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Luis Gonzales (@Luchvr)

Se jugaba el repechaje para Alemania 2006. En Sydney, el Telstra Stadium era el campo de disputa entre Australia y Uruguay por el boleto hacia el Mundial. En penales, el equipo oceánico eliminó a los de Jorge Fosatti, obteniendo su primera a un torneo de tal magnitud. Aquel partido fue el último de Paolo Montero, capitán de la ‘Celeste’. 

Defensor recio, corajudo, atrevido y –por momentos- impulsivo y agresivo. Montero jugó para la Selección uruguaya por casi 15 años. De los cuales, en 10 de ellos, lideró al equipo hasta aquel partido con Australia. Reconocido por su agresividad, ganó respeto y la inculcó en la Selección; comenzando así, un linaje en la defensa. 

El sello de la ‘Tota’

Tras el retiro de Montero, Dario Rodríguez y Pablo García -referentes del equipo uruguayo- tomaron la batuta, pero por poco tiempo. Tras el fracaso en 2006, el cambio generacional y la llegada de Óscar Tabárez como nuevo entrenador, Diego Lugano sucedió a Paolo Montero como capitán, desde la Copa América de 2007, por decisión del nuevo director técnico. 

Durante su capitanía, complementó la esencia que dejó Montero en su momento: el respeto. Su seriedad lo caracterizó como un gran líder y mostró ‘bancarse’ a todos sus compañeros y el vestuario. Cuenta Diego Forlán, que a la ‘Tota’ no se le tuteaba y se dirigían hacia él como ‘señor’. En todo momento sacó cara por sus compañeros a tal punto de enfrentarse a la prensa, como en Brasil 2014, en donde encaró a los periodistas por el caso Suárez. 

Fuente de anécdotas con la ‘Celeste’, Lugano contó una que demuestra la intensidad previo a un partido de fútbol: “Cuando debuté en la Selección, un partido por Clasificatoria, teníamos que ganarle a Paraguay, porque  sino quedábamos eliminados. Ganamos 1-0 con gol de Paolo (Montero). En el vestuario, de cansancio, dejé mi camiseta en el piso para cambiarme. Dario Rodríguez, un referente, se me acercó y me dijo: “Mirá, la ‘Celeste’ no puede estar en el piso”, cuenta el capitán. 

O como en el repechaje para Sudáfrica 2010, durante el himno previo al encuentro con Costa Rica.



Diego Lugano es, probablemente, al que más se le identifica con la ‘garra’ de Uruguay. Su porte imponente y voz ronca, genera deferencia al estar frente a él. Desde su primera cita en noviembre de 2004 hasta el año pasado –tiempo de su retiro- encontró a su sucesor; así como Montero y Rodríguez, lo descubrieron a él. 

Turno para Godín y su ‘pichón’

Previo al Mundial de Brasil, Lugano, sin equipo y en el término de su carrera, sabía que tenía que definir a un legatario. No fue hasta el tercer partido del torneo, que, por una lesión, lo decidió. Diego Godin asumiría la capitanía frente a Italia. El reciente campeón de la liga española con el Atlético de Madrid y finalista de la última Champions League, anotó el gol del triunfo y selló la clasificación a los Octavos de Final.

El inicio de la era Godín apenas comienza. En plena transferencia de mando, ya apareció un nuevo caudillo: José María Giménez. Como asegurando al siguiente beneficiario de este tipo de árbol genealógico. Tras el Mundial sub 20 en Turquía, el mozo defensor inició un camino de éxito en tan solo dos años: subcampeón de la categoría, debutar con la Selección, jugar un Mundial y fichar por el Atlético. “Es increíble lo rápido que he llegado hasta España”, cuenta el defensor nacido en Toledo.

El fugaz ascenso de Giménez y su llegada a España para acompañar al capitán uruguayo, le valieron el apodo de ‘Pichón de Godín’. Ambos, comparten hoy en día la zaga central, tanto del club como de la Selección. 



El respeto, la disciplina y la entrega absoluta -con seguridad- se puede haber originado en uno de los eventos más importantes de la historia: ‘el Maracanazo’. La hazaña de Ghiggia, Varela y compañía despertaron el mito de la superioridad brasileña vencida por el corazón oriental. El origen de la ‘garra charrúa’. El día que se instituyó el primer legado uruguayo.

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