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Hovannes Marsuian (@HMarsuain_)

Hay futbolistas que saben que nunca serán reconocidos con un Balón de Oro o algún premio individual. Simplemente se dedican a jugar al fútbol e intentan mejorar partido a partido, temporada a temporada. Consiguen descalificaciones sin sentido, por no ser el que haga el gol, detenga el disparo del rival o cualquier acción que sorprenda al espectador que no ve más allá. Un caso puede ser Casemiro. Un jugador que muy pocos reconocen su juego y otros lo critican por criticar. Eso sí, él se calla y trabaja, se esfuerza. Y se puede utilizar una frase que dijo Mourinho en una rueda de prensa refiriéndose a Pedro León, el brasileño no es Zidane, ni Maradona. Ni Pelé, ni Messi, ni Cristiano; pero él lo entiende y no le importa. Sencillamente le interesa entrenar día a día, conseguir un puesto en el once y hacer su labor dentro del campo. Un cumplidor, quizás. Un profesional.

El fútbol de Casemiro ha crecido los últimos meses de manera espectacular. La llegada de Zidane le ha servido para crecer y madurar su modo de jugar. El brasileño se ha convertido en un futbolista especial para el técnico francés: su mediocentro.

Casemiro es un futbolista agresivo, sobre todo a la hora de ir a cubrir una zona, ya que es atrevido, arriesgado, y eso se debe a su intranquilidad posicional; pero, aunque llegue tarde, sabe cómo retroceder y recuperar su puesto, su terreno. Con regularidad, logra presentarse a tiempo. Nadie llega a tapar las esquinas como él. Domina el ancho del campo. Releva a sus compañeros. Arrincona al rival. Portento físico puro. Y todo esto se vincula con su obsesión por robar el balón, comprende y sabe cómo hacerlo. Es su principal intención y una de sus mayores virtudes. Posee la habilidad de cortar el juego del rival, ya sea por arriba o por abajo. Tiene el don y continuamente está dispuesto. 

Otro de los puntos favorables en la inclusión del futbolista brasileño es la libertad que le genera a Kroos y a Modric. Los pule tácticamente. A Kroos, como interior izquierdo, lo mejora en la en la transición defensiva y defensa posicional; además, ofensivamente se encuentra más cerca de los delanteros y el alemán es un especialista en dar un pase que le genere ventaja al compañero. 

Luka Modric, como interior derecho, alcanza una independencia – se olvida, por momentos, de algunas labores defensivas, porque Casemiro lo cubre – que lo hace ver espectacular, como si fuese una pieza trampa, y hace complicado hablar de “mejoras” cuando cada semana  suma características a su juego; pero, está claro que el brasileño consigue potenciar más al croata. Cuando los tres logran coordinarse y no estar a la misma altura, sobre todo en la salida, adquieren un ritmo futbolístico perfecto, los convierte en el verdadero tridente.

Técnicamente es un futbolista básico. Tiene un control, conducción y pase normal; aunque, algo torpe. Si lo comparan con los compañeros, como Modric, Isco, Kroos y James, sus recursos técnicos quedan muy lejos, sobre todo porque el de los anteriormente nombrados es maravilloso. Sin embargo, Casemiro con Zidane ha aprendido a trabajar el juego colectivo. Cede el balón de manera simple, sin complicarse, y ahí se nota su porción de criterio. Si su alrededor lo permite, él es virtuoso en la salida del juego.


Casemiro es una pieza de ajedrez no conocida, una pieza que, por naturaleza, resulta extraña para el juego del Real Madrid y es normal; ya que él está, fácilmente, en el grupo de futbolistas con menos talento en la plantilla del conjunto blanco. Sin embargo, su presencia dentro del once se comprende porque él responde determinadas y necesarias acciones dentro del partido, de las cuales sus compañeros carecen. 

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