Agustín Vigo (@Agusvigo)
Idas, vueltas, situaciones de gol,
aciertos, errores y goles. Condimentos que hicieron del superclásico del fútbol
argentino un partido muy atractivo para todos los espectadores.
Durante la semana previa al encuentro, se
habló sobre la influencia que podría tener Fernando Gago en el manejo de la
pelota y los tiempos del partido, razón por la cual, Marcelo Gallardo colocó a
Andrés D'Alessandro en una posición cercana al mediocampista de Boca para
quitarle libertad de acción y colaborar con Leonardo Ponzio. El trabajo de
control contra Gago fue llevado a cabo de buena manera, sin embargo, la
preocupación por Gago generó libertades para Pablo Pérez, Rodrigo Bentancur y
Carlos Tévez, quien retrocedió unos metros y se ubicó detrás de Ponzio, en
posición de número diez. Allí recibía la pelota con mucha libertad y a partir
de un arranque suyo cercano a la mitad de cancha, condujo y asistió a Bou para
la apertura del marcador.
Aquel pasaje del partido fue favorable para
Boca, se adueñó del juego con Tévez como eje y tuvo varias chances de ampliar
la diferencia. Cerca de los treinta minutos River comenzó a equilibrar el
desarrollo con D'Alessandro como organizador de juego. Todas las pelotas
pasaban por sus pies, hubo buenas asociaciones con “Pity” Martínez y Sebastián
Driussi que obligaron al retroceso de Boca. Tras una buena jugada del
“cabezón”, Peruzzi despejó de manera errónea y Driussi convirtió el empate. Fue
el gol que le dio confianza a River para llevar a cabo su juego, Gago
neutralizado y la pelota en los pies de su mejor jugador.
Rápidamente llegó el segundo gol y el final
del primer tiempo. El desequilibrio en el marcador reflejaba una recuperación
de River y superioridad en el juego y resultado, tras un inicio complicado. La
segunda mitad comenzó con el equipo local dominando y con algunas chances de
aumentar la ventaja, pero al igual que Boca cuando iba ganando, desperdició las
oportunidades. El partido estaba planteado de manera tal que River atacaba y
Boca salía rápido de contragolpe con Tévez y Pavón para asistir a Bou.
Cerca de los diez minutos se produjo un
cambio clave: Gallardo decidió sacar a D'Alessandro e incluir a Rossi. El mejor
jugador hasta el momento salió del campo con la idea (expresada por Gallardo)
de controlar el mediocampo y los posibles ataques de Boca que se producirían
después por el cansancio producido por el alto ritmo de juego. Pocos minutos se
produjo el empate, tras un error de Batalla que aprovechó Tévez, otra vez
figura.
Otro momento clave se dio cuando ingresó
Ricardo Centurión por Walter Bou. El cambio de ritmo del ex Racing contra los
cansados jugadores de River fue fundamental. Ponzio y Rossi no pudieron
controlarlo y Tévez se encargó de convertir el tercer gol xeneixe. Un gol
especatacular, de un jugador que con su jerarquía individual desequilibró el
superclásico.
Poco quedaba para el final y nuevas
emociones se sucedieron. Mina tuvo una chance clara para empatar pero la pelota
se fue por encima del travesaño y en la última jugada del partido, Centurión
aprovechó otro error defensivo de River y selló el resultado final.
De esta forma terminó el River-Boca. Un
gran partido, como hacía mucho tiempo no se veía y parecido en su forma de jugarlo
a un Barcelona – Real Madrid. Hubo momentos de buen juego acompañado de
situaciones cambiantes durante el partido y goles, los protagonistas se
ocuparon de jugar y los amantes del fútbol están agradecidos.
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