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Diego Baquero (@DiegoBaco23)
De los 63 años que tiene, seguramente más de 50 se los ha dedicado al fútbol. El personaje: Gerardo Cono Pelusso Boyre, el nuevo estratega del Deportivo Cali, llega al club caleño tras el triunfo en las elecciones de Juan Fernando Mejía como nuevo presidente del club. Este uruguayo que “habla poco pero trabaja mucho” es un obsesivo. Vive, siente y respira este deporte, y en el Deportivo Cali encuentra un escenario ideal para desplegar y poner en práctica todos sus conocimientos.

Pero,  ¿quién es el encargado de darle rumbo al equipo azucarero que tiene en la mira la Liga 2018 – I,  la Copa Águila y, por supuesto, su mayor anhelo del año, la Copa Suramericana? Nos encontramos con un exjugador y ahora director técnico, que por más de medio siglo ha estado vinculado al futbol directa o indirectamente. Su carrera empieza en su país natal, cuando en 1970, forma parte del Club Nacional de Uruguay, equipo del cual es hincha y en el que se desempeñaba como un férreo defensor central. Tras un breve paso en el ‘equipo bolso’, incursiona en los clubes, también uruguayos, Colon y Liverpool. Seis años después continúa su carrera en Atlético Potosino de México para posteriormente llegar a Ecuador en 1978 y jugar en Deportivo Quito, en la Liga Universitaria de Quito y finalmente en Emelec donde para infortunio de él, una lesión muy grave en su rodilla lo aleja de este deporte a la temprana edad de los 29 años.

Sin embargo, este trágico episodio marcó el nuevo rumbo que tomó para su vida. Tras su retiro, en el año 82, obtuvo el título de entrenador deportivo y empezó su travesía por los banquillos sudamericanos. El primero, en 1984, fue Emelec, el club que lo vio retirarse. A partir de ese momento ha estado en más de 19 equipos en países como Ecuador, Uruguay, Chile, Perú, Paraguay, Colombia e incluso Qatar, registrando un palmarés digno de admirar (difícil de igualar) con campeonatos en Danubio y Nacional (Uruguay), Alianza Lima (Perú), Olimpia (Paraguay) – permitiéndole llegar a uno de sus mayores logros como lo fue la dirección técnica de la selección de Paraguay que buscó la clasificación a la pasada Copa Mundial de Brasil 2014 – y al final, el título de la Copa Sudamericana 2015 con Independiente Santa Fe.

Desde su época de jugador, se dedicó a observar, admirar y sobre todo estudiar aquellos equipos que le llamaron la atención. Algunos de ellos fueron el Ferro Carril Oeste de Timoteo Griguol y el Estudiantes de La Plata de Carlos Salvador Bilardo, que en los años 80 revolucionaron el futbol argentino y le hicieron frente al gran Boca Juniors de Maradona, Bríndisi y Marzolini y al River Plate de Labruna y Di Stefano. De estos equipos, Pelusso admiró la versatilidad, polivalencia y exactitud táctica que desplegaron, además de su novedosa forma – para el momento – de encarar los partidos.

Sin embargo, hay un entrenador que lo marcó de por vida: León Najnudel, gestor de la Liga de basquetbol de Argentina. De él, Pelusso sacó la piedra filosofal de todos sus proyectos, es decir, un buen grupo.

Decía Najnudel, que eso de “un buen ambiente en el grupo significa compañerismo, disciplina, ganas de entrenar, ganas de ganar, solidaridad. Hay que empezar a sumar cosas y si usted logra un buen ambiente después, aunque los jugadores los ponga patas para arriba, créame que le va a funcionar la cosa”.

Fue en ese momento que Pelusso comprendió la importancia de la mentalización: crear un buen ambiente, tenerlos contentos, que se cuiden, que sean compañeros y solidarios, que esto conlleve a que exista un compromiso entre el técnico y sus jugadores. En palabras del propio Pelusso, “si este vínculo no existe, no tienes ninguna posibilidad, porque el que juega es el futbolista, pero ojo que yo no hablo de que me quieran sino que tengan compromiso con la causa. Yo cuando llego a un equipo no llego a ser amigos. Llego a trabajar para tratar de lograr el éxito”. Siempre, a todos los equipos donde ha llegado ha mantenido un mismo discurso: “No vendo humo, no prometo títulos. Lo que si prometo es trabajo y sacrificio”.

Es un obsesivo del fútbol, razón por la cual estudia de manera minuciosa tanto a su propio equipo como al rival e intenta diseñar la mejor estrategia posible para el único objetivo que acepta: ganar. “El mejor resultado es ganar y en un partido de fútbol, yo por lo menos, no concibo otra manera que no sea pensando cómo ganar. A la hora de jugar el partido hay que ver si somos capaces de vencer al rival, si nos dejan hacer lo que planteamos. Pero al entrar a jugar el partido, solo pienso en ganar, ganar y nada más”.

Para él, el sistema debe ser cómodo, fácil y práctico, los jugadores tienen que estar identificados con esa forma de jugar. No obstante, cree que el número telefónico (4-4-2, 4-3-3, 3-5-2, entre otros) es un elemento más dentro del modelo de juego. “Imagina e ilusiona con un equipo que juegue de determinada manera, razón por la cual, haré las cosas metodológicamente para conseguir buenos resultados, porque ningún sistema te asegura el éxito o el fracaso”. Para eso, siempre ha buscado que la confección de sus planteles se encuentre compuesto por lo necesario, “prefiero pocos motivados que mucho desmotivados”.

Puede ser considerado como un pragmático del futbol, ya que una vez conformados sus equipos, siempre van a tener la actitud y el pensamiento de valorar utilitaria, práctica y sencillamente, todas las herramientas y situaciones que se le presenten dentro del terreno de juego.

A lo largo de su trayectoria, siempre que ha podido, ha apostado en las divisiones menores de los clubes donde estuvo, proponiendo una mayor atención en la formación de valores para enfrentar la vida, antes que explicarles si deben jugar de volante por izquierda, por derecha o por el centro.

Se da entonces la vuelta del estratega uruguayo al fútbol profesional colombiano tras su exitoso paso por Independiente Santa Fe, en donde con un plantel muy limitado, plagado de lesiones y de situaciones extrafutbolísticas que además de todo debilitan el armado del mismo, llega a la final de la Copa Colombia, a los cuartos de final de la Liga y a obtener el título más importante de la historia del club cardenal: la Copa Sudamericana. Su salida injusta y en medio de un escándalo mediático debe tenerlo con ganas de tener revancha en un país en el que ya triunfó, en el que espera poder seguir cosechando títulos.


Un ganador como Gerardo Pelusso es sinónimo de liderazgo, de estrategia, de carácter, de estilo y de coraje. Es absolutamente consciente a qué club llega, de dónde se viene y hacia dónde se quiere ir. La exigente platea del Cali, famosa por su permanente inconformismo, debe dejar a un lado su síndrome corto-plazista. Si lo logra y Pelusso, a su vez, trabaja de la manera en que lo ha hecho a lo largo de toda su carrera, su paso por el Deportivo Cali va a ser muy exitoso.

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