Matías Navarro (@Mati_Navarro)
Mucho
se habla en la Argentina del lujoso San Lorenzo, de la irregularidad de River o
de la regularidad (por lo malo) de Boca. Sin embargo, queda fuera del plano
Estudiantes, puntero del campeonato con 6 triunfos y un empate.
A
pesar de no lucirse, el equipo de Nelson Vivas es, seguramente, el conjunto más
difícil para enfrentar porque trabaja como nadie las fallas del rival y, a
partir de ellas, potencia las cualidades propias.
Tigre,
Sarmiento, Atlético Tucumán, Temperley, Rosario Central y San Lorenzo fueron
sus víctimas. Solamente Gimnasia (con la tensión que representa enfrentar al clásico
rival) fue capaz de robarle puntos.
¿Qué
tiene Estudiantes para ser líder, vencer rivales de fuste y, a pesar de eso,
ser poco considerado en el medio?
Adaptación camaleónica
La
característica más importante de Estudiantes es la capacidad de adaptarse a lo
que propondrá el rival y, a partir de ahí, plantear su esquema de juego. Así,
el Pincha demostró poder emplear el 4-2-3-1 como esquema preferido, pero
también el 4-4-2.
Incluso,
llegó a ubicar a tres volantes centrales a la vez. Por ejemplo, para vencer a
San Lorenzo, un equipo que puebla el mediocampo con calidad y cantidad, Vivas
ubicó a Braña, Ascacibar y Damonte. El primero como salida, el segundo como
conexión entre defensa y ataque y el último se ubicó en un rol más ofensivo.
Cuando
juega, Damonte suele ubicarse más arriba que Braña y Ascacibar. Tanto es así
que llega al área constantemente y ya convirtió 3 goles en el campeonato,
siendo uno de los máximos anotadores del equipo.
Doble 5 polifuncional
Rodrigo
Braña es caracterizado por su temperamento, su capacidad de marca y su
sacrificio para robar el balón. Vivas encontró el complemento ideal para esas
cualidades: Santiago Ascacibar.
El
volante central, que está en la órbita de la Selección argentina, tiene
características similares a las de su compañero, pero se le suma una mayor
capacidad para el control y la distribución de la pelota.
Por
eso, a pesar de que juegan en la misma línea, entienden el rol de cada uno:
alternan a la hora de presionar y es Braña el encargado de cubrir los huecos y
hacer los relevos.
Además,
Braña es quien baja para comenzar las jugadas con posesión segura, mientras que
Ascacibar se adelanta para conectar las líneas y abrir el juego hacia los
costados.
El juego por las bandas
Estudiantes
tiene una mecanización ya conocida pero que, por el momento, no puede ser
contrarrestada: salida del balón con Braña y rápida conexión con Ascacibar,
quien lo primero que hace es mirar hacia los costados para analizar en cuestión
de milésimas por qué lado atacará el Pincha.
Augusto
Solari (quien en River jugaba de lateral) se desempeña como volante – extremo
por la derecha, mientras que por la izquierda varían entre Auzqui, Cavallaro y
Rodríguez, formando triangulaciones constantes con los laterales y los
centrocampistas o delanteros.
Las
posiciones, obviamente, no son fijas y es común ver a Solari por la izquierda,
a Cavallaro por la derecha o a estos mismos jugadores metiéndose para arrastrar
marcas y generar espacios. Así, por ejemplo, llegó el 1-0 sobre San Lorenzo.
Viatri, de goleador a pívot
El
ex delantero de Boca solamente convirtió un gol (y de penal) en el campeonato.
Tal vez no se luzca en cuanto a lo que debería ser su función (anotar), pero
hace el trabajo sucio que favorece al equipo.
Con
la ‘9’ en su espalda, aprovecha su capacidad de cabecear y de jugar de espaldas
para rebotar constantemente el balón y habilitar a compañeros. Además, se aleja
del área para generar espacio a su espalda.
Auzqui, en estado de gracia
Estudiantes
no es un equipo que se caracterice por llegar constantemente al arco rival. Es
un conjunto sólido, que distribuye su capacidad goleadora y que, cuando se ve
en inferioridad, aparecen individualidades para cambiar la realidad.
Auzqui
dijo presente cuando lo superaban Temperley y Atlético Tucumán. En el peor
momento del Pincha, el mediapunta demostró toda su capacidad para convertirse
en el goleador del equipo.
Trabajo de laboratorio
Estudiantes
convirtió la mitad de los goles (7 de 14) gracias a la pelota parada. Seis de
ellos vinieron desde centros provenientes de córners y tiros libres y uno fue
de penal (Viatri, contra Rosario Central).
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