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Diego Sancho (@SanchoDiegoo)


El fútbol venezolano perdió la memoria a corto plazo. Desde el boom de la selección, el equipo ha tomado dimensiones nacionales inéditas. Hoy la vinotinto es conocida a nivel mundial. Este fenómeno, al igual que el descubrimiento de múltiples fajas de petróleo en el país, supuso vientos de cambio en pro de su desarrollo.

Pero no ocurrió de esa manera, o por lo menos no tan rápido. Hoy, la cófrade de directivos que encabeza la Federación Venezolana de Fútbol es el mismo que el de los tiempos del cuasi-anonimato balompédico. Como el país no sabe lo que es clasificar a un mundial, cada victoria que lo acerque al concierto internacional se concibe como un acontecimiento que raya lo épico. El origen de este delirio colectivo se dio bajo la dirección técnica de Richard Páez.

De modo que esta jerarquía rodeó a su persona como un aura de mitología. Se convierte en un personaje simbólico. Y con el argumento positivista de haber explorado los recovecos de la FVF y de fundar una academia de fútbol formativo (Academia Emeritense, en el Estado Mérida) se siente capacitado para encabezar el balompié nacional.

“Soy el presidente de la Academia Emeritense (…) y es un ejemplo; no de palabra sino de hecho  de que cuando se habla de que hay que sembrar infraestructura por el país con el modelo internacional, la Academia Emeritense es un ejemplo pionero del fútbol venezolano”.

Lo que hace especial a esta entidad privada del Estado Mérida no son los títulos de categorías formativas que ostenta en sus vitrinas, sino el trabajo que allí se emplea. En el libro “Richard Paéz, el técnico de Venezuela”, el candidato a la presidencia de la FVF habla de que el “fútbol 7” es mejor para formar futbolistas profesionales. Le pedimos que nos argumentase aquello.


“Cuando hablamos de fútbol base es de 6 a 12 años. Y en nuestro país persisten la FVF y sus asociaciones de fútbol en establecer como forma masificación el fútbol base en estas edades con una disciplina que lamentablemente nos aleja de seguir creciendo a nivel internacional. Si en una cancha del tamaño del Estadio Brígido Iriarte, que es para que jueguen mayores, todavía la FVF intenta que  jueguen en esas condiciones desproporcionadas para el tamaño y edad de estos niños. Juegan todavía con el balón número 5, juegan todavía con arcos que son demasiado grandes para el volumen de los niños, si ya son grandes para los profesionales… Es más, como médico sé –especialista en ortopedia y traumatología- que un partido 11 contra 11 en esas edades, donde desarrollan un supuesto partido de fútbol, lo que sobreviene es un maratón. Un esfuerzo extremo para las condiciones de la calidad cardíaca de esas categorías. Es hasta peligroso jugar en esas etapas.

La Academia Emeritense enfrentándose en un partido de divisiones inferiores a su equivalente del Deportivo Táchira

Por eso diseñamos el fútbol 7 (…) que se traduce en masificación, desarrollo, capacidad de control. Los niños se superan técnicamente porque trabajan en una actividad acorde a su tamaño. Es un festival de fútbol difícil de encontrar en un entorno de formación doméstico y no internacional”.

Escucharlo ahora no es lo mismo que antes. Sigue regodeándose de sus éxitos pasados, pero ahora va por más. Incluso se le nota una jerga política cuando habla de sus aspiraciones a ser presidente de la FVF. En su discurso hace énfasis en que la disciplina futbolística necesita un viraje

“Colocar el nombre de uno para la búsqueda de cambio y evolución en un país como el nuestro parece político, pero es algo de la vida diaria. El fútbol venezolano está pidiendo que sea defendido un clamor popular. El fútbol venezolano no puede seguir como está. Hay hombres que hemos pasado por él en distintas facetas y que a pesar de haber dejado ejemplos contundentes de que sí se pueden lograr cosas desde varios puntos de vista y no han sido suficientes esos ejemplos para hacer cambios estructurales. En la dirigencia de nuestro fútbol y en el modelo de conducción que ha transitado esa dirigencia por casi treinta años, creo que nos ha llegado el momento de decir: “Ya basta”. Vamos a iniciar un movimiento con “Somos vinotinto”.


Habla con la seguridad de quien tiene guardadas sus espaldas. “Somos vinotinto” es una especie de coalición política de hombres del gremio que busca unir influencias para beneficiar a la causa de su proyecto. Tienen un modelo de conducción diferente y buscan llevarlo a cabo de la mano del ex entrenador nacional. El nombre hace alusión al equipo que cambió su juego para dejar de ser “cenicienta” en las Eliminatorias de los mundiales 2002 y 2006, pero que no ha cambiado en su manejo interno.



El 31 de diciembre de este año finaliza el período de la asamblea general de la FVF. Las elecciones serían en marzo del próximo: “Este movimiento recoge el clamor de un país que está gritando por dentro: “Cambio, evolución, desarrollo y transformación” en nuestro fútbol. Como somos hombres de fútbol, y que hemos dado ejemplos contundentes en el campo de juego, tanto adentro como desde la raya, demostramos cómo es que hay que hacer para cambiarle la cara al futbol venezolano: jugando bien al fútbol. Lo vamos a hacer cuando estemos al frente de la FVF. Cambiaremos estructuralmente a nuestro fútbol”

Páez tiene una agenda de campaña en la que ya ha cumplido varias etapas y se muestra optimista ante los resultados: “Estamos en campaña. Estamos en la segunda gira en la que ya hemos recorrido por Barinas, Portuguesa y Cojedes. Esta semana estuvimos también en los estados andinos (Táchira, Mérida y Trujillo). Y la respuesta ha sido mayoritaria. Los representantes de los clubes asociados afiliados a las asociaciones de estado, que son los poquitos que lo han podido hacer, porque las asociaciones de estado no afilian de manera obligatoria a los clubes que están haciendo vida activa en el futbol venezolano. Ante esa situación, a pesar de ser un escaso número, nosotros estamos empeñados en que les vamos a ganar todas las asociaciones de fútbol de todo el país. En todos los estados se siente el mismo clamor”.

Richard Páez no nos aseguró que iba a ganar la presidencia; nos prometió que iba a “cambiar la historia del fútbol venezolano desde la raíz. Y eso comienza colocando a gente idónea en los cargos de cada asociación y fundamentalmente en el puesto de presidente de la federación. Ya basta, son 30 años de un mismo modelo y no han salido del estancamiento del fútbol nacional. Lo único que ellos pueden sacar como algo brillante de su carrera administrativa y dirigencial es lo sucedido en el año 2001, que apareció un grupo de hombres liderado por Richard Páez y le cambiamos la historia al fútbol nacional con condiciones deplorables. Eso es lo único que pueden mostrar”.


Paéz, ese hombre que luchó por la independencia y luego tiró de su apellido para ponerse al timón de la nación.  Esta vez Páez es el que despertó una ilusión al margen de una cancha y que aspira a tener jurisprudencia en todas las del país. En ambos casos, se tuvieron que ganar al cenáculo gubernamental para llegar al trono. Veremos si el apellido Páez sigue teniendo esa magnificencia.

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