puedan recibir cómodos cuando rompían al espacio.
Del
lado contrario, con el ingreso de Renato Ibarra por Miler Bolaños, Enner
Valencia pasó a jugar junto a Felipe Caicedo en la ofensiva norteña. Con dos
delanteros, Gustavo Quinteros buscó tener mayores posibilidades de aprovechar
los espacios que por momentos dejaba Perú.
Al
igual que Gustavo Quinteros, Ricardo Gareca colocó un delantero más. Con el
ingreso de Raúl Ruidíaz por Cristian Benavente, Cueva pasó a moverse más por el
sector derecho, dejando al futbolista del Monarcas Morelia con la libertad de
rotar posiciones con Paolo Guerrero.
Perú
pudo graficar su cierto grado de superioridad pasados los 78’ con el gol de
Renato Tapia. El ex jugador del Twente aprovechó un precipitado despeje y
salida del portero Alexander Domínguez para poner en ventaja a la selección
peruana y marcar su primer gol con la selección mayor.
Sin
embargo, Perú no se sintió cómodo con el marcador a su favor; a la selección
peruana le costó utilizar su ventaja para poder manejar el juego. Con el gol en
contra, Ecuador, sin ser tan dominador de las acciones, arremetió
constantemente causando estragos y preocupaciones a la defensa local. Dentro de
esas ocasiones, Ecuador pudo haber empatado. Pedro Gallese respondió.
Ecuador
no supo aprovechar sus aproximaciones, y el marcador se mantendría a favor de
Perú hasta que pitara Wilmar Roldán.
Conclusiones y puntos clave:
- Está claro que ningún equipo fue superior al otro. Ambos se contrarrestaron y el partido terminó definiéndose por detalles. Dentro de esos detalles, Perú supo solventarse para sacar un resultado favorable.
- Se ha vuelto muy recurrente los balones largos en busca de la cabeza de Paolo Guerrero. En principio, eso no afectó directamente a situaciones claves del encuentro, pero si permitió que el partido mantenga esa tónica de fricción y desorden. Que Paolo baje el balón esperando la llegada de algún compañero en ofensiva, no es la manera para buscar asociaciones que generen peligro.
- Cuando el balón circuló por los pies de Yotún y Tapia, fue cuando mejoró la posesión de Perú. Aun así, hubo algunas perdidas que pusieron ser mejor aprovechadas por Ecuador.
- El ritmo acelerado y veloz que intento imponer Ecuador, sumado al contagio de la selección peruana, contribuyó a que el desarrollo del juego no sea cómodo para ninguno de los dos equipos.
- Si tras el partido en La Paz era un error escandalizar la derrota, sucede lo mismo con la victoria sobre Ecuador. Perú sabe de su situación en la tabla, y mantener la calma, es lo más sensato que se puede hacer.
- Estas Eliminatorias no van a ser sencillas. Desde Uruguay hasta Venezuela, van a ser equipos complicados. La diferencia que existe entre los siete primeros, es el claro ejemplo de que les va a costar a todos.
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