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Juan Manuel Navarrete (@JM_navarrete)
Los nueve goles de Hirving Lozano en apenas ocho apariciones en Eredivisie con el PSV Eindhoven, han sido un maremoto de ilusiones para el contexto mexicano. Y es que el ex-jugador de Pachuca no solo parece haberse adaptado a Holanda, si no que parece estar por encima de la liga, lo cual, a menos de 10 de meses del próximo mundial es oro puro para El Tri. ¿Pero, quién es como jugador?

Lozano es un jugador que necesita espacios. Evidentemente todos los futbolistas necesitan de eso para jugar, sin embargo, no todos le dan el mismo uso y tienen el mismo comportamiento con ellos. Hay jugadores que en metros largos estarán surfeando, pero otros se ahogarán y no terminarán por explotarlos; mientras que habrá futbolistas que en espacios reducidos se moverán como en la pista de baile, cuando otros sentirán claustrofobia.

En este caso, el 11 del PSV podría entrar en la clasificación de un jugador que surfea en espacios largos y que siente claustrofobia en espacios pequeños. Esto lo supieron identificar y entender tanto Diego Alonso en Pachuca como Juan Carlos Osorio en la Selección Mexicana para integrarlo a su forma de jugar: ambos en el juego de posición.

Con los Tuzos y El Tri, Lozano tiende a ocupar la banda de ruptura, al lugar donde el balón suele llegar al vació. El extremo mexicano fue apartado de las zonas más densas tanto por jugadores como por el tiempo que pasa el balón en ellas para incrustarlo en posiciones más libres y donde pueda expresar sus mayores virtudes: el desmarque y la conducción con cambio de ritmo. Es decir, Hirving, se beneficia de los jugadores más asociativos, ya que ellos al juntar pases y atraer-fijar rivales sobre una zona, él va obteniendo ventajas para recibir más cómodo en el lado débil del rival, especialmente después un cambio de orientación.

Sin embargo, los cambios de orientación para que sean realmente efectivos para él, deben ser literalmente al vacío, a la espalda del lateral contrario. Ahí donde no domina nadie más que sus contracciones excéntricas que le permiten entrar como cuchillo en mantequilla para atacar ese balón.

Por esto mismo es muy común ver varios goles del mexicano son cuándo él cierra sobre segundo poste, aprovechando el lado ciego del lateral rival en turno y a que llega en ventaja posicional en comparación a su rival.

Con 22 años, ha demostrado que es un jugador extremadamente eléctrico. Que todo los balones que pasan por él se acelerarán en cuanto a velocidad de desplazamiento. Y eso en espacios reducidos representa muchas pérdidas de balón, ya que se necesita pausa y paciencia; mientras que por otro lado, la misma claustrofobia que siente no le permite asentarse entre líneas para asociar, ya que se siente incómodo, limitado.

Por esta causa, Lozano es una gran arma para las transiciones ofensivas, debido a que es cuando los equipos pueden acelerar, y eso para él es la vida misma. Es cuando puede mezclar sus mayores capacidades: el desmarque, el llegar antes que estar y sobre todo, correr. Eso que tanto lo hace feliz y determinante. 

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