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Roy Galdos (@RRGaldos)

La frialdad con la que es sometido un resultado, muchas veces, hace que perdamos el rumbo del análisis. No solo basta con ver o palpar la caída para juzgar. El grito desde afuera pidiendo “actitud”, se ha hecho una costumbre cuando la necesidad de sentirse ganador no tiene vínculo con el juego. Como si fuera la única premisa que se necesita para sacar adelante un partido, dejando de lado el funcionamiento que, al fin y al cabo, se debe valorar para que el marcador final no sea una efímera alegría.

Es fácil cambiar el discurso cada dos días. Pasando por el empate ante Argentina, hasta la derrota con Bolivia, los variados comentarios han tenido un sostén resultadista, mas no uno que contemple el desarrollo del juego y la imagen colectiva del grupo. El 1-1 ante Argentina y el 0-2 frente Bolivia, deben servir para entender que con casualidades o arrebatos individuales no se puede esperar demasiado.

Batalla en el mediocampo

Para enfrentar a la selección boliviana, Fernando Nogara presentó cambios en su oncena titular. A excepción del portero Carlos Gómez, hubo variantes en todas las líneas. En la zona defensiva, Gianfranco Chávez, de ser central, pasó a ser lateral derecho, dejando su lugar a Aldair Fuentes. Del lado izquierdo, José Luján y Marcos López mantuvieron sus posiciones.

En la mitad del campo, Martín Távara ocupo la zona central, dejando como interiores a Marck Estrella y Miguel Castro, quiénes ingresaron en lugar de Rudy Palomino y Bryan Reyna respectivamente. Los tres futbolistas completaron la línea media, que a diferencia del 4-2-1-3 del partido pasado, está vez solo tuvo a Távara en la medular (4-3-3).

Como hombres en ofensiva, estuvieron Fernando Pacheco, Adrián Ugarriza y Relly Fernández, siendo este último el reemplazante de Roberto Siucho, quién salió golpeado del partido contra Argentina.

Por su parte, el técnico de Bolivia, Marco Sandy, dispuso de un 4-2-3-1 teniendo a Ronaldo Monteiro como delantero centro. Detrás del ariete del Club Bolívar, se ubicó Henry Vaca para ejercer la función de enganche y asociarse con los extremos, Limberg Gutiérrez y Bruno Miranda.


Juan Mercado, José Carrasco, Luis Haquim y Sebastián Reyes fueron los defensores del conjunto altiplánico. Delante de ellos, Carlos Rivero y Moisés Villarroel fueron los medios centrales.



Desde el arranque del compromiso ambos seleccionados buscaron imponer su juego desde el mediocampo. Esas intenciones hicieron que las infracciones e imprecisiones reinaran los primeros minutos de juego. Tanto Moisés Villarroel como Carlos Rivero, estuvieron presionando muy de cerca la primera línea de volantes peruana. Martín Távara, encargado de la distribución, tuvo dificultades no solo para ejercer su función, sino también para conectar con sus compañeros. Los espacios entre líneas eran muy bien ocupados por los bolivianos.

Como las opciones de pase estaban muy bien tapadas, al igual que contra Argentina, Adrián Ugarriza se recogía hacía el centro para apoyar a los mediocampistas. No obstante, José María Carrasco y Luis Haquim estuvieron muy cerca para encimar al delantero de Universitario de Deportes.


En los momentos que la selección peruana se sacudía de la presión altiplánica, los extremos, en este caso Relly Fernández y Fernando Pacheco, buscaban siempre hacer daño desbordando por las bandas.

Cuando poco a poco el partido se fue equiparando, los espacios aparecieron para ambos equipos. Tras la recuperación del balón, Bolivia salía rápido para encontrar bien posicionado a Ronaldo Monteiro. El espigado delantero boliviano, además de ser la referencia por los linderos del área, presionaba la salida de la defensa blanquiroja.

Para poder contrarestar la conexión entre la línea defensiva con los mediocampistas, en el repliegue, ‘La Verde’ armaba doble línea de cuatro. Es así que, al momento que los atacantes o volantes recibían de espaldas, estos tenía escaso tiempo para aprovechar el espacio tras la recepción. Algo similar a lo que hizo Perú ante Argentina.


En una de las pocas veces que Perú logro rotar el balón de un lado a otro con mucha libertad, Relly Fernández tuvo, aparte del cabezazo de Fernando Pacheco, la ocasión más clara de peligro. Con muy buenos reflejos, Rubén Cordano reaccionó rápido ante el disparo del pucallpino.

Para que la recuperación del esférico sea efectiva, el trabajo y recorrido de los dos mediocampistas centrales bolivianos fue muy importante. En la imagen se puede apreciar a Moisés Villarroel complementándose con Carlos Rivero. Los cruces para evitar el pase filtrado a los delanteros –o los volantes que llegaban-, fueron vitales.


Hubo un lapso de tiempo en las veces que Bolivia presionaba a la última línea peruana. Cuando lo hizo, siempre aumentó con rapidez el volumen de su ataque. Ronaldo Monteiro, Limberg Gutiérrez, Henry Vaca y Bruno Miranda, siendo los hombres en ofensiva del equipo de Marco Sandy, se movían rápidamente hasta la zona roja para que los defensores peruanos tengan mayores referencias. Asimismo, como sucede en la imagen, con los vacíos que había entre los defensores y mediocampistas peruanos, las llegadas tenían mucha sensación de peligro al arco de Carlos Gómez.


Ambos equipos cerraron el primer tiempo compartiendo el esférico. Las pocas situaciones que se vieron en los primeros 45’ nacieron, principalmente, por errores en la salida o balones detenidos. Del lado peruano, Adrián Ugarriza terminó absorbido por la recia marca de José María Carrasco y Luis Haquim. El número 19 no pudo apoyarse con ninguno de sus dos acompañantes por los costados.

Pagando deudas

La apertura del marcador no demoró más de diez minutos tras el silbatazo de Gustavo Murillo. Aunque hasta ese entonces los intentos eran repartidos entre ambos equipos, Bolivia no solo capitalizo la ocasión que se le presentó, sino también transformo un balón largo –supuestamente buscando a Ugarriza- en un gran pase filtrado de Carlos Rivero.

La habilitación del mediocampista del Club Deportivo Guabirá tuvo un como receptor a un Ronaldo Monteiro, que marcando muy bien la diagonal para ganarle la posición a José Luján, pudo definir –casi cayéndose- ante un Carlos Gómez que poco o nada pudo hacer.


Con la ventaja en el bolsillo, Bolivia adoptó una postura similar a la del primer tiempo: agrupar dos líneas de cuatro para obstaculizar el paso a los mediocampistas peruanos. De esta manera, buscando la verticalidad tras la recuperación, Limberg Gutiérrez y Bruno Miranda quedaban posicionados en las bandas, mientras que Henry y Ronaldo Monteiro eran que ejercían la presión en la parte superior.

Habiendo recibido el golpe boliviano, Fernando Nogara mandó al campo a Luis Iberico por Relly Fernández. Con la presencia del delantero de 18 años, Adrián Ugarriza tuvo un acompañante que se ubique en el área cuando el retroceda unos metros.


Bolivia mermó cada arremetida blanquiroja. Algo que no hizo Perú frente a Argentina, el seleccionado verde lo ejecutó de manera casi perfecta. Al compacto agrupamiento que tuvo para defenderse, se sumó el control del balón para defenderse. Moisés Villarroel y Carlos Rivero fueron pilares importantes para administración del esférico. Además, el ingresó de Ramiro Vaca por Henry Vaca no vario en nada la disposición boliviana. El 10 se acopló rápidamente al juego a Limberg Gutiérrez y Bruno Miranda.

Por su parte, los de Nogara se sumieron en un cúmulo de factores que hicieron que el empate se vea muy lejano. Contrarrestados en el medio, la esperanza de la paridad se depositó en los arrebatos individuales de Fernando Pacheco, Roberto Siucho o Raúl Tito. Estos últimos ingresaron por Miguel Castro y Gianfranco Chávez respectivamente.

La búsqueda desproporcionada de las soluciones individuales solo descompensaba cada vez más a la selección peruana. Ante un rival con las líneas bien armadas, la pérdida del balón se hacía más inminente. Así, y con un posterior contragolpe liderado por la verticalidad de Limberg Gutiérrez, Bolivia amplió su ventaja con anotación de Bruno Miranda.


Conclusiones:

  • Como en el debut, está vez a la selección peruana también le costó tener al balón como aliado para dañar al rival. Asimismo, ni cuando se presentó la posibilidad de salir hilvanando el juego desde atrás, hubo intensión de que esa sea la premisa.
  • Ya habiéndose jugado dos fechas, es evidente que el tema físico es una arista que la blanquiroja tiene como inconveniente. Si teniendo la ventaja les costó cerrar el partido, habiendo recibido el primer golpe fue aún más complicado.
  • Adrián Ugarriza terminó absorbido por el bloque defensivo de Bolivia. José María Carrasco –hasta cuando estuvo- y Luis Haquim estuvieron muy cerca de él en todo momento. Su labor para los intereses del equipo es muy importante, empero, depender de juego de espaldas no siempre es la solución.
  • Cerrar el partido dependiendo de la inspiración individual terminó siendo contraproducente, sobre todo, ante un cuadro boliviano que mantuvo sus líneas muy compactas cuando le tocó defender.
  • Limberg Gutiérrez determinante con su velocidad. El nacido en Santa Cruz de la Sierra aportó con su verticalidad para que cada contragolpe boliviano sea dañino en la zona roja peruana.
  • La ventaja final de dos goles a favor de Bolivia no fue una casualidad. Los pupilos de Sandy aplicaron muy bien su plan reactivo para combatir a una selección peruana que el papel se presentaba como superior.
  • Puede ser un dato menor, pero con menos tiempo de preparación, la selección boliviana se vio mejor trabajada que la peruana. Factores como los estragos de la altura pudieron haber influido, sin embargo, buscar más excusas no sirve asumiendo que esta derrota debe ser un punto de reflexión.
  • Moisés Villarroel fue un gran elemento en el mediocampo verde. Acompañando en el lugar preciso a las jugadas de peligro, el 8 realizó el trabajo silencioso, pero efectivo, que necesitaba la línea media altiplánica

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