Diego Sancho (@SanchoDiegoo)
El mal juego que hubo en el Sudamericano
Sub-20 que se está
realizando en Ecuador tiene varios factores: el mal estado de las canchas, la
altura de las sedes del certamen y, en gran medida, la complicidad con la que
varios equipos permiten que sus figuras más talentosas trabajen de más para
marcar diferencias. Uno de esos explotados por el colectivo es Blas Riveros.
Una de las premisas básicas para competir en el fútbol es el engaño, como
decía Dante Panzeri. Si haces creerle al rival que harás una cosa y haces otra,
lo vas a sorprender; aplica desde lo general o a lo sutil. En Paraguay se
acostumbra a que sus jugadores hablen entre sí en guaraní para que sus rivales
no sepan cual será el modus operandi de la jugada, así jueguen contra Brasil.
Un Brasil sub-20, nación históricamente productora de grandes
laterales, que no llevó a
Ecuador precisamente al próximo Roberto Carlos. Sin embargo, cuando enfrentaron
a la selección albirroja brilló, por contraste, este lateral zurdo más
abrasilerado que sus homólogos.
Cuando decimos abrasilerado es por el desparpajo con el que se desprende de
la zaga y se incorpora a cualquier altura, siempre por ese carril. Puede
conducir la pelota o simplemente descolgarse para recibir abierto. Como
elemento sorpresa, puede fungir de carrilero, interior y hasta de wing. Todo
con una zancada que le permite retroceder rápidamente o comer varios metros
luego de un regate, obligatorio recurso para jugadores de banda que domina y
logra engañar.
Ha llegado a centrar, con buena técnica, hacia el área desde la raya final.
Para Blas no hay fronteras en cuanto a progresión, y un técnico siempre puede
tener en cuenta un jugador que sepa apoyar a sus compañeros en varios sectores
con o sin la posesión. Sobre todo que calibre si la jugada pide su intervención
o si debe ralentizar fuerzas, pese a que sea descuido típico de jugadores de su
edad. No hará falta decirle “terehó tenondepe”.
De por sí, un lateral izquierdo con tanta sapiencia suele estar altamente cotizando en el mercado. No en vano ya está jugando en Europa, pese a ser
un adolescente. En la liga suiza específicamente, que suele ser embajada idónea
para futbolistas recién llegados al continente tanto por la exigencia de su
liga como la adaptación al Viejo Continente. Habrá que ver cómo se gestiona su
carrera y si tiene margen de proyección.
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