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Matías Navarro (@Mati_Navarro

Poco se ha visto, hasta acá, de la Selección argentina de Gerardo Martino. Siete partidos (dos de ellos contra rivales de menor valía) son muy pocos para establecer puntos claros sobre lo que plantea el entrenador que deberá encontrar el equilibrio entre cambiar el estilo del ciclo anterior, pero manteniendo los resultados que llevaron a la Argentina al subcampeonato mundial en Brasil.

Sin embargo, ya se pueden verificar algunas características claras que tenía su Newell’s y que busca reflejar en el seleccionado: arquero con buen pie, mediocampista de contención que sea el primer eslabón del armado de juego, laterales que se posicionen como volantes, ausencia de enganche y un solo delantero punta que tenga la capacidad de convertir, pero también de pivotear y jugar con los pies.

A pesar de haber analizado todos los partidos de este nuevo ciclo, se usarán de referencia, principalmente, la derrota con Brasil (por ser el oponente más complicado que debió enfrentar) y el triunfo ante Ecuador (no sólo por ser el último encuentro, sino por no haber podido contar con Messi y plantar un equipo prácticamente distinto)  para certificar que, a pesar de los nombres, la idea siempre es la misma.

Esquemas tácticos

Sin dudas, el 4-3-3 es el sistema preferido del entrenador de la Selección. Sin embargo, no le tiembla el pulso a la hora de modificarlo dependiendo de la situación. Eso sí, siempre con la intención de atacar.

Por eso, busca nombres que sean compatibles con otros sistemas de juego. Eso se vio claramente ante Ecuador: Pastore – Biglia – Mascherano – Mancuello conformaron la línea inicial del mediocampo.

Sin embargo, apenas rodó la pelota, Mancuello se posicionó casi como otro punta más, conformando el 4-3-3 preferido del Tata.

Dependiendo la situación de juego, puede volverse un 5-3-2, con Mascherano entre los centrales y Biglia como único volante central, como cuando hay que defender ante un embate o un saque desde el arco rival.

Salida desde el fondo

Está en el ADN de Martino: ante cada salida desde atrás, los defensores centrales se abrirán (2 y 3) y será el volante central (1) quien se ubicará entre ellos para dar el primer pase.

Mientras, los laterales (4) ya estarán a la altura de los volantes para sumar gente en ataque. Dependiendo de por qué costado arranquen la jugada, subirá más un defensor u otro.


Presionar lo más arriba posible

Atacar mucho, de manera paciente pero vertical y, una vez que el rival tiene la pelota, presionar para recuperarla lo más arriba posible, para generar nuevamente una jugada peligrosa de gol.

Esa fue la gran clave del Newell’s de Martino, que buscará repetirlo en la Selección: un hombre de salida del rival se encontrará, mínimo, contra tres jugadores propios. De hecho, puede ser que choque hasta con cinco.


Ataque masivo

Acumular delanteros no asegura efectividad para convertir, pero si a los atacantes se les suma volantes y hasta defensores, la fórmula puede cambiar.

En pocos partidos del ciclo Martino se notó una evolución en este aspecto. En el encuentro con Brasil, Sergio Agüero debió rebuscárselas sólo ante cada pelotazo defensivo. Debió demostrar una enorme fortaleza física para pivotear y retener la pelota hasta que los compañeros se le acerquen.


Sin embargo, el último encuentro, ante Ecuador, denota un avance en el cual aparecen de 4 a 7 jugadores en ataque, incluyendo los laterales en posición de volante – delanteros.


El cambio posicional de Messi

Esta es, sin dudas, la gran modificación que hizo Martino desde su llegada. En repetidas ocasiones declaró que quiere a la Pulga como en sus orígenes, arrancando desde la derecha hacia el medio, una posición que hace tiempo no ocupa la estrella del Barcelona.

El jugar por la derecha hace que Di María se recueste por el otro costado, por lo que Messi (1) es prácticamente un camino obligado para la generación de juego desde su origen. Cuando esto ocurre, rápidamente busca crear un triángulo con el volante central de juego (2), en este caso Lamela, y encontrar en la definición de la jugada al lateral (3), que ya pasó por la espalda de la Pulga.


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