Por: Carlos Jiménez
El olimpo de los grandes jugadores de la historia del fútbol está
reservado para unos pocos. En él se encuentran las estrellas que marcaron una época y llevaron a sus equipos
y selecciones nacionales a ganar los máximos títulos continentales e
internacionales. Pelé, Di Stefano, Cruyff, Maradona, Zidanne, Messi o
Cristiano Ronaldo tienen un sitio preferente en este club tan selecto de ases
del balón.
Sin embargo, no siempre los genios se mueven en busca del éxito personal
y profesional. Hay veces que, como
genios que son, deciden sacar su talento cuándo y dónde quieren. Éste es
el caso de Mágico González,
un futbolista salvadoreño que para muchos ha sido el jugador con más técnica y
calidad que ha pisado un terreno de juego. El de El Salvador disfrutaba jugando
al fútbol, pero sólo en sus ratos libres.
Tras destacar en la ronda de clasificación y la fase final del Mundial
España 82, Mágico González llamó la atención de los grandes clubes de Europa.
Muchos lo quisieron fichar. Algunos estuvieron muy cerca, como el Paris Saint
Germain, pero el día que debía firmar su contrato se quedó dormido en el hotel.
El delantero salvadoreño nunca lo ocultó. Antes que el balón, entre sus
prioridades, se encontraban las mujeres, salir de fiesta y dormir.
Defendió las camisetas de Antel, Independiente de San Vicente y Fas de
Santa Ana en su país antes de dar el salto al Viejo Continente. Contra todo
pronóstico, lejos de fichar por un club top europeo, su destino final fue el
Cádiz. En el Ramón de Carranza disfrutaron de su calidad. También de sus
excentricidades. O de ambas juntas. Como aquel partido en el que se quedó
dormido en el banderín de córner en un choque ante el Atlético de Madrid. O
como el día que saltó al campo borracho y su actuación, dos goles y dos
asistencias, sirvió para que los amarillos remontaran un 0-3 al Barcelona.
Mágico González en el Barcelona
Y fue precisamente el club azulgrana el que más cerca estuvo de hacerse
con sus servicios. Corría el año 1984. El conjunto de la Ciudad Condal se
disponía a realizar una gira por los Estados Unidos con Maradona como
estandarte de la expedición. El diez argentino lo había señalado como “el mejor
jugador de fútbol de la historia”. Y eso eran palabras mayores. Finalmente su
fichaje por el Barcelona no cuajó, probablemente por un incidente acontecido en
un hotel californiano. Tras sonar la alarma de incendios y evacuar el edificio,
los bomberos comprobaron a su llegada, que Mágico seguía en su habitación
acompañado por una señorita.
A Mágico no le importó no ir al Barça. Nunca ocultó quién era. Un día
declaró que “no soy un santo, me gusta la noche y las ganas de juera”. Pero no
cambió su actitud. Otro día se sinceró señalando que “soy un irresponsable y un
mal profesional, y puede que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida”.
Pero no hizo nada por revertir la situación. Incluso llegó a decir que “no me
gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego
por divertirme”. Y se divirtió en un terreno de juego hasta los 42 años. Los
genios son así.
Extraído de intrafutbol.com
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