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Juan Pablo Gatti (@GattiJuan)
Viernes por la tarde, terminando la semana, la gente se apresurada para salir rápido de sus trabajos porque había un evento que nadie se quería perder, Argentina y Perú jugaban una plaza para disputar el Mundial de México 1986. Ambos habían dominado a sus rivales de grupo (Colombia y Venezuela) durante mayo y junio de 1985, en lo que aún eran las eliminatorias “comprimidas”.

El Monumental no mostraba el mayor de los optimismos con respecto al equipo nacional; ya que el conjunto de Carlos Bilardo no entusiasmaba con su juego como si lo hacía el de su predecesor, Menotti. Además, recibir a Perú a modo de definición ya no era tan agradable para el público que estaba llenando las gradas del estadio de River Plate. El recuerdo de 1969 seguía aún muy fresco.

Su rival, en cambio, llegó en ascenso. Moisés Barack fue cesado luego de las primeras tres jornadas (donde sacó apenas tres puntos de seis) y en su lugar se presentó Roberto Chale, el cual consiguió mejor al equipo inmediatamente, a tal punto que, en Lima, le cortó el invicto a la Argentina al derrotarla por 1-0 y así apretó el Grupo 1.

Ese 30 de junio, como en 1969, la albirroja podía llegar a hacer historia si vencía a la albiceleste, clasificándose nuevamente para México – y lograr así el hito de meterse en un Mundial por tercera vez consecutiva – y mandando al local al repechaje continental.
Los resultados de ambos, hasta ese último encuentro, marcaban lo siguiente:

Venezuela 2-3 Argentina
Colombia 1-0 Perú
Venezuela 0-1 Perú
Colombia 1-3 Argentina
Argentina 3-0 Venezuela
Perú 0-0 Colombia
Perú 4-1 Venezuela
Argentina 1-0 Colombia
Perú 1-0 Argentina

Así, a la última fecha de esta zona, la Argentina llegaba con una ventaja de apenas solo una unidad, pero psicológicamente los peruanos se encontraban en mejor estado, no solo por haber logrado remontar una eliminatoria que parecía marchar irremediablemente hacia el repechaje, sino que además venían logrando muy buenos resultados en los amistosos previos, venciendo, por ejemplo, a Chile, Uruguay y hasta a Brasil. En cambio, los argentinos solo tenían un buen recuerdo al cuál aferrarse: un 1-3 ante Alemania Federal en 1984.

Los clasificados para el Mundial de México eran los mismos que hace 16 años atrás, es decir, Brasil y Uruguay. El último lugar directo lo estaban por solucionar en ese soleado viernes de invierno, la Argentina y Perú, o, dicho de otra manera, los Maradona, Burruchaga y Pasarella ante los Reyna, Oblitas y Navarro. Un encuentro de alto calibre estaba por comenzar.

Los equipos:
Perú: Acasuzo; Leo Rojas, Rubén Díaz, Olaechea, Gastulo; Cueto, Reyna, Velásquez, Barbadillo; Navarro, Oblitas.
Argentina: Fillol; Camino, Pasarella, Trossero, Garré; Burruchaga, Barbas, Giusti; Pasculli, Maradona, Valdano.

La primera acción del encuentro fue una salvajada, una patada impresionante de Camino dejó fuera de combate a Navarro y en su lugar entró Julio César Uribe. Uno se fue con problemas en la rodilla, pero el que se quedó solo obtuvo una tarjeta amarilla. Sin Ruggeri, la selección argentina demostró tener otros defensores igual de rudos, y buscó amedrentar a su rival de todas las maneras.

El primer gol del partido asomó a los 12 minutos y fue obra de Pasculli, luego de un centro de Maradona, que dejó en ridículo a Reyna. El estadio se cayó y el país se convirtió en un puño apretado gritando por su selección.

Pero una buena final no podía acabarse tan rápido y los muchachos de la banda roja lo entendieron a la perfección. Perú comenzó a dominar, al minuto 23 logró la igualdad por un gol de Velázquez luego de una jugada preparada a balón detenido. Y a los 39 llegó la remontada. Barbadillo acabó una jugada que comenzó de manera fantástica Cueto, donde se sacó dos argentinos de encima para meter un delicioso pase entrelineas. El primer tiempo se terminó con un estadio argentino que se quedó mudo gracias a un seleccionado peruano.

Cuando volvieron del descanso fue la selección argentina la que intentaba proponer un poco más, pero chocaba una y otra vez ante Rojas y la defensa. Maradona no gravitaba y no se encontraban soluciones por ningún lado. Colombia, Chile y Paraguay ya comenzaban a agarrarse la cabeza, pensando que podrían enfrentarse al seleccionado gaucho en el repechaje.

Cuando parecía que un Mundial en México sería una quimera para la escuadra de Bilardo, apareció nada menos que el actual entrenador de Perú, el Tigre Ricardo Gareca, para empujarla y mandar a la Argentina a la gloria. “Y al final, cuando faltaban diez, llegó aquella jugada de Passarella, el empujoncito de Gareca, ¡qué sé yo! Yo ni me di cuenta quién había hecho el gol, pero lo tenía cerca de Pedrito Pasculli y me abracé, me abrazaba con cualquiera… Pero fue de Gareca, fue del Flaco, sino la pelota se iba afuera, se iba afuera”, comentó un emocionado Maradona.

Y es que nada de lo que ocurriría en 1986 sería posible sin esa salvada magistral de Gareca, que aun así, pese a haber sido el salvador, no estaría entre los convocados al torneo mundial, lo que le supuso una gran desilusión. Pero al cabo de esos 90 minutos eso no era justamente en lo que pensaba él ni nadie. Ahora sí, el festejo que se había arruinado en 1969 era saldado con un resultado que comenzó con una cálida y tensa tarde de viernes y finalizó al año siguiente con el Diego levantando la Copa del Mundo con sus dos manos.

¿Qué pasó después?
Para la Argentina los días previos al Mundial no fueron para nada fáciles. Resultados mediocres en los amistosos previos, una gira extensa y extenuante y un presidente (Raúl Alfonsín) que telefoneó directamente al número de Grondona para pedir la destitución de Bilardo.

Pero el torneo en tierras aztecas resultó ser una historia bien diferente, con Maradona jugando el que quizás fue el mejor campeonato de su carrera, la selección argentina logró superar la fase de grupos de manera cómoda tras  vencer a Corea del Sur (3-1) y Bulgaria (2-0) y empatando en el camino con el campeón Italia (1-1). Y después marcó un gran recorrido con los triunfos ante Uruguay (1-0), Inglaterra (2-1), Bélgica (2-0) y Alemania Federal (3-2), donde se consagró por segunda (y hasta aquí última) vez campeón del mundo. Luego, parte de esta camada se consagró como subcampeona mundial cuatro años después.

Para Perú, en cambio, se convirtió en el principio del fin. Tras la igualdad ante la Argentina perdió en la primera ronda del repechaje ante Chile. Y ya nada fue igual. Todo lo bueno que logró sostener desde aproximadamente 20 años se destruyó de un soplido. La mala organización del certamen de Primera hizo que el nivel bajase mucho, lo que originó que los jugadores no pudieran hacerse tan conocidos y así salir del país para jugar en mejores ligas. Esa baja de nivel produjo impaciencia y fue un coctel explosivo para las aspiraciones peruanas. Al final, el 2-2 fue la sentencia de muerte del fútbol peruano, que ahora buscará volver al máximo torneo tras 36 dolorosos años.

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