Diego Baquero (@DiegoBaco23)
El
pasado 13 de octubre, en el Metropolitano de Techo en la ciudad de Bogotá,
Independiente Santa Fe era apabullado por Atlético Nacional en el juego de
vuelta valido por las semifinales de la Copa Águila. 15 días antes, había sido
eliminado en Paraguay frente a Cerro Porteño en su defensa del título de
campeón de la Copa Sudamericana.
Todo
parecía indicar que el semestre terminaría catastróficamente como el primero
del año, pero el 16 de octubre, en el estadio Alberto Grisales de la ciudad de
Rionegro, Antioquia algo cambió. Se empezó a construir la verdadera
versión 2.0 del Santa Fe de Gustavo Costas que finalmente llegó a la final de
la Liga Aguila 2016 – II. ¿Por qué?
Desde
su debut el 28 de julio y hasta el 13 de octubre, día de la eliminación de
Copa Águila, Costas dirigió un total de 21 partidos en 77 días. Es decir
que contaba con apenas 3,66 días de descanso/trabajo. Todo cambio ya que desde
el 16 de octubre hasta el pasado 11 de diciembre, se jugaron 9 partidos en 55
días y ahora, entre partido y partido habían 6,15 días de
descanso/trabajo. Y se notó.
Ahora
bien, en lo que respecta a la participación de Santa Fe en la Liga Águila, la
levantada fue notable. Jugó un total de 24 partidos y para llegar a la
semifinal ganó 12, empató 7 y perdió 5 obteniendo así un rendimiento total del
60%. De los 24 partidos, en 14 se empezó ganando y en 11 se mantuvo el
triunfo, en dos empató y en uno le remontaron. Adicionalmente, en
nueve empezó perdiendo y en cuatro perdió, en tres empató, en uno
remontó y después empató y en uno remontó y termino ganando(vs DIM en la
de ida de los cuartos de final). Finalmente, en los 24 partidos marcó 31 goles
(1,3 por partido) y recibió 17 (0.7 por partido).
Pero
más allá de los números, el funcionamiento del equipo mejoró notablemente. El
esquema con tres centrales, doble volante central, dos laterales-volantes, un
enganche y dos delanteros constituyeron un equipo ideado para consolidarse en
defensa y tras recuperar el balón, poder tener unas transiciones de defensa a
ataque a máxima velocidad lideradas por el excelente momento de Jonathan Gomez,
Anderson Plata y Humberto Osorio Botello, este ultimo, determinante en el
funcionamiento del equipo.
Sin
embargo, algo a tener en cuenta es que luego del juego de ida de la semifinal
frente a Atlético Nacional, quedo en manifiesto que crear los espacios le
cuesta mucho trabajo ya que el equipo se siente cómodo cediéndole al rival el
balón y el campo, para una vez estar compacto en bloque, buscar presionar,
recuperar y emprender veloces transiciones de defensa – ataque.
Además,
gracias a la recuperación física debida al excelente trabajo de los
preparadores físicos Fernando Amoroso y Federico Costas, el entrenador
argentino pudo hacer realidad una de sus mayores obsesiones a la hora de
dirigir un equipo: la presión. El Santa Fe 2.0 se volvió ‘insoportable’ para el
rival asfixiándolo y sofocándolo incluso en su propia área.
Jugar
bien al fútbol es saber a lo que juegas. Y este Santa Fe que nació el 16 de
octubre de a poco ha ido consolidando una idea que lo hace saber a que juega.
Así que, simple y llanamente, juega bien. Para algunos será bonito, feo,
aburrido o entretenido pero la realidad es que juega BIEN porque sabe a que
jugar.
Ahora
la hinchada santafereña sueña con que la curva de rendimiento siga en ascenso y
que los dos partidos restantes en el 2016 frente al Deportes Tolima
validos por la finalisima de la Liga Águila, terminen bordando la novena
estrella en el escudo de Independiente Santa Fe.
Publicar un comentario