Diego Sancho (@SanchoDiegoo)
“El treinta por ciento del
entrenamiento es táctica, el otro 70% es competencia social” Julian
Nagelsmann, entrenador del Hoffenhiem
El campeón inglés vigente sigue siendo inédito. Leicester City coronó la
Premier League contra todo pronóstico. Y hay otros equipos que han sorprendido
en este año. Plaza Colonia, campeón en por primera vez en su historia en
Uruguay; Jorge Wilstermann, campeón boliviano luego de seis años y Zulia,
campeón del Torneo Clausura 2016. Ni por asomo estos equipos eran candidatos al
título hace un año.
No podemos olvidar casos de grandes actuaciones de Independiente del Valle
en la Copa Libertadores, luchando hasta el final contra Atlético Medellín. De
Deportes Iquique, que estuvo cerca de su primer título en el fútbol chileno.
Del otro lado del charco todavía vemos a un Leipzig que le sigue el ritmo al
Bayern en Alemania. En fin, 2016 fue un
buen año para las casas de apuestas deportivas.
Ahora bien, ninguno de los entrenadores de estos equipos es un gran
innovador del juego. No pasarán a la historia como inventores lúdicos que
marcan tendencias. La mayoría era fuerte cuando se replegaban sin pelota y
contragolpear con ella luego. El mérito de sus gestiones no está en hacer una
fórmula universal para el éxito –si es que tal cosa existe. Más bien es por la
creación de un modelo de juego apto para los jugadores a disposición. Saber qué
se tiene para saber cómo actuar.
Helenio Herrera fue un genio incomprendido. Ya que hablamos de grandes
innovadores, de los grandes cambios tácticos que dejaron herencia, Herrera decía su sistema (el famoso catenaccio) ha adquirido una reputación desfavorable solo porque
otros equipos de menor calidad implementaban su estilo muy mal. Quería
decir que solo fue entendido por sus jugadores. Sea o no fuere cierto, aquel
sistema estaba pensado para las características de su Inter de Milan, no para otros
equipos. Y es que el error está en emular fórmulas exóticas desconsiderando
contexto.
Otro punto importante a considerar es la gestión humana. El epígrafe de
estas líneas habla de competencia social. Es un error pensar que los
futbolistas son máquinas que juegan mejor mientras más dinero les des. Y los
equipos que tratamos en este artículo son cada uno un ejemplo de ese mito. Las
dinámicas grupales que utilizaron estos héroes de las clases humildes de sus
ligas son lo que han ayudado a sus jugadores a sentirse orgullosos. A trabajar
a gusto, a cohesionarse para funcionar como una unidad más que como una
concatenación de talentos individuales.
Estos milagreros, los Repetto, los Ranieri, los Marcano no quieren equipos de
autor; quieren sacar lo mejor de sus equipos. Trabajan en base a sus elementos.
Se debe valorar la actitud de estos equipos en cancha antes que la plasticidad
de su juego- cabe acotar que la primera variable es analizable y la segunda no.
El fútbol es un juego humano, ergo hay errores. No podemos predecir una
serie de complejidades que nos atañe. Imaginen hacerlo sobre 11 individuos. Por eso este deporte condena a los que
intentan hacer pronósticos. El periodismo no está para ser consejeros de
apuestas sino informadores y analistas de los hechos. Del juego. Este año hubo cambios que nos ayudan a
concebir la maleabilidad que hace del
fútbol un deporte apasionante por su volátil desenvolvimiento.
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