Eduardo Uztariz en El Dorado Magazine
Neymar es un futbolista
histórico. Cuando se decide tomar perspectiva y no pensar en los dos
futbolistas que lo preceden y que todavía hoy mantienen vigencia ante él, se da
cuenta de que lo del brasileño no es terrenal, sobre todo cuando viste la
camiseta de la Selección y le toca ser jefe, líder y estrella. Su talento va
más allá del regate infernal: Neymar crea, inventa, se mueve y define. Todo a
una velocidad supersónica apoyada en una técnica sublime. Ayer lo volvió a
demostrar.
¿Qué podía hacer Colombia?
Pues mucho de lo que hizo. El universo esférico, como el normal, entrega reglas
a quién está ahí para observarlo. El estudio de Neymar, como el de cualquier
futbolista, por imparable que sea, sugiere una lista de máximas que si uno
logra cumplir te entregan el mayor porcentaje posible de éxito en tu
enfrentamiento con él, aunque lo normal sea abdicar.
Reglas para defender a
Neymar
1- El lateral que lo
defienda nunca debe meterle el pie. Si lo hace, perdió porque, en la inmensa
mayoría de los casos, Neymar te regatea si lo haces.
2- Por tanto, para
defenderlo, hay que hacerlo desde la distancia prudente que disminuya lo máximo
posible la situación en la que Neymar pueda quebrar con un amague y eliminarte.
3- Mientras se hace eso,
se debe referenciar su salida hacia adentro, pero también poner el cuerpo de
modo tal que se pueda chocar con él si decide tirarla larga e irse por fuera.
4- Hay que acosarlo de muy
cerca cuando baja a recibir de espaldas porque Neymar se recrea en el control.
Si lo dejas girar, perdiste; pero, si pierdes, hay mucho espacio y muchos
compañeros entre él y portería.
5- Defender sus
recepciones interiores e incluso perseguirlo cuando se va para adentro con y
sin pelota.
6- Un mediocampista debe
venir a ayudar, presionándolo más de cerca, pero sin meterle el pie. Con Neymar
no se trata de quitarle el balón, muy difícil, sino que aunque lo tenga
produzca lo más lento y lo menos posible que se pueda.
7- Un segundo mediocampista
debe vigilar al jugador más próximo a Neymar, al que usará como pared, y el
espacio a la espalda del primer mediocampista.
8- El central derecho
tiene que estar atento al espacio que el lateral derecho, que lo debe ir a
buscar a Neymar, deja a su espalda, y del espacio a la espalda del primer
mediocampista.
9- Negarle el disparo con
el interior del pie desde la izquierda. Es gol. No meterle el pie salvo remate.
10- Si llega a eliminar al
lateral, debe haber ayuda inmediata. Una vez acelera estás muerto.
Pékerman siguió las reglas
al pie de la letra. Su alineación así lo indicó: Stefan Medina, su lateral con
más técnica defensiva, pero, sobre todo, con más lectura y calma para
interpretar a Neymar y no ir por el balón; y Wilmar Barrios, su mediocentro más
rápido y más fuerte para apoyar a Medina. El defensa del Pachuca bordó su
labor. Fue eliminado alguna vez por Neymar, pero eso estaba dentro de lo
previsible: su éxito estuvo en que cumplió a cabalidad con las reglas
anteriormente descritas y, en lo concerniente a él, Neymar produjo lo menos que
podía producir y ralentizó lo suficiente sus ataques e intervenciones para que
la ofensiva brasileña menguara.
Incluso llegó a robarle varias pelotas en el
anticipo. Barrios acudió a su ayuda obediente, pero se le vieron todas las
costuras a un futbolista que hoy no es mediocentro y ahí, a su espalda, Neymar
hizo fiesta porque ni Murillo ni Sánchez leyeron nunca la velocidad de su
fútbol. Jeison, que estuvo muy bien cubriendo el a veces amplio espacio que
Medina dejaba atrás, tuvo más problemas para lidiar con el mucho más pequeño
campo que había entre él y Barrios, ahí donde Neymar sembró terror.
Por otro lado, estuvo
Marcelo. Mientras el del Real Madrid pudo subir libremente la banda que James
nunca cerró, Neymar tuvo libertad para irse al medio y dominar el partido. El
2×2 ante Marcelo y Neymar, la mejor banda izquierda del mundo, se pierde te
llames como te llames. Ante ellos dos hay que jugar en superioridad numérica
para controlarlos. Colombia nunca lo logró. Brasil dominó a placer por más que
la defensa a Neymar fuese exacta en la banda, apenas este se iba al carril
interior el caos emergía. Pékerman movió pronto ficha e igualó el partido
pasando a Muriel a la derecha y a James de extremo izquierdo. Con el delantero
de la Sampdoria clavado en la zona diestra, Marcelo no pudo subir
indiscriminadamente y la banda izquierda imparable dejó de existir. Se quedó
solo Neymar y estuvo contenido. Con el del Barcelona amarrado lo máximo que
Colombia podía, el partido se calmó y el gol del empate aterrizó una igualdad
in crescendo.
Hasta que ésta no llegó,
Colombia tuvo problemas ofensivos importantes: el primero fue que Barrios
estuvo ausente como línea de pase. Su altura nunca fue la correcta y se eliminó
fácilmente de la ecuación; el segundo fue que Macnelly quiso jugar a algo que
sus compañeros no y trató de detener el ritmo ofensivo, buscar sociedad en
corto y pausar el juego sin ayudas, lo que desembocó en lentitud que la
intensidad de un Casemiro imponente resolvió; el tercero fue que Carlos Bacca
hizo de estatua y no ofreció nunca una sola alternativa o solución al pasador;
y el cuarto y principal, que James Rodríguez acusó problemas físicos que
languidecieron su juego y lo llevaron a jugar de delantero. El gran logro del
día de Venezuela fue que, aunque Macnelly y James no compenetraron del todo, el
’10’ pudo jugar de mediocampista sin que eso significase falta de volumen
ofensivo y determinación. Anoche, James se fue para arriba, pasó del juego
medio y dejó a su equipo en inferioridad numérica y posicional en el
mediocampo. Cuando Colombia atacaba, salvo los chispazos de un Muriel calmado y
rebelde, sus jugadores estaban siempre lejísimos. El pegamento, James, no
estuvo.
Por eso último, cuando el
encuentro se igualó en todo, Colombia no logró producir lo suficiente para
intimidar más a Brasil. James tuvo un par, porque es buenísimo, y la entrada de
Cuadrado le dio un socio a Barrios y Medina para subir el balón y descansarlo
en zona de James, pero no fue suficiente. Bacca fue un defensor brasileño más.
Un frontón en el que nunca pudieron apoyarse sus compañeros, limitando las
opciones ofensivas colombianas. Eso y un Casemiro, repetimos, imponente en el
corte y la anticipación.
Sobre el final, cuando el
empate parecía que iba a continuar, un error de intensidad e inocencia de
Barrios permitió a Brasil robar el balón con Colombia desajustado. Los
mediocampistas brasileños de refresco, Coutinho y Giuliano, pararon el juego y
ahí una avalancha de errores se sobrevino: Barrios y Cuadrado no regresaron,
obligando a Murillo a leer una situación sin necesidad de ir al límite, jugadas
en las que desfallece y comete errores de bulto. Centró su atención en Neymar,
quedó en tierra de nadie y obligó a Medina a corregir a toda velocidad la
carrera de Gabriel Jesús. El del Pachuca acertó y anticipó, pero el mediocampo
dormido perdió la segunda jugada, mientras Murillo, desatento, perdió de vista
a Neymar. Regla 11 para defender a Neymar: no perderlo de vista. El ’10’
recibió el balón en la punta izquierda del área, la acomodó para la zurda y
sacó a relucir su remate látigo inatajable. Derrota colombiana.
Por encima de todo, Neymar
es, tras Messi, el mejor futbolista de la Eliminatoria. Y cuenta con compañeros
que lo entienden, lo potencian, lo ayudan y lo hacen mejor. No juega una guerra
de guerrillas como Suárez o Messi. Y eso hace de Brasil un rival intratable si
no se cumple con lo que el universo fútbol te pide que hagas para defender a
Neymar durante los 90′ minutos de partido. Y ya, si no tienes a tu carta que te
hace capaz de vencer a cualquier al nivel que uno desea, se hace muy cuesta
arriba. Por encima de todo, Colombia pierde por Neymar, pero el lunar de James
está. El único en su historial con la Selección. Y eso, quizás, es una buena
noticia: se perdió en gran parte porque tu único valor seguro no estuvo. Y lo
normal es que siempre esté. Ante Paraguay y Uruguay, seguro está. En el camino,
dos futbolistas que Colombia pide a gritos hace años, parecen consolidarse a
falta de una actuación consagratoria. Y llegarán. Así todo es más fácil de
digerir.
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