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Víctor Grao (@VictorGrao)

La generación espontánea consistía en una teoría donde los seres vivos nacían, básicamente, “de la nada”. La materia orgánica o inorgánica creaba nuevos organismos. Cajas con trapos sucios, trozos de carne y demás, “originaban” larvas que se creía que surgían de esta materia sin vida.

Para un año del siglo XVII, Francesco Redi decidió refutar esta teoría que inició con Aristóteles. El italiano cerró unos frascos con gaza para impedir que ingresaran insectos y colocó la misma carne, trapos o demás materia inanimada de la que “surgían” dichos seres. Al tapar los frascos, no entraron insectos y, por ende, no hubo vida en ellos.

En el fútbol venezolano siempre se ha querido, por ser mediático, por ganarse un nombre la institución, el agente y el jugador, sacar a futbolistas jóvenes al extranjero, pero no a cualquier país. Se busca hacerlo a uno en Europa preferiblemente.

Algunos nombres como Rafael Acosta, con Cagliari, Renny Vega, con Udinese, al igual que Rafael Romo (por decir varios); no tuvieron suerte de jóvenes, al irse antes de los 20 años a probar en una liga tan competitiva como la italiana. Pasar de subir el Ávila por Sabas Nieves a escalar el Everest, es un salto muy grande. Básicamente, así le pasa a un gran porcentaje de futbolistas venezolanos. Los queman por ser mediáticos en el país, pero los convierten en “Don Nadie” en el exterior.

No se juzga. Hay jugadores que han logrado recalar de tal manera en el fútbol venezolano siendo jóvenes que se ha buscado su exportación de golpe, buscando resultados al instante. Casos como el de Darwin Machís que ya debutó con Granada, pero que no ha logrado aún establecerse en el equipo; otro como el de Víctor García con Porto, o el mismo Fernando Aristeguieta.

Venezuela busca esa generación espontánea de futbolistas, surgidos de la nada y enviados a la guerra sin ningún tipo de conocimientos sobre esta. Jóvenes que quizás tienen las aptitudes, pero no la madurez necesaria para pasar de nadar una piscina de 50 metros a un mar completo. Se debe tomar el ejemplo de naciones vecinas, como la colombiana, donde sus jugadores élite han pasado primero por ligas más competitivas en América, como Falcao (River Plate), James (Banfield), Jackson Martínez (Jaguares MEX) y así.

Si bien hay algunos “fuera de serie” en Venezuela y en el mundo, la mayoría que han tenido éxito han seguido esa línea ascendente. Arango pasó primero por México, para luego ir a Europa, Salomón Rondón primero estuvo en la segunda de España, para luego pasar a la primera. Hay que seguir una línea de progreso y no saltarse muros.


Venezuela le falta mucho por mejorar. La exportación de jugadores puede ser positiva para los medios, los agentes y los jugadores, al momento, pero se debe optar por proyectos a largo plazo que den verdaderos frutos y no a corto y de golpe, que tengan un auge repentino, pero que no se logre nada más allá de un buen titular. Quizás Andrés Ponce se haya ido apresurado. 

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