Ads (728x90)



Víctor Grao (@VictorGrao)

Corría el mes de julio de 1916. Tres mil personas rodeaban el estadio de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, algunas sentadas en unas sencillas butacas, otras de pie y, otras más acomodadas como pudiesen para ver un partido internacional. Ese compromiso era disputado entre Uruguay y Chile, en una competición que comenzaría llamándose Campeonato Sudamericano y que, al pasar los años, se convertiría en el torneo más añejo a nivel de selecciones del mundo: La actual Copa América.

51 años después, la selección peruana se retiraría del torneo a realizarse en Montevideo, por lo que, un inexperto equipo fue llamado: Venezuela. El periodista Pepe Polo, para el diario El Nacional, escribió: “el fogueo será importante y estamos dispuestos a suplantar con entusiasmo, moral y ánimo la improvisación y poca preparación táctica y técnica”.

Una selección conformada por futbolistas amateurs que no cobraban, desembarcó en Montevideo, recibiendo el nombre de Los musiquitos, debido a que viajaron con un pantalón gris, camisa blanca, paltó vinotinto y una corbata. Dentro de cada una de sus maletas, había un uniforme del color del paltó, para jugar los partidos.

Pero, ¿Por qué vinotinto? El periodista Eliezer Pérez en la revista Fútbol Visión, comenta que existen dos versiones: “En 1948 el Comité Olímpico Internacional (COI) le asignó a Venezuela el color, previo a la participación de los Juegos Olímpicos de Londres”. La segunda, agrega: “La selección tenía que acudir a un torneo internacional, pero surgió un problema con los uniformes. Entonces el presidente del Instituto Nacional de Deportes le entregó los de la Efofac (Escuela de Formación de Oficiales de la Guardia Nacional), que eran de color vinotinto.

Esos uniformes, de un color diferente a los de su bandera, serían los que estrenarían en el Campeonato Sudamericano, o al menos eso se pensó. Freddy Ellie, en el Diario Panorama, cuenta una curiosa anécdota: “Al entrar a la cancha, el árbitro me dice ‘Capitán, ustedes se tienen que cambiar la camiseta porque se asemeja un poco al rojo de Chile”.

Venezuela, como era de esperarse, no tenía otro uniforme, más que el local. ¿Pero qué harían? Por suerte había un veedor de Confederación Sudamericana de Fútbol que era miembro de Peñarol, equipo que hacía vida en dicho estadio. Ellie recuerda lo acontecido: “En aquel entonces el estadio Centenario era el recinto de Peñarol, donde tenía su depósito de materiales, y nos facilitaron la camiseta de Peñarol, la de barras negras y amarillas, como la que utiliza el Táchira (Club venezolano). Al momento de regresar a la cancha, el poco público que había nos ovacionó, porque la mayoría de la población de la ciudad de Montevideo es de Peñarol”.

Las camisetas de botones, cuello duro y bolsillo, le fueron cocidas el sello de la Federación Venezolana de Fútbol, para contar con una identificación más clara del país al que representaban. Así Venezuela debutaba con la camiseta Manya, dejando en el maletín la vinotinto.

El partido culminaría 2-0 a favor de los australes, con doblete de Rubén Marcos, pieza imprescindible de los chilenos en el Mundial de Inglaterra 66.

En ese torneo, los criollos lograrían su única victoria en Copa América del siglo XX, cuando derrotaron 3-0 a Bolivia. Un inicio trastabillado, pero que con el pasar de los años se sigue recordando. Hoy, Venezuela viste su clásica camiseta, por la cual también se le nombra: la vinotinto.

Publicar un comentario