Diego Sancho (@SanchoDiegoo)
Existen desigualdades elementales entre europeos y americanos. De este lado del Atlántico hay viveza, calor; se habla mucho, se
ríe de más. El hombre del Mediterráneo no es compatible; elocuente, reservado y
de poco humor. Habla poco, pero dice lo necesario. Con el balón en los pies las
diferencias son las mismas, el americano busca el lujo o la sorpresa; el europeo
la progresión. Para ejemplificar estas disonancias tenemos el juego de André
Pierre Gignac, nuevo futbolista francés de Tigres de la UANL, en un partido
disputado en Sudamérica.
El ex Marsella jugó su primer partido en el continente en
Brasil por semifinal de Copa Libertadores. Su escuadra no hacía fútbol desde
mayo y sintió el peso de una oposición más contextualizada en la actividad
competitiva. Cuando se esta iniciando la temporada, reinan los automatismos
(que hacen falta trabajar) y la rigurosidad posicional. La desventaja es que al
más mínimo descuido en su aplicación llega la reacción, que en el caso de
Internacional llegó por inercia en dos goles.
La magia de los tantos locales les llevó reducir la
intensidad del compromiso. Si algo tenía que aparecer por parte de los regios
era la pegada de Rafael Sobis. Esta se hizo presente en un centro colocado a la
cabeza de Hugo Ayala que constató el despertar de Tigres en el partido. Con el
encuentro menos hostil, los felinos pudieron entenderse mejor con el esférico.
Los rompimientos y galopadas de Javier Aquino por el carril izquierdo aportaban
mayor avance que los intentos de salida limpia de Guido Pizarro.
Parecía irreconocible el Tigres del “Tuca” Ferreti, que negoció
el sistema exitoso prescindiendo de una pieza clave en transiciones ofensivas
como Joffre Guerrón. La zona de
influencia del ecuatoriano de a poco fue tomada por Gignac, que renunció a la
posición de “9” y se tiró hacia afuera. Bajaba a pedirla y lateralizaba.
Receptor de los saques de meta en búsqueda del juego directo. Con cada toque
ganaba confianza y llegó a ser punzante hasta exigir al meta Alisso. Parte del trabajo de Guerrón antes de la llegada de su homólogo galo. Su
buena forma demanda seguimiento en la venidera Liga MX.
Pese a la expulsión de Ayala, el peligro no cesaba para
desazón los torcedores del Beira-Rio. La última línea de los gauchos no tenía a
Juan. Sin él, se le vieron las vergüenzas en el retroceso. Con Valdivia, perla
institucional, disminuido físicamente, D´Aleassandro lejano al juego que le
favorece y un apagado Lisandro López, Internacional defendió el resultado. Muy
permisivo para la ocasión, tuvo suerte de salir con ventaja con una defensa a
la que puede costarle caro no disuadir un ensamblaje ofensivo que aún no ha
probado a todos sus refuerzos.
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