Y fue así más o menos como,
entre profesores que no sabían pronunciar su apellido, entrenadores que dudaban
qué serigrafiar en su camiseta y compañeros siempre con el gatillo de la broma
fácil, a Nicolás Javier Schiappacasse (12 de enero de 1999,
Uruguay), se le quedó el apodo de 'Chapa', una especie de apócope que facilita
la mención a un apellido de origen italiano tan difícil de pronunciar. Si
Enrique Cerezo tuvo problemas para decir el nombre completo de Jesper Gronkjaer
y Mario Mandzukic, no se atrevió a hacerlo con Alderweireld y hasta se le trabó
la lengua con Petrov, no quiero imaginarme cómo será el día que el Atlético de
Madrid presente al nuevo delantero uruguayo de la plantilla. Que vayan
memorizándolo, no obstante, los seguidores rojiblancos, porque en su cartera de
jugadores está ya el que es uno de los mejores proyectos de futbolista de toda
Sudamérica. Aún de 17 años, Schiappacasse cumplirá los 18 el próximo mes
de enero, cuando se espera llegue al Atlético, aunque bien podría hacerlo ya
desde este mismo verano. Sin ficha, sin entrenar y sin oficialidad hasta 2017,
cuando la normativa FIFA permitiría su inscripción. Pero aclimatándose al lugar
que será su casa.
En su afán por atar a los
jugadores más jóvenes de los países donde el talento rezuma, el Atlético de
Madrid contrató hace algo más de un año a un joven uruguayo que les era
totalmente desconocido. Quiso la casualidad que, en un viaje de los ojeadores
colchoneros para observar a los jugadores de Nacional de Montevideo, el que les
llamara la atención fuera uno de los rivales de River Plate: Nicolás
Schiappacasse. Intentando repetir la fórmula que tanto éxito le dio con José
María Giménez, Emiliano Velázquez o Ángel Correa (éste petición expresa de
Simeone), el Atlético rápido ofertó la nada desdeñable cantidad de 1'5
millones de euros por un crío de 15 años al que sólo habían visto jugar
una hora en un partido de categoría juvenil. Una cifra enorme para un chico tan
joven.
Fueron entonces informados
los colchoneros de que Liverpool, Manchester City y Real Madrid les llevaban ya
ventaja en la carrera por la contratación del Chapa, pero cuando la
familia se enteró, no se lo pensó."Elegimos el Atlético de Madrid por un
tema cultural", señalaba entonces su madre. Y es que en España se
encontrará con su idioma natural y en un entorno que ya podría conocer, al
compartir vestuario con Diego Godín, José María Giménez o un cuerpo técnico
plagado de uruguayos y argentinos. Fue precisamente Godín quien le hizo de
guía cuando hace ya año y medio viajó a Madrid para firmar su contrato y
pasar unas pruebas médicas que confirmaron que el chico, de 1'80 (con capacidad
para crecer unos cm. más), es un toro. No obstante, su referente es Giménez, un
espejo al que mirarse para cada juvenil charrúa por su precocidad. Llegó a
España sin casi jugar en Uruguay y en menos de una temporada ya era el eje de
la zaga de la selección y estaba ganando trofeos en uno de los clubes más
importantes del mundo. Su ídolo es Neymar, aunque admite que no se le
parece en nada, pero se fija mucho enGriezmann (el más uruguayo de los no
uruguayos) y en Luis Suárez, casi patrimonio del país.
Su historia empezó mucho
antes. Cuando contaba con cuatro años tenía que contentarse con ir a entrenar a
un club de su barrio, Cordón de Montevideo, pero rápido se cansó porque no
tenían equipo de su categoría. Una tarde, jugando en una plaza al lado de su
casa con su padre, un hombre se le acercó y le ofreció una prueba en el
Universal. "Me dio una tarjetita con los horarios de los
entrenamientos y me quise pasar", afirma. Tenía cinco años y se quedó allí
hasta los 11. Logró 326 tantos, contados uno a uno por su amigo Leandro.
Todavía nadie se ha acercado siquiera a esos registros. Representó entonces a
Uruguay en la Danone Cup 2011, torneo al que varios jugadores alevines son
invitados para lucir los colores de sus países, cuando todavía no existen
categorías oficiales de los combinados nacionales. Uruguay acabó 15º de 40,
pero Schiappacasse se hizo con el trofeo de máximo goleador en un
torneo que se disputó en el Santiago Bernabéu.
Rápido Danubio y
Defensor se percataron de las cualidades de Nicolás y le invitaron a su
escuela. Probó en las dos, pero en ninguna se sintió cómodo y no se quedó. De
nuevo la suerte quiso que, practicando en solitario, un ojeador se fijara en
él. Estaba en laplaya, donde la irregularidad de la arena hace que las
capacidades de los jugadores se reduzcan y el ingenio tiene que salir a flote.
Fue Alejandro Sanmartín quien lo vio allí, un periodista habitual en las
coberturas de fútbol juvenil y cadete. Lo recomendó a River Plate y
se pegó el capricho de jugar a ser futbolista.
Entonces, los
darseneros no pasaban por un gran momento ni económico ni deportivo y para
elChapa no era sencillo ni llegar a los entrenamientos, para los que tenía
que caminar unos cuatro kilómetros de ida y otros tantos de vuelta. A veces iba
con su madre, Blanca, o con su padre, Daniel, que aparcaban media jornada de
trabajo y dejaban de ganar dinero para acompañar el sueño de su hijo. Otras, la
mayoría, iba con su hermana Erika. La que nunca faltaba era Maira, su otra
hermana que falleció a los tres años de edad. Nicolás la tenía muy presente en
cada momento y es hoy su nombre el que se dibuja con tinta en su pecho.
Nada más entrar en la
academia de River Plate se le presentaron multitud de agentes que
querían representarle. Él, desde los 12, sigue los consejos de Enrique Espert, "el
único que no sólo habló de dinero en las entrevistas", según confirma su
madre. A poco de estar con los darseneros, la selección de Uruguay le hizo su
primera llamada. Tenía 13 años e iba a jugar para la Sub15, empezando
entonces a batirse con chicos dos y tres años mayores que él, algo que ha
seguido haciendo hasta el presente. Su primera experiencia fue la Copa
México de Naciones en 2013. Allí Uruguay quedó subcampeona tras caer con la
Argentina de Conechny. Schiappacasse jugó los seis encuentros, la mayoría
de titular, y anotó dos tantos.
Cuando cumplió los 15 fue
llamado para representar a Uruguay Sub17, otra vez dos años por delante de
sus compañeros. Fue invitada la selección charrúa al torneo Limoges, celebrado
en Francia con las selecciones de Ucrania, Canadá y la anfitriona. Uruguay,
pese a ser un torneo Sub18, decidió llevar a la selección Sub17. Schiappacasse
fue titular, Uruguay ganó y en el último partido salió tocado de la rodilla.Se
había roto el menisco sin saberlo. Le tuvieron que operar y no llegó al
100% al Sudamericano Sub17 que se celebró meses después. Iba a ser la
estrella tras anotar 11 goles en 13 partidos, pero el problema trastocó
los planes. Perdió la titularidad de primeras, aunque a medida que pasaron los
partidos la recuperó. Ahí fue cuando el mundo entero empezó a conocer al chico.
Se supo que el Atlético lo había fichado y las miras se centraron en él. No
hizo un buen torneo. Sin estar recuperado de la lesión, el charrúa estuvo
lento, con poca movilidad. Disputó los nueve encuentros, aunque sólo pudo
marcar un gol, y se vio la peor faceta de Nicolás.
La mejor es que, con sólo 16
años, hacía la pretemporada con el primer equipo de River (aunque
jugaba con el reserva, con quien había ganado el Apertura), era el máximo
goleador de las categorías inferiores de Uruguay y tenían la máxima confianza
en él para que liderase a la selección en el Sudamericano Sub20 de 2017, al que
ya llegaría con 18 años. "Pensaba que al no haber hecho un buen
torneo, no iba a ser llamado. También por mi edad. Pero rápido me dijeron que
me iban a dar otra oportunidad", señala.
Un mes después del
Sudamericano Sub15, en abril, le llegó el debut oficial con el primer
equipo de River Plate. Fue con 16 años y 97 días, convirtiéndose en uno de
los más precoces de la historia en hacerlo, siendo el primer jugador de 1999 en
debutar en Uruguay y adelantándose también a los de 1998. Sólo necesitó
cuatro partidos más para convertir su primer golcomo profesional y a final de
campaña recibió el premio al mejor jugador joven de la Liga. Desde entonces y
pese a sus 16 años, nunca se ha bajado ya del primer equipo, donde es titular
indiscutible y donde lleva la camiseta número 9. Ha jugado desde entonces 25
partidos, logrando tres tantos y repartiendo otras tantas asistencias. Aunque
donde más destaca, obviamente, es en la selección, donde pese a jugar con
chicos dos y tres años mayores, el físico se iguala. Ya ha disputado cinco
encuentros con la Sub20 logrando cinco tantos, incluido un hattrick en el último
duelo ante Chile.
Hoy, Nicolás Schiappacasse
está en Italia, tramitando los papeles para conseguir la nacionalidad
italiana. El Atlético está intentando que el jugador se incorpore desde este
mismo verano al equipo. Si consiguiese el pasaporte comunitario, no habría
ningún problema por la reglamentación FIFA, aunque de no hacerlo, tendría que
esperar hasta enero, cuando cumpliría los 18 años, para formar parte de la
plantilla. Será en el mismo mes, además, cuando inicie el Sudamericano Sub20,
al que Nicolás acudirá como líder de la selección y, de hacer un buen papel, es
seguro que jugaría también al Mundial que se celebra meses después. Con todo,
no es segura la decisión de que venga a España ya. Aunque en River Plate ya no
contaban con él (se perdió el último encuentro por estos motivos burocráticos),
el presidente Renzo Gatto afirmó que aún se negocia cuándo se irá el jugador a
Europa.
¿Cómo juega Nicolás Schiappacasse?
Delantero hábil de
1'80m de estatura, Schiappacasse es un punta con mucha movilidad, con un
buen golpeo de balón, muy completo. Hasta los 15 años era un chico bajito, por
lo que tenía que utilizar su potente tren inferior para ganar balones divididos
y posiciones ante los defensas, siempre mayores y más corpulentos que él.
Rápido pegó el estirón, creció varios centímetros y mutó un poco más su juego.
Donde se puede ver con más facilidad es con la selección uruguaya, jugando con
chicos apenas un par de años mayores que él, donde el físico se empareja y se
liman las diferencias. En su club, River Plate, juega por la banda en un
sistema de tres delanteros. Es muy rápido, con mucha zancada y le gusta en
ocasiones abusar del regate. No obstante, con su crecimiento físico y ganancia
de músculo (que ya está muy avanzado) irá centrando su posición. Ya podrá
disputar con más facilidad la posición y los balones a aquellos que pueden hoy,
por edad, ser su padre. Una forma de correr que conocen bien en el Vicente
Calderón, pues Nicolás Schiappacasse tiene muchas cosas de Diego Costa,
jugador que también llegó al Manzanares con 17 años. Un símil futbolístico
también con los inicios en el profesionalismo europeo de Adalberto Peñaranda,
ahora que el venezolano está tan de moda. Lo que sí es claro es que
Schiappacasse empieza ahora la época más difícil de su vida, en una temporada
donde probablemente no podrá jugar al fútbol más que con su selección, algo
parecido a lo que vivió Ángel Correa por su operación de corazón el pasado año.
Que es ahora cuando tiene que dar el 100% y además rogar a la suerte, pues son
muchos los que se quedan en el camino. El cartel de promesa y futura estrella
ya lo lleva colgado, y eso es algo que le acompañará tanto para bien como para
mal.
Extraído de Tocoymevoy-21.blogspot.com.es
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