Tener
a Lionel Messi es, sin dudas, una gran ventaja. Pero, como ocurre siempre, eso
también conlleva una gran responsabilidad. Por eso, contar con el mejor jugador
del mundo exige que quienes lo rodean tengan una concentración y esfuerzo
máximos como para estar a su altura.
A
pesar de los 3 triunfos consecutivos y de posicionarse en zona mundialista por
primera vez, esta es la gran ganancia y el gran defecto de la Selección
argentina: entender, interpretar y poder jugar con Messi.
En
el triunfo ante Bolivia quedó expuesto de manera muy clara: el rival representaba
la situación perfecta para llevarse los tres puntos y comenzar a asentar la
relación Messi – compañeros.
Jugar
como el Barcelona es el anhelo de (casi) todos, pero para eso los 10 mortales que
acompañen a Messi deberán jugar por y para él, algo que en la Argentina pocos
entienden.
En
este primer ejemplo del triunfo en Córdoba, tiene 5 compañeros que, con el
movimiento correcto, podrían haberse desmarcado y ser variantes de descarga.
Sin
embargo, la presión boliviana y la actitud estática de los argentinos (sumados
a su lentitud en el desmarque) llevan a que Messi pruebe una jugada individual
larga, que lógicamente lleva a la pérdida del balón.
La
habilidad de regateo de Messi es un recurso en Barcelona, no una necesidad. Por
eso, ante una situación similar, el argentino logra sacarse un par de jugadores
encima y, rápidamente, contará con una descarga directa. En este caso es Neymar
quien aprovecha los espacios que genera la habilidad de su compañero.
El
brasilero no es el único que se nutre de su compañero: Luis Suárez lo aprovecha
como descarga, utiliza al argentino para que concentre la presión rival y ocupa
el hueco que deja la defensa para quedar cara a cara con el gol.
Mientras
tanto, el poco tiempo de trabajo atenta contra las intenciones de Martino, y la
falta de lectura de la jugada fuerza a que el juego argentino sea
Messi-dependiente.
En
la jugada citada a continuación, Lío transita desde la mitad de cancha hasta la
puerta del área rival esquivando oponentes y sin opciones de pase. Recién en la
última imagen, y tras recorrer casi todo el campo, dos jugadores se muestran
como posibles descargas.
Cuando
está por pisar la medialuna del área aparece Higuaín en escena para ser una
descarga clara, pero no por mérito del delantero, sino porque Messi limpió
cuanto oponente se le presentó en el camino.
La
resolución, una vez más, fue deficiente: mientras Lío esperaba la devolución de
la pared dentro del área (una jugada que en Barcelona surge de manera natural),
Higuaín priorizó el disparo al arco, que terminó afuera.
Aunque
la interpretación de los movimientos que piden las jugadas sigue en el debe,
hay ciertos destellos que generan la ilusión de que Argentina funcione a partir
de Messi. Eso ocurrió en el primer gol del local, donde una falta jugada
rápidamente por el 10 fue bien entendida por Higuaín, quien hizo la diagonal y
generó la jugada de la apertura del marcador.
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