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Gabriel González (@Gabochini)
El cambio. Ese condimento que forma parte de nuestro ser y vivir, amuleto que cargamos en nuestro tenue tránsito por la ruta (vida). El ser humano, a medida que va experimentando situaciones, va modificando progresivamente su conducta y forma de pensar, y no se desprende de ese estado dinámico de existencia hasta que parte del mundo que conocemos. Salvando distancias, dicha situación es adaptable a la actividad futbolística de algunos jugadores. A medida que su carrera profesional va acelerando el paso, el protagonista constituye su evolución; se le ve empapado de experiencia, con mejor entendimiento en la acción y cargando con la obligación de reinventarse continuamente.

Más de uno ha llegado a sentenciar que, con el paso de los años, Lionel Messi será atraído por las telarañas del centro del campo para manejar los hilos del juego, asintiendo a su mote de entendedor. Sus -pasadas- acciones sobre la banda y su tendencia a recostarse hacia el medio en algunas ocasiones, tanto en su club (FC Barcelona) como en la Selección (Argentina), así lo indican. Ejercer un intento de videncia en un deporte como este es acción de alto riesgo, pero sus comportamientos sobre el terreno de juego han arrojado algunas pistas de que las sensaciones no se alejan de la realidad.

Con la llegada de Ernesto Valverde, el argentino ha pasado a ocupar una posición más céntrica (enganche), entre líneas, donde sus intervenciones se efectúan muy cerca del área contraria. En los últimos partidos de la Selección Argentina al mando de Jorge Sampaoli, Messi también ha actuado sobre las inmediaciones del rectángulo rival. Siempre cercano a la zona de tiro. El mejor ejemplo de ello ha sido justamente la victoria ante la Selección ecuatoriana en la última jornada de Eliminatorias (convirtió los 3 goles de la victoria albiceleste).


Esta ubicación le ha resultado muy efectiva al diez argentino; gran productividad de cara al arco y una influencia resaltante en el juego del Barça de Valverde, capitalizando las oportunidades y asistiendo a todos los compañeros que orbitan a su alrededor. Nexo y goleador.

La gambeta también es un punto a favor en este escenario. Su desequilibrio constante -único en el mundo- en metros decisivos permite desbalancear la retaguardia del contrincante de turno cuántas veces sea necesario para hacer daño. Y siempre teniendo la oportunidad de repetirlo hasta quebrantar el cerrojo.

El impacto que sigue generando su presencia entre líneas, cercano al punto medio de la línea defensiva y con libertad de movimientos en el frente de ataque, habilita miles de posibilidades de ataque en su entorno. Y las formas, además de ser múltiples, pueden ser efectivas al estar tan cerca del blanco. En este momento de su carrera, con el sprint y la gambeta furiosa para hallar la zona de pase o remate en estado de lucidez, aprovechar los recursos de Lionel Andrés en dichas latitudes es la clave.

Aún no es el tiempo de organizar. No ha llegado esa época de Messi. O quizás nunca llegue. Y que no llegue no quiere decir que no esté preparado para asumirla. Imaginar lo determinante que puede llegar a ser el argentino en la mitad del campo es emocionante, pero sólo el paso del tiempo y los cambios que vaya desarrollando señalarán cuál será su próximo camino, su siguiente perfomance, su nuevo radio de acción. Mientras tanto, que invente y siga inventando.

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