Jesús Zambrano (@JesusZambrano_)
Al Deportivo Táchira siempre se le va a exigir pelear campeonatos,
luchar en la parte alta de la tabla y defender su fortín (Pueblo Nuevo), pero
este año ha sido la excepción, un fracaso extra cancha y deportivo le acarreó
durante la presente campaña quedarse con las manos vacías en los 4 frentes que
participó: Torneo Apertura, Copa Libertadores, Copa Venezuela y Torneo
Clausura.
A lo largo de la temporada el Deportivo Táchira no varió
mucho su esquema táctico, en zona defensiva siempre mantuvo una línea de 4 defensores,
en el medio sector dos volantes de contención, uno con más salida que el otro
dando equilibrio y manejo de la esférica, dos volantes ofensivos abiertos y más
arriba dos puntas, un “9” de área y un socio ideal para crear peligro en el arco
rival.
Uno de los grandes problemas que presentó el equipo
tachirense durante el segundo semestre fue la poca efectividad de cara a gol y
la cantidad de goles permitidos, marcando 18 y recibiendo la misma cantidad.
Referencia poca oportuna para una institución comprometida a permanecer en los
primeros puestos de la clasificación.
Encontrar un buen acompañante para Jorge Alberto “Zurdo”
Rojas fue otro de los problemas para Santiago Escobar, el histórico jugador
aurinegro no tiene las mismas condiciones físicas que poseía años atrás. Es por
esto que ha retrasado algunas posiciones hasta jugar de volante de contención,
lugar en donde su mayor fuerte es salir jugando con la pelota, filtrar pases y
manejar los tiempos. Esto conlleva a que su compañero en la zona media tenga un
ritmo agresivo en la marca, eficaz a la hora de hacer las coberturas y capaz de
romper líneas. Lugar que sin duda alguna cubrían sin destellos Agnel Flores,
Francisco Flores, Juan Carlos Mora y hasta el mismo Carlos Cermeño, quien al
final fue separado.
En el ataque, Escobar encontró la fórmula perfecta en la
primera parte de la temporada con el Jan Hurtado, reconocido por su velocidad,
fuerza, trabajo sin balón (buscando siempre los costados cruzando con una
diagonal abriendo posibilidades de pase a sus compañeros) y con el paraguayo
Víctor Aquino, efectivo en las opciones de gol. Dupla que se fracturó tras la
exclusión del juvenil del primer equipo aurinegro, significando así el problema
más grande de Táchira en el Torneo Clausura: la carencia de gol. Dejando a
Aquino muy sólo en zona ofensiva, sin permitirle llegadas limpias para que
pudiese facturar y faltándole un acompañante con condiciones que tuviese el
acierto de arrastrar marcas.
La reestructuración se avizora como el único camino del
conjunto tachirense, donde sin duda van a empezar a llegar más cambios, en que
muy seguramente los fichajes de jugadores estelares volverán a estar a la orden
del día en busca de complacer a una exigente afición ávida de títulos.
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