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José Marcos López en @RectanguloVerde


Este fin de semana se disputó la gran final del fútbol mexicano entre el Club de Fútbol Monterrey y el Club Pachuca, después de la pírrica victoria tuza el fin de semana, los rayados llegaban a su casa como favoritos para ser los campeones de la LigaMx.

Con el abandono de Carlos Sánchez, que será recordado para la eternidad, y la baja de Zavala y Mier por lesión, Mohamed apostó por el mismo esquema inicial que en el estadio Hidalgo sacó el resultado:



Desplazó a Efraín Juárez al lateral derecho, Cardozo al volante central derecho, Ayoví al volante central izquierdo e ingresaría Edgar Castillo, al cual el destino le tenía preparado un lugar en la palestra de esta final.

Pachuca igual repetía cuadro, a excepción de Murillo, baja por lesión, el mejor central del semestre se perdió este encuentro. Alonso tomando él gol a favor como él táctico, modifica con referencia al primer encuentro y decide implementar un plan reactivo, jugar al contragolpe, decide apostar por una línea defensiva baja, presión baja y pases directos a Lozano o Urretaviscaya:


Ante el planteamiento del Pachuca, los rayados se ven forzados a utilizar el arma que menos manejan, el ataque posicional, sí, han mejorado en este aspecto durante el torneo, pero este avance no fue suficiente para dotar al cuadro de la capacidad colectiva para crear opciones dentro del área tuza. Para cualquier equipo esto hubiera sido mortal, pero el Pachuca no contaba con la calidad individual de la mejor delantera de México, y sufrió las consecuencias de una línea defensiva y presión baja: los disparos de media distancia.

La portería visitante, parecía objetivo de una práctica de tiro al blanco, Cardona, Pabón y Ayoví como principales amenazas, probaron desde cualquier punto a Oscar Pérez, el cual volaba de poste a poste atajando las imposibles, lo que lo convirtió en el héroe de la noche de una manera tan similar como lo había sido Jonathan Orozco en el estadio Hidalgo y las eliminatorias previas. El asedio fue de tal magnitud que, en el ocaso del primer tiempo, cuando parecía que Pachuca lo había librado, Monterrey sorprende en un tiro de esquina, sacan en corto con Dorlan Pabón el cual corta hacia dentro y dispara de derecha un cañonazo que fulmina las redes del veterano arquero.

Al medio tiempo, el táctico de Diego Alonso ya no valía más, debía regresar al plan A, el que le dio resultados todo el torneo, manteniendo una línea baja dentro de lo posible, logra capturar el dominio del segundo tiempo, y le pasa por encima a una medular rayada frágil la cual fue resintiendo el paso de los minutos.

Al minuto 65 entraría el otro protagonista sorpresa de esta historia, Víctor Guzmán, el cedido por el Club Deportivo Guadalajara, fue etiquetado por el cliché; los comentaristas donde veía la transmisión dentro de los cuales se encontraba el sobrevalorado gurú multicampeón, Matosas, lo catalogaron como “defensivo”. La realidad es que Erick Gutiérrez ha sufrido físicamente durante esta fase de “post temporada”, como le dirían los que ven los deportes americanos, y el único fin del cambio es dotar de piernas nuevas para realizar la misma función que él zurdo.

Aún con estas precauciones defensivas (una linea defensiva baja), la mejor delantera de México estuvo al acecho, buscando las espaldas de la última línea tuza, al minuto 73 en una de esas jugadas, Dorlan de nuevo, a un gran pase filtrado de Cardona, vence al “capitán de agua”, el cual prefirió irse expulsado que dejarlo en el mano a mano.

Con el hombre menos, era momento de regresar al plan B para Pachuca, y Alonso, bueno, más probablemente alguno de sus ayudantes, tuvo la brillante idea de organizarse de la siguiente manera:



Este esquema bien implementado, con tres volantes centrales que estén dispuestos a sacrificarse y dos puntas que buscan el mano a mano contra los centrales rivales suele ser la manera más inteligente de atacar cuando tienes el hándicap de contar con un expulsado. La medular no fue problema debido a la inexistencia de esta en el cuadro local, y en base a transiciones con sus delanteros tuvieron las opciones de gol más claras los últimos 15 minutos del encuentro.

Al minuto 83 ingresa Aldo de Nigris bajo cierta polémica, de voces que dicen que Mohamed perdió la medular con la salida de Neri, yo les tengo una noticia, la medular ya estaba perdida. El cambio de Antonio lo encuentro tácticamente correcto, ya que, con la expulsión, Pachuca regresó a plan reactivo, lo que significa línea defensiva y presión baja, lo que se traducía en que con o sin la medular, los Rayados serían capaces de trasladar la pelota lo suficiente para amenazar la portería de Oscar Pérez, con disparos de media distancia como el primer tiempo, y la entrada de Aldo agregaba otra arma, los centros tempranos, con Funes Mori y de Nigris en el área.

La siguiente eventualidad es la más difícil de digerir, la más dura de aceptar, esa que si te la cuentan o la sueñas una noche previa no te la crees, es el elemento de la vida y el destino que llegó para enseñarle una lección a muchos aficionados rayados confundidos, incluido el propio técnico.

En una de las aproximaciones transicionales de Pachuca, en el último minuto del tiempo de compensación, la pelota sale al lateral, por el costado izquierdo del área rayada, Emmanuel García lo cobra en corto y realiza una combinación que le da espacio para sacar un centro de derecha al segundo poste, donde Víctor Guzmán anticipa de cabeza a Edgar Castillo para anotar tal vez el gol más importante de su carrera.

Tenía que ser Edgar Castillo, el polémico lateral, que es protegido de Mohamed, ya que equipo al que va equipo al que llega, al jugador de la línea de 4 rayada que nunca ha defendido en su vida, si a él, le toco ocupar el espacio en la jugada más importante del juego y del torneo, esa que definió al campeón. Su ineptitud para defender el segundo poste, le costó un título al Monterrey.

Muchos rayados están confundidos, creen que solo importa el título, que solo el destino del camino vale la pena, incluso su técnico cae dentro de esta óptica al declarar, “prefiero no jugar una final si voy a perderla”. Hoy la vida les tenía preparada una lección, una cachetada con guante blanco que busca enseñarles lo que sintieron Tigres y América, que después de dominarlos terminaron derrotados, pero el que a hierro mata, a hierro muere. Por lo pronto Mohamed parece que sí captó, que si se reveló ante él, que todo lo realizado en el torneo es de gran valor, que el superliderato y vencer a los dos mejores equipos de México tiene valor, al declarar en conferencia de prensa posterior a la derrota “Para mí esa palabra (fracaso) sería en otro momento, no entra en nuestro diccionario”. Veremos lo que su afición siente al respecto.

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