Matías
Navarro (@Mati_Navarro)
Si
hay algo que caracterizó siempre a Bauza es el equilibrio. Sin embargo, la
Selección argentina que él dirige pregonó todo lo contrario en el empate 2-2 con
Perú. El 4-2-4 que paró en la cancha ya predecía una noche ajetreada para el
equipo, que encima no podía contar con Messi.
En
la previa se habló mucho de la falta de un conector entre el sector defensivo
(Zabaleta, Otamendi, Funes Mori, Rojo y más adelantados Mascherano y
Kranevitter) con el ofensivo (Dybala, Agüero, Di María e Higuaín), además de
que costaba interpretar cómo iba a poder desempeñarse el mediapunta de la
Juventus como “falso Messi”.
Lamentablemente
para la Selección, todas las preocupaciones se transformaron en realidad cuando
el árbitro dio inicio al encuentro: la primera percepción fue un equipo
partido, con cuatro jugadores netamente de ataque y dos contenciones que se
iban a tener que repartirse el rol de armador, para el cual ninguno está
preparado, dejando en la mitad de la cancha un enorme espacio que supo
aprovechar Perú para dominar el balón y el juego.
Así
arrancó en el primer tiempo:
Y
así en la segunda mitad:
A
pesar de que, a priori, el responsable de esa unión parecía que iba a ser
Agüero, fueron Kranevitter y Mascherano quienes alternaron el rol de
recuperador y armador, una función que desconocen y que no lograron cumplir.
La
falta de capacidad para armar el juego hizo, por ejemplo, que a pesar de que
Dybala se encontrara en soledad por la derecha, Mascherano priorizara un
pelotazo a Higuaín, quien estaba luchando contra los dos centrales peruanos y
terminó perdiendo el balón.
Se
suponía que Agüero iba a ser el encargado de la distribución de juego, pero sus
instintos salieron a la luz y terminó jugando como un delantero más, muchas
veces pisándose con Higuaín o generando que fuera Di María quien tuviera que
cerrarse, algo que fue contraproducente para la Argentina, ya que la principal
característica del ex Real Madrid es el desborde y no la inteligencia para
crear juego.
Una
de las pocas veces que Agüero logró quedar frente al arco fue gracias a un pase
filtrado de Otamendi y a que Kranevitter se llevara la marca de otro volante
peruano, dejando sólo al Kun para enfrentar a la defensa local.
Un
párrafo aparte se merece Dybala, quien debió cumplir el rol de Messi,
comenzando por la derecha para encarar hacia el centro y, además, cubrir la
banda y ayudar a Zabaleta en la marca. Sin embargo, nunca se sintió cómodo,
prácticamente no tocó el balón ni cooperó bajando.
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