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Diego Sancho (@SanchoDiegoo)

Dos escuadras con un presente ajeno al que se habían planteado a estas alturas del calendario se veían las caras en el Olímpico de la UCV. Tras caer en dos ocasiones consecutivas, ambos ante el Zamora que fue colista del torneo por meses, los equipos llegaban anímicamente golpeados.

Por un lado,  Caracas llegó como local para no alargar la crisis de resultados que embargó las opciones de título; el otro es un plantel que ha tenido malas decisiones insistiendo en confeccionar un planteamiento ofensivo en base a un hombre que ha tenido varios problemas de salud. Héctor “Tico” Pérez no ha sido consecuente por temas físicos, siendo la columna vertebral y caudillo del Atlético Venezuela y por eso, entre otras falencias, los nacionales no terminan de sorprender desde el ascenso.
El accionar de cada lado sufrió leves modificaciones en el transcurrir de los minutos. Caracas jugaba a desbordar por las bandas para conseguir un balón parado, dinámica que su público conoce de memoria. La visita planteó un 5-4-1 con Carboni de punta, dibujo táctico conservador con garantías en el fondo.

Los rojos buscaban con ahínco la infracción con el desmarque de Otero, que hacía diagonales a veces groseras buscando el contacto o por la dupla Carabalí-Cure por derecha, que con las proyecciones del lateral sus compañeros podían recibir cerca de la raya final (estas tres piezas son altas luego de las derrotas en la carretera).

Ofensivamente, el Francisco Carabalí ha estado a la altura del equipo avileño, pero dio libertades a Anthony Uribe que le venció en su retaguardia para avisar tras una larga triangulación por la derecha. A partir de esa jugada los de José Hernández esperarían en su campo para armar contras que tuviesen como finalizador al delantero argentino. Los defensas contrarios eran capaces de volver rápido ante este recurso, por eso las respuestas ofensivas solían tener más camisetas en la marca que en el despliegue en ataque.

Hernández adelantó líneas y el fondo quedó con siete jugadores en el último cuarto de gramado, podían ser cinco defensas y dos volantes o cuatro defensas y tres volantes. Con esto el rojo no encontraba la fórmula para alegrar a su gente.

Los cambios

Ante el hermetismo presentado por su rival, Eduardo Saragó dio ingreso a jugadores que ofrezcan nuevas maneras de crear peligro. El detonante  del viraje táctico era menester cuando  ya se recurría a centros estériles en los segundos 45 minutos, sus dirigidos se habían quedado sin ideas. Entraron Cariacio González y el juvenil Leomar Pinto, volante extremo que venía de anotar en Barinas. De la mano de Carabalí lograron completar un triángulo que llamó la atención de Daniel Valdés. El guardameta atlético se convertía en transitorio héroe al detener un penal de Roberto Tucker y una clara ocasión de gol de Jhonder Cádiz, partícipe de todos los movimientos rápidos de balón en el último tercio. Con esto, hacían más que con faltas indirectas.

Lo que pudo ser el primero para el cuadro nacional no se concretó por no conservar el orden y los atributos de sus partícipes: un mediocampista de marca como Rubén Arocha –este perfil no suele ser el de las piernas más rápidas en una plantilla promedio- quedó con el esférico encabezando un contragolpe, pero fue superado por la resistencia en velocidad. Tenía compañeros para materializar un gol, pero quedó aislado en la otra mitad. Daniel Febles, un ex Caracas, le dio mejor dominio y 
recuperación en la mitad de cancha hacia arriba, pero los del Brígido parecían conformes, y exhaustos, con el empate.

Otero, la llave


Todo pintaba para un aburrido 0-0, típico en este cruce cuando se le echa una ojeada a la estadística. Al final, Rómulo Otero perforó lar redes con un tiro libre directo en la última jugada del encuentro. Caracas sacó réditos al mejor cobrador de faltas directas del fútbol nacional para el regocijo de sus hinchas que cantaron el gol con más desahogo que alegría porque saben que su equipo tiene varios elementos ofensivos que no vieron este domingo y que saben que hace falta un refinamiento en lo metódico para un cierre de semestre más decoroso.

(Foto: Prensa CFC)

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