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Hovannes Marsuian (@HMarsuian_)
Hay futbolistas que poseen ese toque distinto que produce que el aficionado le preste más atención a él por encima de los otros veintiún futbolistas que se encuentran dentro del campo. Existen casos en muchas zonas, pero uno de los países que con más frecuencia se localizan tipos que logran enamorar al ojo del espectador es en Brasil. Sobre todo por esa chispa tan natural que demuestran, con un swing de samba con el que intentan bailar al rival, es decir, esos regates fantasiosos con el que buscan eliminar contrarios. Aunque en el fútbol actual ya no se ve tanto.

Sin embargo, el ojo del espectador centra su atención en un futbolista que no solo busca “bailar samba” dentro del campo, sino que también es inteligente, por su ubicación y su visión de juego (saber cómo, cuándo, dónde, para qué y por qué tocar). Y que evita algunos regates fantasiosos, ya que en muchas ocasiones son innecesarios. Luan Vieira puede entrar en este grupo.

Aunque todavía necesita mejorar a la hora de finalizar algunas acciones, debido a que se puede exceder al aguantar o conducir el balón, demuestra ser un futbolista capacitado para colocar a sus compañeros con ventaja, sobre todo en situaciones de mano a mano. Eso se debe a que cuando el balón llega a sus pies, su equipo cambia la cara, porque a Luan le gusta tener el poder de decidir, ya sea la dirección y/o la velocidad. Y existen dos formas para atacar con él como el organizador, buscar de manera directa la acción o ir tejiendo la jugada colocando una muy buena cantidad de compañeros en campo rival – es decir, consigue un receptor, la toca y se mueve para convertirse en una nueva opción de pase –.

Partiendo de la zona del mediapunta, a Luan le gusta moverse a placer por los distintos espacios del campo, tanto por la base de la jugada para acercarse a colaborar en la organización y así llevar parte de los hilos de las jugadas, como en la zona de definición donde logra aparecer como falso delantero o extremo debido a que posee una chispa peligrosa al momento de asistir o pegarle al arco.

Tiene una mentalidad de juego que le invita a buscar de forma constante las zonas libres. Más de lo normal, para él es importante tener libertad de moverse por cualquier sector del campo; pero también conseguir espacios para la ejecución de su fútbol de manera brillante. Y esto no quiere decir que no puede jugar bajo la presión del rival (aunque no sea su especialidad), sino que con esa idea de no depender de la demarcación de una posición, su propósito siempre va a ser buscar y conseguir desplazarse demasiado hasta encontrar independencia de su marca. Es decir, sin balón intenta que el ojo de su contrario se fije en quien posee la esférica, para ir silenciosamente por aquellos tramos donde nadie está ni observa y convertirse en un receptor libre.  

Le gusta superar a sus rivales con un regate que no llega al nivel de fantasioso. El brasileño sabe aguantar y esconder el balón con pisadas y giros de tobillos. Posee una conducción escurridiza y una zancada potente. Un futbolista con veneno en sus pies. Y quizás el mejor futbolista en la actualidad en el Brasileirão.


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