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Diego Baquero (@DiegoBaco23)

Un enamorado del juego, que muy joven salió de su casa separándose de sus padres y sus tres hermanos, recorriendo el mundo detrás de una pelota de fútbol. Estuvo en Venezuela, Brasil, Uruguay, Chile, Perú, Bolivia e incluso en Grecia. Siempre fue un obsesivo a la hora de entrenar, tanto que los ‘cancheros’ de los predios de los clubes donde jugaron, fueron quienes lo sacaron de los campos de entrenamiento.

Se define como un futbolista ante todo, pero también como un soñador. Juan Manuel Mouro, asistente técnico de Independiente Santa Fe, un uruguayo, próximo a cumplir 55 años, en exclusiva para La Pizarra del DT, contando la historia de su vida, su recorrido, sus logros, sus desilusiones…

¿Quién es Juan Manuel Mouro?
Un futbolista que además ha hecho varias cosas. Fui músico y estudié, iba a hacer arquitectura, pero no pude terminar porque el horario era muy extenso y se me cruzaba con los entrenamientos. La música también. Yo hacia las tres cosas a la vez, pero llegó un momento que tuve que elegir. No me arrepiento para nada, pero me hubiera gustado. En música era muy avanzado, ya estaba entrando a la orquesta sinfónica de Montevideo tocando el corno. Me encantaba, me gustaba, me hubiera gustado poder seguir, pero no se pudo.

¿Cómo empieza tu carrera profesional?
Yo empecé a jugar en un club profesional a los 17 años, no a los 13 o 14. Siempre jugué al fútbol en baby fútbol, en el colegio, en el Liceo, en todos los torneos que había, pero profesionalmente arranqué a los 17. Solo jugué un año en las inferiores y ya después ascendí a la primera división en Central Español.

¿Qué recorrido tuviste?
En Uruguay solamente jugué en Central Español hasta el año 89. Después me fui a Brasil en el Novaburgo de Portalegre, en Venezuela en el Marítimo, en el Caracas y en el Deportivo Italchacao, después en Perú en Sport Boys, José Alves y Juan Aurich, en Grecia en el Panathinaikos, en El Salvador en el Blooming, en Chile en Puerto Montt. Me retiré en este último en el 2001.

Para los que no te vieron, ¿cómo te definirías como jugador de futbol?
Era un delantero, a pesar de que comencé como número 10. El típico número 10 de antes. Una vez, Diego Forlán (padre) – su entrenador en Central Español – me puso de centro delantero porque entendía que mis características podían dar fruto en ese puesto. Terminé quedando segundo goleador en un torneo y me agradó. En realidad, a mí me gusta jugar en cualquier parte. Si me das los guantes, atajo. Si me tengo que definir, me definiría así: a mí me gusta jugar. Después por mis características, era un jugador que tenía manejo de pelota, dribiling, pase, llegada, gol. Era un jugador típico de escuela uruguaya: entendía que había que hacer el esfuerzo. Yo siempre decía que si mis compañeros corren para darme una pelota yo lo que tengo que hacer es solo el último toque pues yo debo tener sacrificio y colaboración con los demás.

¿De quién aprendiste más en el futbol?
Cuando era chico uno va idealizando. Uno tiene un ídolo siempre. El mío era Fernando Morena, Mi viejo, que era fanático de Peñarol me llevaba a la cancha y yo lo miraba a él. Pero había un jugador en ese Peñarol que se llamaba Julio Cesar Jiménez que era un excelente jugador y muy habilidoso, era imposible sacarle la pelota.

Después uno va aprendiendo, tuve a Gregorio Perez en Central Español y a Forlán como técnicos. También a Pedro Cubillas, hermano de Luis. Fueron tres técnicos que me transmitieron muchas cosas, me enseñaron mucho. También aprendí de compañeros míos: Tito Caiyaba, Gerardo Villarreal, jugadores que se quedaban después del entrenamiento a enseñarme a cosas. No de decirme “párate acá y patea” sino más bien “ubícate por acá, porque debido a tu posición puedes sacar provecho así…”.

¿Cuál es la principal enseñanza que te ha dejado el futbol?
Aprendí muchas cosas, no futbolísticamente hablando, sino como ser humano,. El hecho de vivir en muchos países, con diferentes culturas y diferentes costumbres me ha ayudado a saber adaptarme a cualquier lugar. Nunca ha sido un problema para mí estar en un país diferente, ni la comida ni el clima ni nada.

El futbol fue y sigue siendo una filosofía de vida. Si yo hubiera hecho otra actividad hubiera estado 40 años en el mismo lugar, frecuentando el mismo lugar, con la misma gente en esa misma actividad. Esto en cambio, me permitió vivir de forma totalmente diferente al punto de que hace años, jugando en Perú, me inquietó el tema y comencé a leer libros sobre psicología porque me llamó la atención el hecho de estar compartiendo con gente, durante un año, con 25 personas “extrañas” en un vestuario que no teníamos que ver nada una con la otra: ¿por qué y qué pensamos cada uno?

No sé porque me hice esa pregunta. En algún momento me inquietó eso y comencé a leer sobre eso. Se me antojo a mí porque creo que la parte psicológica y mental es determinante en lo que hacemos.

Sé que estoy haciendo lo que me gusta hacer y lo voy a seguir haciendo, ¿pero por qué lo estoy haciendo? Preguntas que van quedando en el aire y cada día encuentro una respuesta diferente. Cada día que va pasando me sigo haciendo la misma pregunta, pero también seguiré encontrando una respuesta y no siempre será la misma.

¿Por qué se dio el retiro?
Terminó mi contrato en Chile y en ese momento mis hijos y la mamá de ellos vivían en Venezuela porque el mayor de los dos estaba estudiando y yo no quería que perdiera otra vez un año, entonces mi decisión fue ir a Venezuela una vez terminó el contrato. Pensaba seguir, pero en ese momento, nosotros estábamos viviendo en la Isla Margarita y yo estaba en Caracas entrenando, pero la verdad analicé que estar en la Isla viviendo y jugando en Caracas, era muy complicado. 

Además, la situación en Venezuela ya estaba comenzando a complicarse y no me abradaba la idea, ya había muchas cosas que me incomodaban, ya no quería seguir en esa rutina. No quería exponer a mis hijos a esa situación, a estar separado de ellos entonces me fui para la Isla con la intención de volver a Uruguay. La fui postergando y al final me quedé un tiempo en la Isla y con los años puse una escuela de futbol allá.

Siempre he sido un fanático de la academia y con mi escuela estaba muy bien, pero yo quería dirigir a jugadores profesionales y en la isla no podía hacerlo porque no había futbol profesional allí, entonces me tocó aceptar una de las propuestas que recibí en Valencia (Venezuela) y así fue como comencé a dirigir después de retirarme.

¿Cómo y por qué se dio tu llegada como A.T. de Gregorio Pérez?
Durante mi carrera siempre iba a Uruguay en las fiestas y hablábamos y nos reuníamos. No hablábamos todos los días, pero si estábamos en contacto. Como hasta el 2014 volví a quedarme definitivamente en Uruguay, ahí volvimos a reencontrarnos y se presentó una posibilidad en el Club Rubio Ñu de Paraguay y cuando él la recibió estábamos juntos, nos planteamos la posibilidad de hacerlo juntos, éramos dos amigos que estábamos en contacto y decidimos hacerlo. De ahí vamos al Tolima y finalmente llegamos a Independiente Santa Fe.

¿Cuál es tu función específica dentro del cuerpo técnico de Gregorio?
Cada uno tiene una función. A pesar de que todo es integral, nos vamos dividiendo las tareas. Daniel Curbelo en la parte física y la integra al trabajo. Yo como asistente técnico tengo que estar al lado de Gregorio. Me involucro en la parte del trabajo técnico-táctico, me encargo de la parte de los videos y justamente, cuando llegaste, Gregorio me estaba llamando para saber la parte de los videos a ver como estábamos, qué tenía y qué no tenía, porque los vemos, los analizamos, vemos a ver qué entregarle al jugador porque eso es muy importante: lo que le transmitimos al jugador. Al entrenar, nosotros debemos ofrecerle algo a los jugadores diciéndoles: vamos a entrenar esto, en función de esto. Lo ideal es que todos sepamos contra quién vamos a jugar, cómo juegan.

En mi caso entonces, veo los riales, los analizo. Tengo una cantidad de partidos en el computador, los veo, los paso, me pongo a mirar los detalles del equipo rival, qué virtud tiene para nosotros tenerla en cuenta.
Y ojo, todo esto es importante, interesante, sirve; pero no ganas un partido porque lo hagas. Yo creo que todos los equipos debemos hacerlo, pero no es que todos vamos a ganar porque vemos y analizamos al rival. Si no logras sacarle a provecho a eso no sirve de nada. Hay que saber analizar un partido, saber verlo…

¿Qué encontraste en Independiente Santa Fe?
Encontré un grupo muy bueno, que no es fácil. Un grupo espectacular, con mucho compromiso, muy dedicado. Jugadores muy comprometidos con el club, futbolistas de primera categoría, con el mismo sentido de responsabilidad. Estamos muy a gusto con eso porque así uno puede trabajar cómodo, cuando encuentras respuestas en el grupo. Y eso significa que de este lado hay buena comunicación con ellos.

¿Cómo es tu relación con los jugadores?
Hasta ahora es muy buena, hay muy buena receptividad de ellos y eso nos hace trabajar cómodos a nosotros, hace que no tengamos que estar preocupados por si hay indisciplina o por si hay roces entre los jugadores o por si los jugadores ponen mala cara en los entrenamientos o no están a gusto o muestra inconformidad.

¿Qué es el futbol?
Todo. Mi vida.

¿Qué es la táctica?
La forma de vivirlo y de jugarlo.

¿Qué es jugar bien?
Si tengo que decirte una palabra es ganar. Pero en una frase, jugar bien es expresar lo que siento del futbol en la cancha.

¿Qué es ganar?
El objetivo, la gloria.

¿Jugar bien y perder o jugar mal y ganar?
Si tengo que elegir, jugar mal y ganar, pero prefiero jugar bien y ganar.

¿Lo del ‘buen grupo’ dentro de un plantel es “humo”?
Para mí, no es humo. Creo que, así como creo que te acercas más a ganar jugando bien, creo que teniendo un buen grupo, te acercas más a lugares importantes. Con un mal grupo ganas una vez, es algo que no dura.

¿Oscar Washington Tabárez?
El gestor del cambio de la mentalidad del futbolista uruguayo.

¿El gol que más gritaste en tu vida?
El gol con el que le ganamos, Marítimo de Venezuela, en la Libertadores contra el Deportivo Valdés de Ecuador. (N.E. 15 de marzo de 1992).

¿Un partido que te marcó?
Esos partidos con el Marítimo de Venezuela de Copa Libertadores me marcaron mucho, sobre todo contra equipos colombianos, Nacional y América en el 91 y 92; pero no, el futbol siempre me marcó y me sigue marcando. Hoy entro a la cancha de El Campin y quiero jugar, no quiero estar en la banca. Es imposible separar lo que siento y lo que me marca el futbol domingo a domingo. 

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