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Matías Navarro (@Mati_Navarro

Le costó, pero cambió. Marcelo Gallardo supo reconocer a tiempo los errores de River y retocó el once inicial en los dos partidos más importantes del año. La modificación, simple pero trascendental, fue el ingreso de Leonardo Ponzio en el mediocampo.

El antídoto era conocido, pero no por eso menos efectivo: ante la ausencia por lesión de Kranevitter, fue el propio Ponzio quien lo reemplazó en la semifinal de la Copa Sudamericana del 2014. Allí se recibió de alma máter de este equipo.

Tras la paupérrima imagen que mostró en la Bombonera en la primera parte de la trilogía (0-2 por el campeonato local), Gallardo no dudó y volvió a incluir al héroe de la última eliminatoria, al que eleva el espíritu de un equipo que, si hubieran dejado que terminara el encuentro, seguramente hubiera resultado victorioso.

Tres claves del Superclásico:

_ Cambio de esquema

El 4-3-1-2 tradicional de Gallardo no funcionó en el primer encuentro. Con Kranevitter como único volante de contención, y Sánchez y Rojas como laderos, se quedó a mitad de camino en la idea de presionar y salir rápido de contra. Un Driussi que fue de mayor a menor no pudo aprovechar las espaldas de los volantes y nunca conectó a los delanteros con el resto del equipo.



El 4-1-4-1 planteado en el cruce de regreso (donde River debía mantener un 1-0 favorable) le dio mayor aire a un mediocampo que debía enfrentar al que sea, probablemente, el mejor triángulo argentino: Meli – Pérez – Gago.



_ La función clave de Ponzio

El cambio fue marcado y trascendental: Gallardo encontró en el sacrificio y el corazón de Ponzio el jugador ideal para ir a los pies de cada defensor de Boca que intentara armar el juego desde abajo.

Ya sea ocupando bien los espacios para bloquear cualquier tipo de salida



O bien presionando en los laterales o los centrales


Ponzio era el jugador que le faltaba a River para anular el juego rival y terminar de ser un equipo confiable, a pesar de no contar con los altísimos niveles de la última temporada.
En la derrota por el campeonato local, Kranevitter sintió la soledad en un equipo que planteó la misma idea (presionar lo más arriba posible y generar rápido un ataque favorable), pero que terminó siendo un equipo largo que perdió constantemente en el mediocampo.



_ Presionar y obligar al pelotazo

En los 45 minutos que se pudieron jugar por la Copa en la Bombonera, Gallardo logró su objetivo: aprovechó la ausencia de Lodeiro (el mejor aliado de Gago en el armado de juego) y la buena predisposición de jugadores como Driussi y Martínez (más jugadores que marcadores) para presionar casi en el área rival y obligar al pelotazo o al error de la defensa local.
Por la derecha con Martínez y Sánchez



Mora por el medio con el primer volante que se mostrara como salida, para dejarle a Díaz dos posibilidades: el pelotazo o jugar nuevamente para los costados…



Donde también estaban Ponzio o Driussi para limitar, una vez más, las opciones de juego



A Boca no le quedó otra posibilidad que entrar en el juego de River: el del pelotazo, donde finalmente se terminó partiendo, desistiendo del mediocampo y dejando en soledad a Pavón, Osvaldo y Carrizo, quien hasta debió bajar a la posición de volante central para poder entrar en contacto con la pelota.



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