Martín Albiñana (@Ptdfa_Ok)
Cuán lejos quedó aquel
River que deslumbró a propios y extraños, durante el arranque del torneo de
transición 2014.
Cuantitativamente
hablando, sucedía hace relativamente poco tiempo, cuando comenzaba la aventura
de Gallardo a bordo del equipo millonario unos 365 días atrás. Cualitativamente
hablando, parece haber pasado una eternidad.
Y si el tiempo es relativo en las leyes de la física, en las leyes futbolísticas
parece serlo aún más.
Un equipo que propuso y
ejecutó una idea de juego arriesgada pero aún así fructífera, dinámica pero
paciente, vistosa pero no por ello poco “inteligente”. Un equipo que mostró la luz, y abrió camino
en un sendero bacheado y poco iluminado como lo es el del futbol argentino.
Pero ese recorrido duró entre dos y tres meses, hasta que el GPS “recalculó”
por distintos motivos y tuvo que redigirir al equipo hacia otro camino.
Ese redireccionamiento, lo
convirtió en un equipo que no asume riesgos (llámese no realiza más la salida
de balón como herramienta para progresar en la cancha), que apostó por el juego
por banda para ser más profundo e intenso pero solo ganó aceleración exacerbada
y poca llegada de los volantes al espacio, y un equipo que ya no reconoce
patrones en los mecanismos ofensivos para crear ocasiones de gol.
El crecimiento exponencial
que tuvo en los resultados fue inversamente proporcional al crecimiento en el
desarrollo del juego.
Aún así, siguió
recolectando las ganancias residuales que dejó aquel equipo vistoso y ganador,
levantando la Copa Sudamericana, y arribando a una final de Copa Libertadores,
pero ya sin resabios de aquella idea de juego y de aquellos mecanismos que lo
destacaron de la media.
Probablemente este
River, termine como termine, sea
recordado por la doble eliminación a Boca Juniors y por un ciclo de victorias
glorioso. Pero aquel otro equipo, el que parece haber terminado allá por
octubre de 2014, entrará en la galería del recuerdo, en la lista de ejemplos a
utilizar como equipos que jugaron realmente bien al fútbol sin importar si lograron títulos o
no, porque aclaremos que aquel River no llegó a conseguir ninguno.
Tal vez integre esa lista
protagonizada en los últimos años por el Huracán de Cappa, el Vélez de
Gareca, o el Newells de Martino. Ojalá pueda hacerlo, para enriquecer el
listado, y que sirva de inspiración para que otro DT siga por ese camino, y
pueda volver al futuro.
Arrigo Sacchi dijo alguna
vez: “las victorias podrán quedar en los libros, pero la forma de conseguirlas
quedarán grabadas en la cabeza de la gente”.
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